El eclipse solar de este día no es el primero que se observa en México. De acuerdo a los registros históricos será el Número Nueve, si comenzamos a contar que el primero que fue observado científicamente ocurrió el 22 de noviembre de 1919. Pero seguramente uno de los más connotados fue el que ocurrió el 7 de marzo de 1970, que fue total anular. A ello contribuyó el hecho de que sucedió en plena época hippie, cuando los jóvenes andaban muy prendidos con el lema de amor y paz, no a la guerra, el radical cambio de vestido, el surgimiento de las cabelleras largas, música de The Beatles, The Doors y The Rolling Stones. Pero particularmente el brote agudo de amor por las drogas, que entonces eran la marihuana, el LSD y como gran novedad los hongos alucinógenos. Como coincidente sincronía, el mejor sitio para observarlo era el pueblo de Miahuatlán Oaxaca, ya para entonces famoso por ser un lugar de peregrinación de consumidores de hongos, junto con el pueblo serrano de Huautla donde presidía la sacerdotisa mazateca María Sabina. El lugar se llenó desde dos meses antes con hippies, curiosos y astrónomos certificados de varios países. El eclipse fue televisado en red nacional y narrado por un locutor entonces muy de moda, porque hablaba de los extraterrestres, llamado Pedro Ferriz quien se emocionó al presenciar el eclipse y entonces hizo famosa su exclamación “…No sabemos si reír, o llorar o ponernos a rezar…” Que sirvió para bromas y comentarios jocosos. Los astrónomos hicieron sus observaciones y registros y se retiraron en paz. Los muchachos se desnudaron, tomaron baños de sol eclipsado, se quedaron durante varios días, bailando, cantando y por supuesto consumiendo mota, champiñones mágicos y pastas. Y en el resto del país sucedió lo que ha venido ocurriendo desde los inicios de la humanidad: El Miedo. Corrieron como siempre los mitos de ocultar y proteger a las mujeres embarazadas para evitar daño al bebé, el uso de prendas de color rojo o piezas de metal en el cuerpo para evitar los efectos maléficos de los perniciosos rayos negros, no enviar a los niños a clases, no ir a trabajar (para esto siempre estamos dispuestos) y una larguísima lista de creencias populares basadas en el desconocimiento, en la falta de información y sobre todo en el terror ante lo desconocido. Creímos que ahora, en pleno Siglo XXI, el efecto podría ser distinto ya que cualquier persona tiene al alcance el internet y la Wikipedia mediante la cual podrían informarse seriamente sobre el fenómeno meteorológico. Tristemente nos damos cuenta de que los mitos tardan en morir. En la conseja popular seguimos escuchando los mismos temores de hace siglos. Hemos aprendido poco. Contribuyen penosamente la abundancia de astrólogos, tarotistas, quirománticos y sanadores de diversas índoles que persisten en nuestra realidad como emisarios del pasado y de la ignorancia. El impacto de estos charlatanes es grave en la salud mental de la sociedad y sorprende que las autoridades sanitarias no hayan hecho nada al respecto. Por la ciudad proliferan “consultorios” de estos defraudadores, con permiso de comercio y vendiendo sus mitos y engaños, desviando la atención de personas que acuden con patología mental como depresión, ansiedad, fobias y la gran diversidad de problemática emocional, para recibir conjuros, ensalmos y talismanes. Estos “servicios” tienen un costo económico, pero sobre todo en el daño que se hace a la personalidad del paciente ¿Cómo es que, a finales de la segunda década del Siglo XXI, lo seguimos tolerando? Me parece que la Ley General de Salud del Estado de Aguascalientes amerita una buena revisión sobre todo en el Capítulo XVII, capítulo único No. 226 que se titula Medicina Alternativa y de una manera bastante vaga e indefinida acepta sin reglamentar el uso de tales actividades fraudulentas. Se cumple nuevamente la vieja regla de que “…es más fácil inventar un mito que buscar la verdad.” Francamente ya no sabemos si reír, o llorar o ponernos a rezar.