Los políticos y tomadores de decisión equivocadamente han visto a la planificación urbana y la salud como sectores y profesiones desconectadas. Tradicionalmente, la planificación urbana se ha pensado únicamente como un mecanismo para regular el uso del suelo, el transporte, la vivienda o los espacios públicos, mientras las políticas de salud se han orientado hacia la actividad física, alimentación, seguridad y salud mental. Sin embargo, cómo vivimos y nos desenvolvemos en la ciudad incide directamente en nuestra salud. Veamos cinco ejemplos que demuestran cómo la planificación urbana y la salud están estrechamente relacionadas.
Primero, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los adultos de 18 a 64 años realicen 150 minutos de actividad física de intensidad moderada por semana para prevenir riesgos de enfermedades crónicas como la obesidad o diabetes. No necesariamente se trata de ir al gimnasio, sino simplemente de caminar, andar en bicicleta o hacer ejercicio al exterior. La manera en que está diseñada y construida la ciudad incide en cuánto nos movemos, por ejemplo, a través de la disponibilidad y calidad de banquetas y ciclovías. Por lo tanto, los planificadores deben construir entornos adecuados con áreas verdes y espacios públicos, infraestructura peatonal y ciclista, mezcla de usos del suelo y mayores densidades de vivienda y población que promuevan y faciliten la actividad física.
Segundo, México ocupa la primera posición en el ámbito mundial en obesidad, y Aguascalientes el segundo lugar nacional en obesidad infantil. La planificación urbana está relacionada con la obesidad no sólo en términos de actividad física sino también de alimentación, al determinar la ubicación, disponibilidad y acceso que una persona tiene a mercados, supermercados y opciones de comida saludable. Es decir, una persona tenderá a adquirir y consumir el tipo de alimentos a los cuales tenga un acceso fácil y rápido. Forsyth et al. (2012) encontraron que en Estados Unidos los adolescentes que viven en entornos con un alto número de restaurantes de comida rápida como McDonald’s comen en este tipo de restaurantes con mayor frecuencia que quienes viven en entornos sin estas opciones de comida.
Tercero, las enfermedades se propagan rápidamente a través del agua o por la ausencia de ésta, por lo que asegurar una alta disponibilidad y calidad de este servicio es prioritario para mejorar la salud. A su vez, la expansión y el crecimiento desmedido de las ciudades aumentan el costo de proveer y mantener las redes agua potable. Por lo tanto, la calidad y disponibilidad de agua, sobre todo en ciudades con grandes retos en esta materia como Aguascalientes, dependen en parte de la planificación urbana, pues una ciudad más compacta permitiría optimizar los recursos para la dotación y mantenimiento de la infraestructura de almacenamiento y distribución.
Cuarto, la calidad del aire es un elemento clave en la promoción de la salud en las ciudades. El monóxido y dióxido de carbono, entre otros contaminantes, pueden generar un sinfín de problemas de salud, particularmente relacionados con enfermedades respiratorias como el asma. Recientemente, en Aguascalientes, el Sistema de Monitoreo de Calidad del Aire ha arrojado índices superiores a los 50 puntos en el Índice Metropolitano de Calidad del Aire, lo que indica una calidad del aire moderada por el grado de contaminación y riesgo para la salud. En este sentido, una planificación urbana deficiente puede aumentar los niveles de contaminación al incentivar un mayor uso del automóvil, con consecuencias negativas para la salud, especialmente para peatones y ciclistas.
Quinto, de acuerdo con el Banco Mundial y la OMS, en el año 2020 los trastornos de salud mental serán responsables de 15 por ciento de las enfermedades, y la depresión será en uno de los principales problemas de salud en el mundo. En este contexto, Aguascalientes actualmente presenta la segunda tasa de suicidios más alta del país (8.6 suicidios por cada 100 mil habitantes), solamente detrás de Campeche. Diversos estudios (Health and Places Initiative, 2014) han demostrado que las ciudades que ofrecen un mayor contacto con la naturaleza pueden influir de manera positiva en la salud mental de las personas y disminuir los niveles de estrés, tensión y depresión. Por ejemplo, Barton y Pretty (2010) encontraron que la presencia de áreas verdes en ciudades del Reino Unido mejora la salud mental, y que el efecto es mayor en presencia de cuerpos de agua. Así, la planificación urbana, y no ocurrencias de campaña, puede contribuir a mejorar la salud mental en la ciudad.
En conclusión, la relación entre la planificación urbana y la salud es una gran área de oportunidad que nuestras autoridades deberían explorar para mejorar la calidad de vida. El urbanismo puede y debe complementar las políticas de prevención de enfermedades en Aguascalientes. Una mejor coordinación y el diseño conjunto de políticas públicas urbanas y de salud permitirían sumar esfuerzos y presupuestos para avanzar hacia una ciudad más saludable.
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Referencias:
- Forsyth, M. Wall, N. Larson, D. Neumark-Sztainer, M. Story. 2012. Do Adolescents Who Live or Go to School Near Fast-Food Restaurants Eat More Frequently From Fast Food Restaurants? Health and Place.
Barton, Jo and Jules Pretty. 2010. “What is the Best Dose of Nature and Green Exercise for Improving Mental Health? A Multi-Study Analysis.” Environmental Science and Technology.
Health and Places Initiative. 2014. Mental Health, Health, and Place. A Research Brief. Version 1.0.