La castiza expresión “con los pies en la tierra” invoca la fuerza de un potente relativizador, capaz de reducir a su más simple expresión problemas complejos, que de otra manera se vuelven inasibles, inmanejables y, por tanto, irresolubles. Este es el caso de problemas sociales tan masivos y tan densos como la corrupción, la impunidad, la ineptitud de funcionarios públicos, la pantanosa inercia burocrática de los congresos -locales y de la Federación-, la congénita evasión de responsabilidad ya sea por motivos técnicos, profesionales o de imputabilidad ministerial; y tantos otros problemas a los que olímpicamente les sacamos la vuelta. Ejemplo claro de esto lo tenemos a la vista en el socavón carretero que acaba de ocurrir en el paso exprés México-Cuernavaca, a la altura del kilómetro 93+600 frente al Conalep de Morelos, que tuvo un costo de 2 mil 213 millones de pesos.
Resulta tan abrumadora la cantidad y la intensidad de información mediática que un hecho físico como éste, o las narrativas cotidianas de hechos de sangre cometidos con irracional violencia ya sea por el crimen organizado o por grupos de interés en conflicto, por minúsculos o mayúsculos que sean, efectivamente hacen inmanejables dichos problemas, debido a la desproporción de la escala humana individual, con que son magnificados. Simplemente dicho, su dimensión desorbitada apabulla nuestro mejor ánimo para entenderlos y, con ello, nuestra posibilidad de resolverlos.
Por tales razones, se hace imperativo afrontarlos “con los pies en la tierra”, como un modo de relativizar su desproporcionado cuerpo e incompresibles fuerzas amenazantes. Con esta idea en mente, recupero el lúcido juicio de un gran pensador científico, me refiero a Pierre Teilhard de Chardin hablando del fenómeno humano. Al centro de la evolución universal, está el hombre; pero inmerso en un mundo de complejidad cada vez mayor de lo social, de lo político, de lo económico. “Sin que nos demos cuenta, aumenta constantemente un desfase inquietante entre nuestra vida moral y las nuevas condiciones creadas por la marcha del Mundo”, dice Teilhard de Chardin en su obra La Activación de la Energía, 1967. (Nota mía: LJA. Intramundanos. Prospectiva, el hombre como eje de una integración superior. Sábado 26 de marzo, 2011).
Expliquémonos, esa naturaleza humana que se concretiza en un solo hombre y una sola mujer ya es de por sí un fenómeno inédito en el Universo cósmico, pero a ello añadámosle el ser humano organizado en una red inmensa de relaciones sociales que fundan sus sistemas de producción y consumo, sus sistemas de organización societal bajo una autoridad suprema que es el Estado y que identificamos como relación política fundamental; más la urdimbre increíblemente compleja de la cultura con base en la comunicación simbólica de la Palabra, y que es referente del sentido, el significado, o simplemente dicho el poder de los símbolos, todo esto hace endiabladamente más compleja la explicación del hombre en este Mundo, entendido como totalidad. Enunciados todos estos que abonan a ponernos un piso razonable, para entender nuestra situación frente a la problemática cada vez más compleja de lo social, lo político, lo económico y lo cultural, y éstas a su vez esferas de relaciones interconectadas, que no pueden explicarse las unas sin las otras.
Es poniendo “los pies en la tierra” como tendremos acceso a una comprensión más clara de que no podemos continuar indefinidamente tolerando este desbordamiento de nuestra escala humana, que toca directamente nuestro nivel de tolerancia; no digamos ya de nuestro aturdimiento que nos lleva a la indiferencia, la pasividad, la falta de participación y de involucramiento en la solución de nuestros problemas por difíciles que sean. Dicho en una primera síntesis, no podemos quedarnos pasmados e inactivos frente a tal estado de cosas, y sí reaccionar como lo está haciendo el movimiento ciudadano Nosotrxs, bajo iniciativa de cerca de sesenta intelectuales y académicos, y por voz de Mauricio Merino que vino a instalar dicho movimiento en la ciudad de Aguascalientes.
Para mí esta vía de Nosotrxs es un instrumento social relativizador de las fuerzas inerciales que desalientan toda iniciativa ciudadana. En donde, según mi opinión, la ética es el principio de unificación por la vía de la convicción y del libre albedrío, por el poder autónomo de la voluntad, pero para fusionarse en una unidad superior: una sociedad humana más compleja, mejor integrada y, por ello, superior tanto en modos de producir y reproducir la vida como en modos de compartir y repartir los bienes que nos brinda el Universo con sorprendente abundancia. En esta reflexión estriba uno de los grandes misterios de nuestro futuro: la opción por la perfección ni es intimista o individualista ni es socializante en extremo, se trata de la aspiración a una integración superior, en donde tanto el individuo como la sociedad en general, se ven integrados en una dimensión superior de ser; integración que también concierne a la política, la cual no es sino un tipo de “extrapolación” de la Ética, en palabras del mismo Padre Teilhard de Chardin. Razón por la cual, ambas de ninguna manera son asignaturas renunciables o dispensables al resto humano, sino que precisamente son la condición de su pleno cumplimiento. (Opus cit., Intramundanos. Ibídem).
En la tradición occidental cristiana, tenemos el prototipo de la acción y de la contemplación que se simboliza en dos mujeres, Martha y María las hermanas de Lázaro, amigas de Jesús de Nazareth, cuyo testimonio histórico nos ayuda a despejar este aparente antagonismo. En dicha narrativa, la mujer simboliza dos vertientes posibles de comportamiento ante la vida, y que representa con gran pertinencia los dos prototipos fundamentales con que actuamos los seres humanos: Por un lado, la vida activa, las ocupaciones de todo tipo, los negocios, las preocupaciones por el alimento, el diario sustento, los satisfactores de la salud, y aun los signos externos del status social con que ansiamos distinguirnos de los demás, en esta prosecución podemos gastar toda una existencia; por otro lado, la actitud contemplativa que es la búsqueda insaciable de conocimiento e inteligencia, enfocada a un vivir pleno e integral, con dignidad total como seres creados a imagen y semejanza de Dios, en calidad de hijos y no de esclavos (Nota mía: LJA. La Mujer Activa y la Mujer Contemplativa, dos Prototipos. Sábado 18 de abril 2009).
Contemplación que por cierto no es delectación improductiva y solitaria, sino empresa histórica y solidaria que puede implicar la entrega libre y voluntaria de la propia vida por el bien de los demás. En el lenguaje evangélico, optar por creerle a Jesús es signo inequívoco de que su mensaje y su entrega sacrificial cumplen a cabalidad su misión en esta Tierra, abriéndole a todo hombre y a toda mujer la posibilidad de ser libres, emancipados y poseedores de la titularidad en tanto hijos de Dios. Que en términos del movimiento laico que hemos mencionado, es empoderar al hombre por la dignidad inscrita en el mismo hombre; lo que no excluye que la persona humana también esté abierta a la trascendencia, y que la condición histórica de ésta sea precisamente su emancipación de todo tipo de esclavitud o sometimiento ya sea social, económico o político.
Tenemos otro gran referente. “En diciembre de 1947 Jacques Maritain viajó a México para presidir la delegación francesa que participó en la II Asamblea de la Unesco, de las Naciones Unidas. El discurso de apertura de esa Asamblea fue pronunciado por Jacques Maritain. Su exposición y otros aportes personales, sirvieron de base para la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que se aprobó un año más tarde. Sus ideas tuvieron una destacada influencia en ese importante e histórico documento que ha servido para la defensa de los derechos humanos en el mundo entero, y que cumplidos 50 años, más tarde, todavía tiene vigencia” (José Gómez Cerda, presidente de la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores, [email protected] (ADPE). (Nota mía: LJA. Presuntos Culpables. Sábado 24 de marzo 2012)
De manera que nuestras condiciones de futuro no pueden estar supeditadas a un tipo de contemplación vivida como reza la simpática expresión italiana: “il dolce far niente”/ el sabroso no hacer nada, entendido como ocio indulgente hermanado con la pereza, como huida graciosa de la vida activa, retirada de los negocios y ocupaciones de este mundo; por el contrario, es imperativo transitar al “ocio creador” que se asemeja al de los intelectuales y académicos, pero que se hace verdad en el compromiso histórico y social con sus semejantes, en emprendimientos como al que estamos convocados por Nosotrxs.