Si has tenido la fortuna de dar un paseo por las sierras de nuestro estado y si eres especialmente observador, quizá alguna vez te hayas topado con el protagonista de esta semana: los lagartos cornudos o falsos camaleones. Si no lo has hecho y esta es la primera vez que escuchas de ellos, ve con cuidado la foto de esta sección. Se ve algo imponente ¿cierto? Esa piel cubierta de espinas no parece invitar mucho a acariciarla. A pesar de las apariencias, con no más de 10 cm de largo, no son demasiado intimidantes en persona. No son venenosos ni poseen una mordida muy fuerte, pues su dieta principal son hormigas, que no requieren mucho poder para masticarlas. El nombre de estos pequeños lagartos significa “cuerpo de sapo”, el cual se lo ganó por su forma redondeada y su cabeza relativamente grande (una vez más, esos biólogos son muy ingeniosos con los nombres). De hecho, ya que los ves de cerca son bastante tiernos. Estas características nos pueden llevar a preguntarnos ¿cómo es que un reptil pequeño, sin veneno y sin una mordida fuerte puede sobrevivir en vida silvestre? Si bien no son un epíteto de fuerza bruta para la naturaleza, tienen algunas estrategias que les permiten ser bastante exitosos. Por un lado, son muy difíciles de distinguir del terreno, generalmente. Sus coloraciones poseen tonos beige, cafés y rojizos que permiten confundirse muy bien con suelos rocosos/arenosos como los que encontramos en su hábitat. Si algún depredador a pesar de esto logra encontrarlo, generalmente no se molesta en correr, sino que se aferra muy bien al suelo y trata de inflar su cuerpo, para aparentar un mayor tamaño y exponer más las espinas de su piel. Pero su arma más fuerte está en los cuernos que tiene detrás de la cabeza. Estos son muy duros y agudos, y son capaces de perforar o rasgar gargantas de animales que no respeten a este pequeñín. Para dejar claro el mensaje y exponer estas armas, generalmente inclinan la cabeza para exponerlos en posición vertical. Si un ave los toma por sorpresa, mueven la cabeza para tratar de lastimar las patas de su agresor con estas púas. Algunas especies incluso lanzan chorros de sangre (con chorros me refiero a pequeños pulsos a larga distancia, no litros de sangre) hacia sus depredadores. Seguro piensas ¿de qué le puede servir lanzarles sangre? ¿que no es como darles una muestra gratis de lo que se van a comer? Bueno, eso sería cierto si la sangre fuera de sabor agradable, pero no es así. Dentro de las venas de estos pequeñuelos no hay ningún manjar, su sangre está cargada de sustancias de sabor desagradable. Esto probablemente se deba a la increíble cantidad de hormigas que consumen (las cuales generan sustancias para defenderse, entre ellas, ácido fórmico). Ojo, parece que no usan esta estrategia con todos los depredadores, aparentemente lo usan sólo contra mamíferos (coyotes, perros, gatos, mapaches, etcétera). Esto tiene sentido si consideramos que las aves atacan rápido y desde arriba, no andan inspeccionando qué se van a comer como un canino lo hace. Ahora ¿cómo es que esta extraña estrategia surgió? Si esperabas alguna historia llena de lagartos vampiros lanza sangre, te decepcionarás. Resulta que estos organismos usan este mecanismo (aunque de forma menos extrema) para limpiar sus ojos de partículas que caen en ellos. Al aumentar la presión sanguínea en sus ojos, e hincharlos, empujan las partículas hacia afuera, perimitiendo que los párpados las saquen. De ahí a lanzar sangre sólo hay un paso de distancia: aumentar más la presión, hasta romper los vasos sanguíneos. Así es este pequeño fortachón pueden andar confiado por su hábitat, sabiendo que quien se atreva a molestarlo, no va a pasar un buen rato.
Ramiro Eduardo Rea
En el país se tiene 35% de endemismos de las 17 especies existentes en todo el mundo, distribuidas desde el sur de Canadá hasta el sur de México y Guatemala.
Los llamados lagartos cornudos, camaleones o llorasangre son únicas, especiales y asombrosas lagartijas que no mucha gente conoce y que desafortunadamente están siendo llevadas de manera trágica al borde de la extinción
¿Qué significa para ti llorar? Si buscas la definición en algún diccionario seguramente encontrarás que el llanto es la “Acción de derramar lágrimas en señal de dolor, tristeza, alegría o necesidad, o de fluir lágrimas de los ojos”, sin embargo, ¿Qué pensarías si yo te dijera que algunos lloramos para sobrevivir?
¡Qué maleducado soy! Permíteme presentarme. Yo soy un Phrynosoma, pero para los cuates soy un Camaleón de Montaña, aunque algunas personas prefieren llamarme “Falso Camaleón”, “Lagarto Espinoso” o “Llorasangre”, y si te preguntas el porqué de mi singular apodo permíteme hablarte un poco sobre mi especie. Nosotros los falsos camaleones somos pequeños, regordetes, torpes y muy lentos, y para acabarla de amolar no tenemos garras afiladas, grandes colmillos o veneno, así es, a pesar de los mil mitos que hay en torno a los de mi clase, no tenemos la capacidad de producir toxinas para cazar y mucho menos para defendernos de los depredadores, así de triste es nuestro caso. Es por ello que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo inmóviles en el suelo, junto a las rocas, aprovechando el color de nuestra piel para pasar inadvertidos, quizás por eso nos llaman camaleones, porque podemos fácilmente mimetizarnos con el sitio en el que habitamos, si prestas atención podrás notar que también cambiamos ligeramente de color, aunque no con el profesionalismo que lo hacen los camaleones verdaderos. Si mi disfraz no funciona me veo obligado a utilizar mi arma secreta. Cuando un depredador (o un chiquillo travieso) me hace sentir amenazado, puedo expulsar pequeños chorros de sangre de los ojos. Si mis lágrimas son efectivas, aquel que me amenaza saldrá corriendo despavorido y yo podré seguir con lo mío, además me han contado que mi llanto tiene muy mal sabor.
Así de fascinantes somos los Phrynosoma, y nos puedes encontrar muy cerca de ti. Tienes la fortuna de vivir en un país con una biodiversidad impresionante, y solo en México y Estados Unidos es que puedes toparte con alguno de nosotros. Solo te pediré un favor. Si alguna vez sales al campo y te encuentras conmigo o con alguno de mis colegas, por favor no nos molestes, prometo con la mano en el corazón que no te lastimaremos. ¡Y tampoco me saques de mi hábitat! Soy un animalito silvestre y no nací para ser mascota. Créeme, no soy tan encantador y buen compañero como un perrito.
Israel de Jesús Rodríguez Elizaldez
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