- El equipo de Robótica de la UP apoyó a las labores de localización y rescate de once personas en conjunto con las brigadas de rescate del municipio de Aguascalientes
- Miedo, desaprobación y valor enfrentaron los estudiantes para poner a prueba su proyecto académico
Enfrentaron sus miedos, la desaprobación de sus padres y los obstáculos y riesgos que implicaba no ser rescatista; apoyar a las víctimas de sismo del 19 de septiembre en la Ciudad de México era su única motivación, hacer que su proyecto estudiantil Ixnamiki Olinki fuera utilizado para lo que fue creado.
Ixnamiki Olinki, Esperanza para víctimas del sismo #19s
Tecnología que salva vidas: Conoce la historia del robot desarrollado por estudiantes de Aguascalientes que auxilió en labores de rescate en Ciudad de México luego del sismo del 19 de septiembre.
Posted by LJA.MX on Thursday, September 28, 2017
Lo que hasta ahora había sido la perfección y simplificación de este prototipo, año con año, para seguir en los primeros lugares del concurso internacional RoboCup, finalmente cobró sentido para Luis Daniel Arriaga Esparza, David Alfonso Alanís Medel, Fernando Dávalos Hernández, Gilberto Castañeda y Gerardo Ríos, cuando pudieron hacer de este robot la esperanza de quienes necesitaban apoyo para el rescate de sus familiares en la capital del país.
Con el apoyo de la comitiva de que envió el Ayuntamiento de Aguascalientes como brigadas de rescate, estudiantes de ingeniería de la Universidad Panamericana campus Aguascalientes se enrolaron en la puesta más grande de su profesión, a seguir su espíritu altruista que desde hace cinco años atrás los motivó a desarrollar robots para rescate de personas.
Fernando Dávalos, estudiante de la Maestría en Ciencias, quien se encarga de operar el robot, así como el desarrollo de electrónica para mover los motores del control y la implementación de cámaras y sistemas de sensores, detalló que Ixnamiki Olinki, máquina buscadora de personas en náhuatl, es 100 por ciento mexicano, las piezas que no han podido desarrollar se adquieren con proveedores del país; cuenta con sensores de CO2, audio bidireccional, una cámara térmica sencilla para una primera aproximación y motores de alta potencia, lo que vuelve complejo el poder crear un robot más compacto, “una tarjeta comercial pesa cinco kilos y tiene grandes dimensiones, nosotros tratamos de enfocarnos en hacer lo indispensable para que este robot se pueda mover y no vaya fallar”.
Es el quinto robot que desarrollan para la competencia que en este año tuvo como sede Japón, en Nagoya, concurso en que ya han obtenido tres primeros lugares y dos segundo lugares más en la categoría de manipulación, así como un cuarto lugar general en la competencia que en dicha ocasión tuvo como sede Alemania; se enfrentaron a equipos de Japón, China, Estados Unidos, Grecia, Israel, entre otros.
Para el equipo de robótica fue una gran experiencia poder colaborar en la localización y rescate de once personas, cinco de las cuales lamentablemente encontraron sin vida; desde su arribo a la capital del país, el robot causó gran expectativa entre las víctimas que esperan el apoyo no sólo de otros estados, sino de todas partes del mundo, por lo que no dudaron en que este instrumento era parte del equipo que llevaban las brigadas japonesas.
Probar el robot por primera vez en una experiencia real era un gran reto, al ser estudiantes y no rescatistas, estaban conscientes de que por su cuenta no podrían ser de gran ayuda, por lo que se sumaron a las acciones de la Coordinación Municipal Protección Civil, Bomberos y Paramédicos; “en parte fue para podernos sentir seguros en esa zona y poder trabajar con el robot como herramienta; estábamos dispuestos a ayudar de la forma que fuera posible y yo creo que aportamos un pequeño granito de arena a la causa”.
La parte más difícil estaba a punto de comenzar, llegaron a una zona devastada, el Ejército no dejaba a la gente colaborar por representar un riesgo para su integridad, había edificios que estaban a punto del colapso; comprobaron la solidaridad de la gente que se sumó al apoyo de la forma en que pudo, repartiendo comida y agua. “Estábamos a la espera de cualquier cosa que se necesitara aportar con el robot; tuvimos muy pocas participaciones porque en muchos casos ya sabían que había personas en ciertos edificios y se procedía a actuar con Humo, el binomio canino, pero logramos apoyar”.
El equipo de robótica de la UP participó en las labores de rescate de cinco edificios colapsados, durante la misma cantidad de días que permanecieron en CDMX, principalmente en las colonias Del Valle, Condesa y Roma, “el robot estaba listo para en cualquier momento querían hacer una observación o algo meterlo antes que los rescatistas; en las zonas donde ya estaban detectadas las personas atrapadas, entraban directamente los rescatistas con el perro y las localizaban”.
La remoción de escombros y la entrega de las personas rescatadas a su familiares se hacía directamente por parte de elementos de la Secretaría de Marina, en todo momento se impidió a los jóvenes de entre 20 y 23 años de edad, presenciar estos hechos, tanto de personas vivas como fallecidos, para evitar que sufrieran algún desagradable impacto; ningún pequeño fue localizado en estas áreas, en su mayoría eran personas jóvenes.
Pero el miedo no quedaba de lado, la impresión de ver edificios de ocho pisos derrumbados se confirmó la madrugada del sábado 23 de septiembre, cuando luego de retirarse cerca de las 4:30 horas a un albergue de la Policía Federal donde fueron alojados, la alarma sísmica los despertó escasas horas después; era un sonido que no conocían, la experiencia del movimiento telúrico y el pánico que despierta a quienes han sido víctimas de la devastación era aún incomprensible para ellos, por fortuna no llegó a mayores, pero les hizo comprender la misión a la que habían ido.
“Ver en esos edificios cómo iban sacando las cosas de los hogares, te llegaba ese sentimiento de saber que estás haciendo algo para poder rescatar a una persona con vida de ahí; fue también difícil saber que otros saldrían sin vida. Se veía a todos los voluntarios, que estábamos unidos para apoyar en lo que fuera (…), ayudó en general a que fuera más rápido limpiar las zonas y encontrar personas”. Se enfrentaron a quienes despreciaron el apoyo que fueron a ofrecerles, pero también hubo los que valoraron la labor de los jóvenes para hacer algo más por la localización y rescate de víctimas, “fuimos siempre con la disposición de dar lo mejor de nosotros, apoyar al equipo de bomberos con lo que se necesitara”
En los primeros dos días el descanso fue poco, pero no mermó sus ganas de ayudar, por el grado de emergencia permanecieron siempre alerta, buscando las distintas formas y zonas en donde más se requería el apoyo, relevando a quienes estuvieron desde las primeras horas tras el siniestro apoyando en las labores de rescate.
Fernando señaló que siempre hubo personas que les ofrecieron asilo, agua, alimento y un lugar donde descansar, así como las facilidades para mantener el posible contacto con sus familiares aquí en Aguascalientes, quienes en un principio no estuvieron del todo de acuerdo con que participaran en esta labor de rescate. “En lo personal me dijeron ‘eres estudiante no rescatista’, les dije que este robot lo creamos con esa finalidad, de ayudar directa o indirectamente, al principio que les decía que iba con todo el equipo de Bomberos me decían que no tenía razón eso, pero fue totalmente la necesidad de apoyar, de unirnos; se tranquilizaron un poco al saber que íbamos con un equipo completo que nos estaban supervisando y cuidando en todo momento”.
Para David Alfonso Alanís Medel, estudiante de tercer semestre de Ingeniería Mecatrónica, la experiencia le dejó un gran aprendizaje para que en las futuras generaciones puedan mejorar las acciones del robot de rescate; que cuente con sensores, iluminación, es la motivación para seguir trabajando.
Lo que más le impactó fue la sorpresa que el robot causó entre la gente cuando lo bajaron de la camioneta, ya que fue el único equipo de este tipo que se utilizó en la Ciudad de México; hubo quienes lloraron, fue un momento muy memorable y que será el impulso para apostarle a este tipo de implementos, que nos han puesto a la altura de potencias en materia de rescate.
Luis Daniel Arriaga Esparza, quien lideró el área de Mecánica, ha trabajado cuatro años en la plataforma de rescate, pudo constatar en la zona real del desastre las oportunidades y fortalezas que tiene el robot, necesita mejoras y un tamaño más compacto para que pueda ser funcional en zonas confinadas; pese a ello son grandes las satisfacciones porque pudieron poner su granito de arena en esta gran suma de voluntades y solidaridad que unió a México.
Con esto la sociedad se da cuenta que se necesita mayor inversión para este tipo de proyectos; muchas instituciones particulares e instancias públicas se han sumado, pero seguirán en la búsqueda de recursos y vinculación para innovar con los robots de rescate y perfeccionar estos prototipos que actualmente tienen un costo aproximado de 250 mil pesos cada uno.
“Nos llevamos el compromiso de hacer nuestra labor perfecta y de seguir mejorando el robot, pensamos crear uno más pequeño que se pueda bajar con cuerdas, introducirlo al edificio por la parte de arriba, porque por el frente siempre está colapsado, es de difícil acceso y creo se puede hacer más con un robot más pequeño”, coincidió el equipo.