- El lenguaje te da una identidad, el idioma te cambia de muchas maneras, tienes otro lenguaje en tu cabeza y eres otra persona
Roque de la Mora es un profesor universitario mexicano que vive en Nueva York: Divorciado de su primera mujer, ha mantenido un par de relaciones con dos mujeres distintas. Vive una vida tranquila, tediosa, entre el campus y su casa, hasta que una de sus alumnas es asesinada en el campus de la Universidad, una chica con la que él había mantenido una relación durante un breve periodo de tiempo. A partir de ese hecho los lectores seremos testigos de la descomposición de la identidad del personaje, quien acusará los estragos del síndrome obsesivo compulsivo con el que ha vivido desde hace tiempo, pero con las dudas sobre el asesinato de su exalumna se agravarán y lo llevarán a conocer niveles de paranoia extrema, que lo llevarán al desmoronamiento interior.
Esta es la trama de la más reciente novela de Rogelio Guedea (Colima, 1974) El último desayuno, publicada por Literatura Random House, una novela que se encuentra escrita bajo la estructura de la novela policiaca, pero que busca indagar más a profundidad en los temas del desarraigo, de la soledad, de los límites de la obsesión. Guedea busca que el lector reconstruya junto a Roque los pormenores de su relación con la estudiante, ya que él ha olvidado buena parte de lo que hacían mientras estuvieron juntos, pues su enfermedad le provoca grandes lagunas de memoria que le han hecho olvidar tramos completos de su vida.
Una vida que el personaje empieza a reconstruir carcomido por el remordimiento, pero sobre todo por la duda de que él sea en realidad el culpable del asesinato de su exalumna y examante. Las dudas, provocadas por la amnesia, no hacen más que incrementar sus miedos y su desconexión con una realidad que lo sobrepasa cada vez más, una realidad de la cual él cada vez se siente más alejado, más aislado. Alejado de su exesposa, con quien a pesar del divorcio había mantenido una relación más que cordial, alejado de su amante, con la que rompe, mantiene además serias tensiones con el resto de los profesores de su división, quienes, cree él, sospechan de él, lo boicotean, lo juzgan por ser extranjero. Es así que El último desayuno trastoca los límites de la novela policiacas para llevarnos hacia los territorios de thriller.
Rogelio Guedea es autor de la llamada Trilogía de Colima, conformada por las novelas Conducir un tráiler, 41 (Premio Interamericano de Literatura Carlos Montemayor 2012) y El crimen de los Tepames, además de los libros de ensayos Historia crítica de la poesía mexicana I y II y Tiempo quebrado: La poesía de Jaime Sabines, además es criminalista y doctor en letras hispánicas. El último desayuno es la segunda novela de la Trilogía de Dunedin, que inició con la novela Vidas secretas de 2012:
“La idea de la novela era que tuviera un tono casi autobiográfico, que el personaje es profesor como yo mismo lo fui en un país extranjero, que tiene libros publicados que tienen títulos idénticos a los que yo he publicado, desde ahí buscaba que el proyecto narrativo fuera distinto a la Trilogía de Colima, una trilogía que tiene características particulares, que está enclavada aquí en México, que tiene una atmósfera y un lenguaje distinta con respecto a esta segunda trilogía, algo que yo buscaba en esta nueva trilogía, en donde la realidad se me impuso para ser narrada de una manera distinta, estaba muy metido en la literatura inglesa pero también después de tanto hablar en inglés puedo decir que había asimilado mucho de su estructuras sintácticas, las formas de pensar con el inglés, porque el lenguaje te da una identidad, el idioma te cambia de muchas maneras, tienes otro lenguaje en tu cabeza y eres otra persona, no solo en el lenguaje sino en todas las formas de actuar, entonces yo quería entrar por esa idea y hacer en esta trilogía que fuera acorde con lo que yo estaba viviendo en Nueva Zelanda en ese momento, luego de vivir ocho años, para este proyecto además me gustaba la idea de abordar algunos formas literarias de la manera en que las aborda Javier Marías, esta especie de autobiografía falsa, que le da mucha cercanía con el lector, esta forma de transgresión del yo autoral con el yo real, me parecía muy interesante, me gustaba esa forma de romper la distancia con los personajes y con la idea de que la novela autobiográfica tiene poco valor literario, pero en realidad en esta novela el yo autoral si tiene puntos de conexión conmigo, porque como dice Coetzee todo lenguaje es autobiográfico, sin embargo quería que el lector se metiera más, se sintiera más cómodo dentro de la historia, entonces esta trilogía busca experimentar con este acercamiento distinto, que me permite un ritmo del lenguaje diferente, un tono distinto, que no deja de ser yo, creo que sigo estando ahí, pero con otro tono narrativo, entonces una vez que tuve esa estructura general, eso me permitió entrar a temas que tienen que ver con Nueva Zelanda, que tuvieran que ver con el ser extranjero, con el desarraigo, con la soledad, con el tema del amor, del desamor, porque cuando uno vive en el extranjero muchas estructuras se mueven, cambian, incluso con el tema de la enfermedad, temas que me gustan mucho sin abandonar un género que me gusta mucho, que es el tema policíaco, de la intriga, pero tratando de modificarlo, que no fuera la figura de un detective el encargado de dilucidar el crimen, sino en este caso fuera propio personaje el encargado de salvarse a sí mismo, al ser un poco acechado al ser considerado como el culpable más factible.
Javier Moro Hernández (JMH): La soledad del migrante se ve además empeorada en esta novela por un desorden compulsivo, que lleva al personaje a obsesionarse, a pensar que efectivamente puede ser el asesino de una estudiante con la que mantuvo una efímera relación.
Rogelio Guedea (RG): El pensamiento intrusivo puede generar un ataque de pánico, te puede hacer pensar que te estás volviendo loco, algo que hasta que no lo vives no puedes saber realmente de qué va ese asunto, que no sólo es veraz, sino que es una verdad en sí misma, entonces eso era algo que quería tratar en la novela, algo que tiene una raíz autobiográfica, porque yo creo que vivimos en una sociedad muy estresada, y el tema de la soledad, el tema de no tener una casa, no tener un lugar, sentirte en medio de la nada, sin un lugar de pertenencia, creo que ese es uno de los grandes problemas que hemos estado viviendo en este mundo, gente que ya no se reúnen con nadie, gente que no puede platicar, todos esos subtemas querían que estuvieran presentes y mientras avanzaba la búsqueda del asesino de esta chica, pudieran convertirse en los temas torales de la novela, y que el lector pudiera pensar que sí le interesaba saber quién era el asesino, pero también entender más a este personaje y sus circunstancias, porque me interesaba también el lector, pensar en el lector, y por eso me interesaba hacer una novela corta, con capítulos cortos, con un lenguaje directo, muy coloquial, que pareciera que cualquiera se puede sentar y escribir esta novela.
JMH: Quería platicar sobre esta subversión del género negro que realizas en esta novela, en donde el protagonista no sólo está investigando o trata de saber quién asesinó a la chica, sino también trata de saber entre él y la chica, trata de recordar qué pasó en esa relación a partir de este síndrome que él sufre trata de recordar cómo fue su relación con ella y eso le da al lector varias capas de misterio.
RG: Me interesaba que el punto de la desmemoria fuera lo que diera pie a que la trama avanzará, ese elemento se convirtió en una técnica narrativa para la intriga, algo que para mí fue fundamental para que el lector fuera avanzando en estos diferentes tramas que tiene la novela, una de ellas la relación que el protagonista tuvo con la chica, o la relación que tuvo con su exmujer también, porque luego recuerda cosas mientras mantiene conversaciones con su exmujer, cosas que ha olvidado por completo por culpa de la enfermedad que tiene, y uno como narrador aprovecha esas licencias para introducir datos que interesantes sobre ese personaje, sobre la chica, sobre los papás de la chica, para ir rellenando el fresco del personaje principal, de quién es la chica, la exmujer, la relación con sus colegas, y todos los sospechosos que van apareciendo, y es acá en donde debo decir que la novela se basa en un hecho real, y todo está documentado tal como fue, los sospechosos que aparecen en la novela, son personajes que en la vida real fueron sospechosos del asesinato, no es un asunto que en realidad yo me haya inventado, en realidad el paracaidista fue el personaje de la novela, que cayó en ese universo con todo el bagaje que él contenía, pero la trama real fue real, pero me interesaba que el resultado final fuera una historia que se contara de la mejor manera y que entretuviera al lector.
JMH: Cuando inicias la novela y te das cuenta de quién es en realidad el personaje central de ella, de que es un profesor divorciado, que tiene una relación amorosa, podría uno pensar que es una vida relativamente normal, pero la reconstrucción que haces del personaje, de sus conflictos, de su enfermedad, de su pérdida de memoria, le das una visión distinta al lector que va reconstruyendo junto contigo a este personaje que tiene una muy mala relación con sus padres, que vive solo, que parece no ser tan normal como lo pensamos en un primer momento.
RG: Eso quería yo, que empezáramos viendo a una persona que parece es muy normal, tiene una vida muy normal, pero que poco a poco fueras viendo que el tipo tiene unos problemas físicos, y por tanto mentales, muy duros, muy difíciles, siempre me ha gustado analizar esa delgada línea entre el bien y el mal, saber que somos capaces de romperla, de atravesarla, somos capaces de matar a alguien y después conmovernos por la muerte de un gatito, esas dos caras de lo que somos siempre me ha intrigado mucho, porque el ser humano es súper complejo, entonces a mí me interesaba mucho esa parte de la novela en donde el personaje se pregunta sobre el amor, sobre la relación que había sostenido con esta estudiante que ha sido asesinada, y por eso la escena del último desayuno me parecía fundamental para entender la reconstrucción de la historia que él hace, porque ella muere después de su último desayuno, algo que además le sucede de otra manera al protagonista, quien llega un día a casa de su exmujer y la encuentra desayunando con otra persona, pintar una escena que nos da la sensación de que él va a seguir, con sus muchos problemas, pero él va a seguir, pero me interesaba mostrar lo frágil que es la línea entre el amor y la obsesión, entre el querer a alguien y dejarlo de querer.
JMH: La idea del desarraigo está basada en la idea de la migración, del tener que viajar a otro lugar para sentirte así, pero me parece que tu novela nos muestra que no es necesariamente así, te puedes sentir completamente solo y abandonado, aunque estés rodeado de la gente a la que amas.
RG: Eso es algo que me parece fundamental, de hecho yo creo que de ahí provienen las tantas lecturas que puede tener esta novela, hay gente que me ha dicho que le parece una novela muy divertida, a pesar de que el personaje principal está sufriendo, pero sus obsesiones y sus manías provocan risa, y sí, yo estoy muy consciente de que mis manías provocan risa a las personas que me rodean, de cosas que hago, porque sí son de risa, pero en ese momento cuando sufres ataques de pánico y no te acuerdas de las cosas, te quieres morir, son momentos muy dolorosos, entonces son un montón de cosas que pueden tener muchas interpretaciones y justo de ahí, la riqueza, lo que sí es que yo quería entregar una obra que cerrara y saber quién fue el asesino, aun cuando quede la duda de si el personaje principal no fue el verdadero asesino.
JMH: El síndrome obsesivo-compulsivo es otro de los temas de la novela, me parece, pues hay un momento en donde él está viendo el partido de tenis de Rafael Nadal, y se identifica con todos los tics que tiene el jugador, y eso lo hace sentir menos solo. Pero también es algo que vamos descubriendo a lo largo de la novela.
RG: Claro, eso es algo que uno va dejando como huellas, como rastro en la novela, pero también como uno es obsesivo, tengo una forma de trabajar particular, pero lo que quiero es que esos detalles, toda la investigación que hay detrás de la novela, no se noten, que el lector se dé cuenta de lo que yo investigue, y lo menos que se pueda notar todos los cimientos sobre la cual está construida la novela, mejor para mí.