Las arañas son un grupo de artrópodos arácnidos que pertenecen al orden Araneae. Ya sé, ya sé, demasiados nombres rimbombantes, vamos a desglosar un poco lo que significan. Los artrópodos, cuyo nombre quiere decir “patas articuladas” son un grupo extremadamente numeroso de organismos (entre los que se encuentran los insectos, los crustáceos, las arañas y demás) que, puesto de la manera más simple, poseen un exoesqueleto (es decir, una cubierta dura externa que tiene la misma función que nuestros huesos: dar soporte), un cuerpo segmentado (es decir, dividido en secciones) y extremidades especializadas y divididas en segmentos que van por pares (que pueden funcionar como patas, mandíbulas, antenas y demás). Son el grupo con mayor número de especies de todo el planeta, además de ser de los grupos más antiguos y exitosos de animales.
Los arácnidos son un subgrupo dentro de los artrópodos. La característica más notoria es que poseen 4 pares de patas (aunque, en algunos grupos, un par puede estar modificado para funcionar como una especie de antenas). Aunque las arañas son el grupo más diverso de esta clase, no son los únicos miembros: alacranes, vinagrillos, opiliones (que son fácilmente confundidos con arañas), solífugos (conocidos como “madres de alacrán” y que no son para nada alacranes) o arañas corazón (que tampoco son arañas irónicamente) son algunos de los otros grupos que tal vez hayas encontrado en alguna ocasión. El grupo particular de las arañas es llamado Araneae y, junto con sus 4 pares de patas, posee dos divisiones corporales muy notorias: soma (la parte anterior) y opistosoma (la parte posterior). Las patas se encuentran adheridas al soma, lugar donde también encontraremos sus ojos (que no en todos los grupos son 8 como suele ser la creencia) en muy diversos acomodos y sus partes bucales o mandíbulas.
Oxyopidae, ese es el nombre del grupo de arañas al que pertenece la estrella de esta semana. En griego significa “buen ojo” u “ojo preciso”. Este nombre lo reciben por la tendencia que poseen los miembros de esta familia de acechar y brincar sobre sus presas, muy similar a como lo hacen animales más grandes (linces, por ejemplo, de quienes reciben su nombre común de arañas lince). Si observas bien a nuestra amiguita, verás que está muy bien equipada para este trabajo: su color verde le permite confundirse muy bien con la vegetación de jardines; los ojos situados al frente forman una mejor imagen para determinar distancias con precisión; patas largas para dar saltos grandes.
Estas visitantes comunes de nuestros jardines y baldíos son un muy buen vecino. Se alimentan de muchas especies de insectos que suelen dañar nuestros jardines (las voraces orugas son una de sus presas favoritas). Es natural que sientas miedo hacia las arañas, después de todo, existen algunas especies que pueden ser dañinas para los seres humanos, sin embargo, este no es el caso.
Las arañas inyectan su veneno usando un par de proyecciones llamadas quelíceros, a los cuales llamaremos por conveniencia colmillos, pero me gustaría que sepas que no son para nada como nuestros dientes. Todas las arañas poseen estas estructuras, las cuales se encuentran conectadas a glándulas que producen veneno. Dentro de los colmillos existe un canal que conduce el veneno hacia las puntas de éstos, permitiendo su salida cuando muerden a una presa o depredador que las amenaza. La variedad de toxinas contenidas en estos venenos es enorme entre las miles de especies de arañas que existen, pero sólo un muy pequeño porcentaje son realmente peligrosas para humanos.
En el caso de nuestra protagonista, no tienes nada de qué preocuparte, su mordedura a lo mucho puede ocasionarte un poco de dolor y enrojecimiento en el área. Ojo, para nada te estoy recomendado que manipules o juegues con estos animalitos, lo mejor, como con la mayor parte de la fauna silvestre, es no molestarlas y admirarlas a la distancia (son muy buenos modelos para fotos si eres paciente).