Por Carlos Reyes Sahagún
Cronista del municipio de Aguascalientes
El viernes 28 de julio la agrupación musical Pingo’s Orquesta presentó su disco más reciente, en lo que fue una espléndida culminación de la semana laboral -o apertura de la gloria del fin de semana; lo que guste-. De esta forma las paredes del Teatro Morelos, donde tuvo lugar el concierto, sumaron a su dilatado currículum, nuevos sonidos, dado que este sexteto constituye una formación por demás excepcional en estos lares.
Y es que la Pingo’s Orquesta no es un mariachi ni una orquesta típica, ni un grupo de música tradicional, ni mucho menos norteño o banda, como abundan en la Suave Matria. Es… Bueno, quizá sea mejor decir que el ensamble lo conforma con batería, contrabajo, guitarra, que para el caso fue eléctrica, violín, trompeta y clarinete.
Con esta formación puede usted imaginar el resultado, que por momentos me sonó a música Klezmer, o a jazzistas como Stéphane Grappelli, e incluso a Jean Luc Ponty (también les he escuchado piezas que me recuerdan a Django Reinhardt, pero no esta vez).
Los Pingos, sus composiciones, sus modos desenfadados y sus arreglos a otras músicas, indudablemente refrescan el ambiente musical de la urbe y, más importante aún, dan cuenta de las transformaciones culturales; positivas transformaciones, que vive Aguascalientes.
Si algún día se los encuentra, ya sea en una fiesta, un teatro, o un restaurante, comprobará que por este lado del mundo, en este tiempo nuestro, no se había escuchado nada igual.
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