El viernes pasado, una noticia que impactó la opinión pública fue la elección de Ernesto Cordero como presidente de Senado.
Si observamos con atención veremos cómo el PRI empieza a mover piezas de cara a la sucesión presidencial. Lo que ocurrió en el Senado, es el primer movimiento del tablero de ajedrez.
El PRI, a través del coordinador Gamboa, realizó una abierta intromisión para determinar desde el PRI, a quien o a quienes debe seleccionar Acción Nacional como sus representantes.
El parlamento tiene dos mecanismos de funcionamiento, uno es el Pleno que es la asamblea soberana, y el otro los grupos parlamentarios como instancias donde cada partido resuelve de manera interna los asuntos, temas y las posiciones que asumirán como grupo parlamentario.
Lo sucedido el viernes es un golpe que atenta contra el sistema de partidos y al sistema parlamentario. Es intervenir y lesionar la relación de una regla no escrita respecto a la correlación de fuerzas existentes en el Senado.
Este hecho va a generar con toda seguridad, inestabilidad política y confrontaciones que anticipan el conflicto electoral entre el PRI y el PAN en un primer momento, pero se puede multiplicar entre los demás partidos de oposición.
El PRI, utilizando la rivalidad que existe entre el grupo del expresidente Calderón y Ricardo Anaya, subyugó a cinco senadores ofreciéndoles las representaciones y no sé qué tanto más, que logró a través de una maniobra política y el ofrecimiento de canonjías, modificar una decisión que le correspondía únicamente al Partido Acción Nacional.
La cara de triunfalismo y satisfacción del senador Gamboa denota que no ha medido la trascendencia y lo que representa para la gobernabilidad del país esta intervención.
Ya se iniciaron las consecuencias, la primera fue la entrega del quinto informe de gobierno que fue recibido por la estructura administrativa de la Cámara de Diputados, sin la presencia de la representación parlamentaria.
En la misma semana no se pudo elegir la nueva mesa directiva en la Cámara de Diputados para el desahogo del siguiente periodo de sesiones, porque no hubo acuerdo legislativo.
Lo que pasó en el Senado está ligado a dos elementos; el primero es que, de acuerdo a la Ley de transparencia recién votada, se establece en un transitorio la posibilidad de que el actual procurador pueda convertirse en el siguiente fiscal anticorrupción que se mantendrá en su cargo los próximos nueve años.
Raúl Cervantes Andrade, procurador general de la República, tiene una larga trayectoria partidista dentro del PRI. Ha sido dos veces diputado federal, senador, y en la campaña de Peña Nieto, fue quien atendió los conflictos más complicados jurídicamente hablando. Lo quisieron incorporar como ministro a la Suprema Corte, pero fue rechazado por su perfil partidista por los grupos parlamentarios de la oposición.
El segundo elemento es que el PRI sabe que tiene muy pocas posibilidades de ganar la próxima elección presidencial. Todas las encuestas lo ubican en el tercer lugar y es entonces que la administración priista está cubriéndose las espaldas para evitar que quien asuma la presidencia, denuncie casos de corrupción de la administración de Peña Nieto.
Hay siete gobernadores con órdenes de aprehensión, uno del PAN, y los otros del PRI, acusados de lavado de dinero y corrupción. En lo que va de la administración, el Órgano Superior de la Federación ha presentado siete mil denuncias contra funcionarios de todos los niveles por desvíos de dinero público.
La penetración del narcotráfico en las estructuras de gobierno, la corrupción de la policía, las malas obras públicas que aumentan presupuestos aprobados impactados por los diezmos y los moches, el caso de Odebrecht, etc., tienen al PRI contra las cuerdas.
Esta dinámica interna del país, se entrelaza con una oleada en América Latina de castigar y meter a la cárcel a los presidentes o expresidentes que se les ha confirmado actos de corrupción.
Perú, Guatemala, El Salvador, Brasil, Argentina, son una muestra de la oleada de presidentes en la cárcel por procesos de corrupción. A la lista se le siguen agregando casos y nombres.
Si el PRI pierde la presidencia no sabemos si México entre a la lista de países que le han puesto un hasta aquí a gobiernos corruptos.
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