En México, la gestión pública local está caracterizada por interminables promesas incumplidas y una creciente apatía ciudadana. No existe una cultura de rendición de cuentas ni espacios adecuados para la deliberación y reflexión entre el gobierno y la sociedad. El acceso a la información es limitado y los programas de gobierno frecuentemente carecen de perspectiva ciudadana. En este contexto, los observatorios ciudadanos pueden ser mecanismos eficaces de evaluación, discusión y reflexión acerca del avance o retroceso en distintas áreas de política pública. El Plan Estatal de Desarrollo del actual gobierno del estado plantea la creación de un Observatorio de Movilidad para fortalecer la participación ciudadana en la planificación, diseño y evaluación de las políticas públicas en materia de movilidad. Asimismo, propone la creación de un Observatorio Urbano que contribuya a impulsar el desarrollo urbano sostenible y superar la pobreza urbana. ¿Por qué no pensar en consolidar ambos en un observatorio sólido que concentre esfuerzos y recursos técnicos y financieros para evaluar y aportar a la mejora de la calidad de vida urbana? A continuación algunas reflexiones en este sentido.
Primero, un observatorio de este tipo debería partir de una alianza interinstitucional impulsada de manera conjunta por empresas, organizaciones, medios de comunicación, academia, gobierno y la sociedad en general. La colaboración entre sectores permitiría compartir y difundir información y resultados, y promover una participación activa en espacios de discusión y reflexión. La colaboración del gobierno es indispensable, pues el análisis y seguimiento de la calidad de vida urbana requeriría información de distintas áreas de la administración pública. Sobra decir, desde luego, que un observatorio debe ser independiente y objetivo para realmente incidir en la política pública y generar un verdadero espacio de interlocución entre el gobierno y la sociedad. De esta manera, se podrían identificar y diseñar soluciones conjuntas a los principales desafíos de la ciudad.
Segundo, debería medir y evaluar los avances en la calidad de vida, y, posteriormente, hacer pública información que permita, por un lado, exigir gobiernos eficientes, eficaces y transparentes, y por otro, promover una ciudadanía más informada, responsable y participativa. Por ejemplo, podría evaluar mediante datos indicadores objetivos que reflejen diversas condiciones como los accidentes viales, viviendas sin servicios, calidad del aire, tiempos de traslado, entre otros. Igualmente, a través de encuestas podría evaluar aspectos subjetivos de la calidad de vida, como la satisfacción de las personas con servicios públicos como el transporte, agua o alumbrado, y otros aspectos como la seguridad. Además, debería promover la elaboración de estudios y la generación de información de calidad acerca de distintos temas: desarrollo urbano, transporte, movilidad, medio ambiente, espacios y servicios públicos, desarrollo económico local, participación ciudadana, gestión pública, entre otros.
Tercero, las distintas mediciones y evaluaciones deberían complementarse con mesas de trabajo entre funcionarios del gobierno, empresas, organizaciones, universidades y la ciudadanía en general. Estas mesas podrían generar espacios de discusión y reflexión con diversos grupos de interés, y permitirían dar cuenta de los avances y problemas que enfrenta la ciudad en el corto y mediano plazo. La participación de la ciudadanía y las organizaciones e instituciones que viven día a día las diversas realidades de la ciudad sería indispensable, pues son quienes pueden aportar una visión más amplia e integral de los principales retos y oportunidades. De esta manera, un observatorio debería facilitar discusiones constructivas sin sesgos ideológicos o políticos para identificar soluciones adecuadas a los distintos problemas.
Cuarto, se debería hacer pública la información y el trabajo del observatorio. En este sentido, se podrían divulgar informes de la calidad de vida, encuestas de percepción ciudadana, presentaciones y memorias de las mesas de trabajo, entrevistas, análisis, estudios y columnas de opinión. Los medios de comunicación, plataformas digitales y redes sociales pueden ser mecanismos eficaces para dar a conocer esta información y asegurar que sea pública y fácilmente accesible.
Por último, la creación de un observatorio de la calidad de vida urbana permitiría al gobierno encontrar información y recomendaciones para complementar la agenda pública, incluyendo no sólo la voz de los expertos sino también la percepción y opinión ciudadana. Al mismo tiempo, la ciudadanía tendría un mayor acceso a información de calidad y un espacio más amplio para participar en iniciativas que puedan mejorar la calidad de vida en la ciudad. Además, es responsabilidad de todos aportar a la mejora de las instituciones y la gestión pública, y exigir la implementación y continuidad de políticas públicas que generen resultados positivos.
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