El pasado martes 1 de agosto, la Asamblea Legislativa de la CDMX aprobó la ley mediante la cual se prohíbe la exhibición, adiestramiento, enclaustramiento y cualquier tipo de comercialización pública y privada de delfines vivos. O sea que, fin a los shows de los inteligentes cetáceos. Solo se permitirán en los acuarios. El único delfinario que presenta tales espectáculos es Six Flags, a quien ya se le anunció que tiene tres meses para deshacerse o liberar a los simpáticos animales. La razón es la misma que se argumentó para prohibir los circos con animales, el maltrato al que son sometidos durante los entrenamientos en los que se les enseña a realizar tareas antinaturales. En el caso de los delfines, la situación es más que obvia, viven en estanques de poca profundidad, con agua tratada pero que no es marina, alimentados con peces muertos, diferentes a los que suelen comer en libertad y sobre todo obligados a convivir con humanos, lo cual tampoco es su estilo de vida natural. La ley es para la Ciudad de México donde solo hay un sitio, pero en el país existen 31 delfinarios que alojan a 270 ejemplares. No será nada extraño que a partir de ahora, también en los estados de Nayarit, Jalisco, Guerrero y Quintana Roo se comiencen a mover las iniciativas de los grupos ecologistas, sociedades protectoras de animales y como se hizo en CDMX, los diputados y senadores del Partido Verde Ecologista. El asunto es más serio de lo que parece a simple vista. Keiko, la famosa orca llegó a México en 1985, precisamente a Reino Aventura que es ahora Six Flags, gracias a las gestiones del exregente del DF, Carlos Hank, y de su hijo Jorge, un gran aficionado a traficar con especies silvestres. Previamente habían sido partícipes de la gran campaña publicitaria que se hizo a Towi, el primer panda nacido fuera de China y que vino al mundo en Chapultepec. O sea que la presencia de especies no nativas y en ambientes antinaturales siempre va de la mano de los políticos. La ballena se convirtió en el principal atractivo del centro de diversiones y luego saltó a la fama mundial cuando protagonizó cuatro películas bajo el tema de Liberen a Willy. Fueron un éxito comercial inusitado que hizo ganar a sus dueños millones de dólares. Solo que también provocó una reacción internacional a favor de “…liberen a Keiko…”. Finalmente tuvieron que hacerlo. La orca fue llevada a los mares de Islandia, donde había nacido, pero ya no pudo reintegrarse a la vida salvaje. Vivió siempre cerca del puerto y los barcos, buscando que la alimentaran los hombres en vez de pescar por su cuenta. Murió de neumonía a los 27 años, menos de la mitad de lo que hubiera vivido en libertad. La salida de la popular ballena del tanque del DF acabó con Reino Aventura, que tuvo que cerrar. Solo que Keiko y Towi resultaron ser excelentes negocios. Los souvenirs con sus imágenes en camisetas, juguetes, canciones, apariciones en televisión, dulces y toda la parafernalia comercial acostumbrada, llevaron a las arcas de sus dueños ríos de dinero. Mucho antes, en 1964, la MGM produjo para la televisión la serie Flipper que duró tres años. La idea era muy original: el dueño de un acuario y sus dos hijos adoptan a un delfín que los ayuda en rescates y otras labores de su negocio. Solo que exageraron en la inteligencia del animalito al que hacían aparecer como superdotado. La fama mundial fue inmediata sin que en ningún momento nadie cuestionara la falsedad del argumento. Y si a eso agregamos que los estudios de inteligencia animal siempre lo colocan en primer sitio, se hizo una burbuja gigantesca. Desde entonces todo el mundo cree que los delfines tienen mentes privilegiadas. Flipper también fue un maravilloso negocio que, en juguetes y prendas de vestir, canciones, dibujos animados y películas, enriqueció a la compañía de cine, a la televisora, y desde luego a los propietarios del tal Flipper, que no existía. El cetáceo protagonista fue interpretado por cinco delfines hembras. Ninguna se llamaba así. La serie acabó cuando organizaciones de defensa de la vida salvaje hicieron valer su argumento. Efectivamente, para actuar los animales eran maltratados. Y ahora ¿qué sigue? Los diputados del Partido Verde ganaron la partida y los delfines serán liberados. Un golpe político tan efectivo no puede desperdiciarse, ahora los verdes de todos los estados, las asociaciones pro vida natural y los oportunistas tienen un amplio campo de acción. A proponer leyes para liberar a los delfines de los otros lugares, que será un resonante logro para cualquier político que tenga aspiraciones.