Con grata sorpresa me he topado con la misma piedra de una reflexión propia, que me parece se aviene perfectamente con el contexto actual de la formación y preparación de equipos políticos, para competir en la próxima contienda electoral del 1 de julio de 2018. Este Proceso Electoral Federal 2017-2018 implica votar por: la Presidencia de la República, la reconformación del Congreso de la Unión en su dos cámaras, Senado -al 1 de septiembre de 2018- y Diputados, a instalar el 1 de agosto del 2018, como la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión de México. Adicionalmente, casi 35 millones de mexicanos, más del 40% de los votantes del país, eligen este 2018, 12 gobernadores, 547 alcaldías, 422 escaños locales y a los representantes de la nueva Asamblea Constituyente de Ciudad de México; ámbito en que destaca la Jefatura de Gobierno de la CDMX. (Ver:https://goo.gl/DPKun9)
En total, 629 cargos en 13 elecciones federales y 2 mil 697 en 30 elecciones locales; es decir 3 mil 326 cargos de elección popular (Excelsior, INE, listo para organizar elecciones de 2018: consejeros. Roberto José Pacheco. 24/06/2017).
La fecha del próximo 13 de noviembre fija el término de las elecciones internas de los partidos políticos en que habrán de designar a sus abanderados respectivos, así como registrar ante el INE aquellas coaliciones posibles pactadas, por contender. Asimismo, de acuerdo con el artículo 362 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales se permite la participación de candidatos independientes en las elecciones presidenciales.
El texto de referencia, desde mi punto de vista, se aviene como traje a la medida con este horizonte electoral, y que ahora reedito, a manera de una convocatoria moralmente responsable a los pretensos y pretendientes (perdón por el portu-ñolismo) al poder público. Y con todo respeto me permito precisar que no se trata de un wishful thinking, sino de un imperativo ético de la mayor importancia. El pésimo chistorete de un legislador priísta respecto de que “Al César lo que es del César y… adiós, que te vaya bien”, es indicativo, en general, de una clase política jactanciosa con nula referencia a principios y valores éticos exigibles en toda contienda pública. En mi opinión, el facilito deslinde de responsabilidad e imputabilidad ética no indica ni grandeza de ánimo, ni intelectual, ni humanista o moral, sino la miseria de un miope narcisismo, tan torpe como ramplón.
¡Al toro! He aquí los 10 Mandamientos de un Candidato: Primero, amarás a tus Mandantes sobre todas las cosas. De manera que no te postrarás ante el borrego de oro, que idolatran los buscadores del poder a toda costa; anteponiendo el ídolo del dinero y la adulación por encima de las hijas y los hijos del pueblo, para el que Dios te eligió como servidor incondicional y no en servilismo partidario de facciones.
Segundo, no jurarás en vano la Obediencia Constitucional, en tu acto solemne de Protesta. Pues infame y nefanda cosa es prometer ante millones de ciudadanas y ciudadanos, respetar y hacer respetar los principios, las leyes y valores supremos de la Constitución Política, a sabiendas del perjurio que significa pronunciarlo, sin la intención real de cumplirlo. Un tal acto de cinismo merece el ostracismo público por el resto de tu vida.
Tercero, santificarás las fiestas y conmemoraciones cívicas que dan cuenta de la Historia y Tradición que dieron origen a la fundación de la Nación mexicana, cuyo territorio consagró la Constitución de 1857 y refrendó la de 1917. Ser hombre de honor, honrado a carta cabal y con capacidad de vergüenza consiste en saberse hijo de una tierra generosa que lo vio nacer, que lo acogió en su regazo durante la infancia, lo alimentó con sus feraces frutos del maíz, la vid, el chile, el frijol, la leche, la miel e innúmeros alimentos; le brindó educación, cultura y buenas maneras, y en la adultez joven hasta le brindó esponsales santos para que perviva su estirpe. En fin, el buen nombre se amamanta en lo que el sabio historiador Luis González llama: “Matrias” que no municipios.
Cuarto, honrarás a tu padre y tu madre. Por muy mandatario que te hagas o muy hombre o mujer que te creas, pondrás por delante el nombre y el apellido de tu padre y de tu madre, pues un descastado no merece el honor ni el respeto público que una familia de honorable origen y costumbres ha conseguido a lo largo de generaciones, y ha heredado de padres y madres a hijos e hijas; como fiel vástago a tu linaje y estirpe. Cuya honra no mancillarás.
Quinto, no matarás. El quitar a otro el derecho a la vida no solamente es grave latrocinio, sino la supresión de sus condiciones de posibilidad de pervivir y llevar una digna subsistencia. Por eso tu compromiso público de servir desde la autoridad, sea local o nacional, es no tan solo de respetar la vida y las haciendas de todos los súbditos a dicha autoridad, sino obligatoriamente para ti existe conjuntamente el deber de hacerlas respetar, de proteger, alentar y promover en todo lo que significa el acceso a un bienestar digno y superior calidad de vida. De modo que la Seguridad Pública y la Pacífica Convivencia Ciudadana son condiciones irrenunciables a ejercer como autoridad electa. De modo que la Gobernanza es el mandamiento supremo para quien gobierna y no por consecuente condescendencia, sino por superior instrucción de Ley soberana; para ti ahora irremisiblemente obligatoria.
Sexto no cometerás actos impuros. El Código del Antiguo Pueblo de Israel no tan sólo estaba cifrado en la pureza ritual, sino también en el deber de extender la casa y la mesa, es decir, dar techo al desamparado, vestir al desnudo, más dar de comer y beber al sediento. Pecar contra este mandamiento no implica exclusivamente el regalarte a los placeres carnales, que ya de suyo exigen de prudencia y templanza, sino dejar al desnudo la pobreza lacerante de los cuerpos de los más pobres, desvalidos y discapacitados. Piénsalo, los antivalores de la carne no pasan sólo por la libido del sentir o concupiscencia, sino por la profanación de los que son templos de la divinidad… ¿Lo habías pensado?
Séptimo, no hurtarás. En un mundo cínico ahíto de corrupción, la menor excusa es ¿qué tanto es tantito? Ser político y ser corrupto, contra todo lo que se dice y se piensa es la peor antítesis, que degrada el arte de la Política y hace inicuo el ejercicio del poder. Alguien le ha llamado “pantano”. Dijo el profeta: A quien causa este escándalo, más le valiera atarse una rueda de molino al cuello y tirarse al mar.
Octavo, no mentirás. Grave y ominosa tentación de las y los políticos. Mentir por sistema es el acto de cobardía más nefasto de quien se dedica al quehacer público. Mentir es el acto perverso provocado por la boca, es la intencionalidad de no cumplir la palabra entregada, y ello es de seres deleznables. Ser veraz es del estadista de a de veras.
Noveno, no desearás ni la mujer ni la hacienda de tu próximo. Hello! Estamos en el siglo XXI. Recuerda, esto de la liviandad y vanidad es el pecado favorito del demonio. El gobierno de los sátrapas, señores feudales y hacendados y sociópatas ha terminado. Pon tu reloj a tiempo y mira los nuevos tiempos del empoderamiento, la autonomización ciudadana y la libre determinación de los particulares por encima de los arreglos cupulares.
Décimo, pagarás diezmos y primicias. La Hacienda pública es el sacrosantum de la vida pública. Sustraer, regatear, divertir -o desviar gastos-, o peor aún cometer peculado con ellos, aunque sea con todo el poder de tu firma significa alta traición al pueblo que te los encomendó. El Erario público es el tesoro sin manos ni rostros muy vivos, no es tu tesoro/ “my precious”, es el patrimonio común de los comunes, que más importan.
Y todo se resume en dos: Amar a tu Patria y Matria sobre todas las cosas y a tu prójimo mandante, como a ti mismo. Y te irá bien. (Nota mía: Cfr. LJA. Mandamientos de un alcalde. Sábado 23 de noviembre, 2013).
El sabio catequista universal, Padre Ripalda, exhortó a aprenderlos de memoria; dicen los anglosajones: “to know by heart”/saberlos de corazón. Viene a cuento que los políticos los prendan de un corazón inteligente. Amén. [email protected]