Colegio de Estudios Estratégicos y Geopolíticos de Aguascalientes, A.C.
Estado de Carabobo, Venezuela. 6 de agosto de 2017. Armados hasta los dientes y vistiendo uniformes camuflados, un grupo de militares supuestamente pertenecientes a la 41 Brigada Blindada de Naguanagua se alzan contra el gobierno de Nicolás Maduro Moros. Un hombre que se identifica como el capitán Juan Caguaripano afirma: “Esto no es un golpe de Estado. Esto es una acción cívica y militar para restablecer el orden constitucional… es para salvar al país de la destrucción total”.
Tras derrotar la asonada, Maduro, ese mismo día, fustiga: “Esta factura se paga desde Miami y desde Colombia, ahí salió Marco Rubio a decir que había un alzamiento militar en Venezuela y a apoyarlo”.
La escena arriba descrita sirve como introducción al presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar, utilizando una perspectiva histórica, por qué Venezuela está bajo la afilada ojeada del águila calva estadounidense.
Una vez que terminó la Guerra Civil (1861-1865), concluyera la reconstrucción y que el salvaje Oeste fue domeñado, los Estados Unidos decidieron aplicar la Doctrina Monroe -“América para los americanos”- en América del Sur.
La primera escaramuza inició en 1893 cuando William L. Scruggs, el ex embajador norteamericano en Caracas, fue reclutado por el gobierno venezolano para llevar a cabo una campaña de cabildeo en la Unión Americana, pues Venezuela tenía una disputa fronteriza con la Guayana británica. Gracias a las gestiones de Scruggs, el Congreso estadounidense aprobó una ley en la que instaba, tanto al Reino Unido como a Venezuela, a arreglar la disputa mediante el arbitraje.
La tensión entre Londres y Washington se elevó: ambas capitales movilizaron a sus fuerzas navales y la tiesura parecía presagiar un choque militar. Sin embargo, la diplomacia disipó los nubarrones de la guerra. Como resultado de lo anterior se formó un Tribunal de Arbitraje, el cual falló, unánimemente, a favor del Reino Unido.
Menos de una década después, Venezuela volvió a ser el fulcro de la tirantez entre la Unión Americana y potencias europeas: en diciembre de 1902 el Imperio británico, la Alemania imperial e Italia implementaron un bloqueo naval de Venezuela, pues el país sudamericano se rehusaba a pagar las deudas y los daños sufridos por ciudadanos europeos debido a la guerra civil.
Los navíos británicos y germanos cercaron los puertos venezolanos. El punto crítico ocurrió en enero de 1903 cuando la armada teutona bombardeó Fuerte San Carlos. Esta acción motivó al entonces presidente norteamericano, Theodore Roosevelt, a informar al embajador alemán en Washington que la flota estadounidense en el Caribe, bajo el mando del almirante George Dewey, estaba lista para zarpar rumbo a Venezuela.
Los ánimos se calmaron y las potencias europeas y Venezuela aceptaron el arbitraje estadounidense. Como resultado de esta acción, Roosevelt enunció el Corolario que lleva su nombre. Esto consistía en que los EUA intervendrían en los conflictos entre los europeos y los latinoamericanos, en nombre de los primeros con el objetivo de evitar una intervención europea en América.
Al aspecto geopolítico se incorporó un nuevo factor en el interés estadounidense por Venezuela: el petróleo. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi lanzó la Operación Neuland, la cual tenía por objetivo hundir a los buques que transportaban el hidrocarburo venezolano a Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido.
Como resultado de esta experiencia geoestratégica, el geo-politólogo estadounidense de origen holandés, Nicholas J. Spykman enunció su teoría del “Mediterráneo americano”, el cual está compuesto por el Golfo de México y el mar Caribe. Para Spykman, la supremacía estadounidense en la zona sólo podría ser amenazada “más que por fuerzas procedentes de zonas exteriores”.
La combinación de intereses geopolíticos, geoestratégicos y energéticos llevaron a la embajada norteamericana a enunciar, en 1988, cuáles eran sus objetivos en el país sudamericano: “Que Venezuela continúe proveyendo una porción significativa de nuestras importaciones de petróleo y continúe siguiendo una posición de precios del petróleo moderada y responsable en la OPEC”1.
Los objetivo propuestos por la representación diplomática estadounidense fueron estropeados cuando el 2 de febrero de 1999 Hugo Rafael Chávez Frías, el “caudillo posmoderno” (Enrique Krauze dixit) asumió el poder e implementó políticas públicas contrarias al interés estadounidense: redistribuir la riqueza petrolera; combatir la pobreza y la desigualdad; y asociarse con naciones opuestas a los Estados Unidos: China, Cuba, Irán y Rusia.
Desde entonces, los Estados Unidos se trazaron los siguientes objetivos respecto a Venezuela, como lo explica el siguiente cuadro:
Tabla de objetivos estadounidenses en Venezuela
FUENTE: Elaborada por el autor con datos obtenidos de: Cablegate Search y Sputnik
Al amable lector le debe quedar clara una cosa: a los Estados Unidos no les interesa la democracia en Venezuela, les interesa su posición geopolítica y el acceso a petróleo barato. Por ello, están dispuestos a desestabilizar -utilizando a Leopoldo López, Lilian Tintori y Henrique Capriles Radonski- a Maduro y a los chavistas, aunque éstos tengan el apoyo de China, Cuba, Irán y Rusia. Todo ello implicará que, posiblemente, Venezuela devenga en una Siria caribeña.
Aide-Mémoire. – Después de todo, hay destellos de dignidad en la diplomacia mexicana.
- – All about Oil: WikiLeaks Reveals US Objectives in Caracas as Regime Change Looms https://goo.gl/4xqXcX