Cultura de la violación: cuando el mundo aplaude al atormentador / Por mis ovarios, bohemias - LJA Aguascalientes
24/11/2024

 

“…no sabian lo que yo sentia lo que yo queria nunca me sentí tan mal como hace tiempo de niña ni aun cuando un tio abuso de mi siendo una niña y el no berselo dicho a mis papas. Yo creía que no era malo aunque no me gustaba y el me decía que si yo decia algo mi papito se me hiba a morir porque yo era mala y nunca dije nada. Es que mi papito estaba muy biejito el era biudo cuando mi mama se caso con el cuando ella tenia 13 años y mi papa tenia 52 años es una larga historia solo puede decir que aunque mi mama se caso con el yo supe de grande la historia de mi mama ella no se caso enamorada la vendio mi abuela […]. Con mi pareja con el papa de mi hija la relacion no funciono quisas por mi culpa porque aun me cuesta trabajo que tengamos relaciones y como le decia, lo tipico hando en mis días, me duele la cabeza, me siento mal no quiero y el pensaba que yo le engañaba entonces fue discutir y discutir asta que nos separamos yo queria llevar una vida normal pero no podia y es que nunca le dije que habían abusado de mi por pena.” María.

“Es cuando yo tenia sinco años sufri un avuso sexsual y lo enpese a recordar todo cuando tenia 8 años y yo le conte todo a una persona que llo le tenia un poco de confianza pero ella se lo dijo a mi mama y entonces me pregunto que si era sierto y llo contesté que si y me dijo que no era posible porque decia mentiras que eso estaba mal y que no devia decirlo porque le iba a ser mucho daño a esa persona.” Juana.

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Irreversible es una película que narra la violación de una mujer. La escena del ataque es cruda, dura, cruel, asqueante. Es una sola toma de 9 minutos interminables. El director del film asegura que “la vemos desde el punto de vista de la mujer agredida, porque el tipo parece demasiado malo para ser real aunque, lo digo en serio, las violaciones en la vida real pueden ser mucho más agresivas”. Embestida tras embestida, el dolor y angustia de la actriz, los movimientos, los golpes que recibe y el ultraje parecen tan reales que nos hace voltear la mirada, no queremos ver.

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Esta semana, el músico R Kelly fue acusado de manipular y convertir a 6 jóvenes en sus esclavas sexuales. La acusación no es la primera de este tipo en la vida del músico, quien tiene un historial de violencia, abusos sexuales y pornografía infantil. Siempre ha salido bien librado de todos los cargos y declarado no culpable.

En diferentes casos y con sus respectivas aristas y supuestos, pero en el mismo tema, el abuso sexual, han estado envueltos Woody Allen, Roman Polanski, Bill Cosby, Bernardo Bertolucci, Marlon Brando, por mencionar a algunos. Desde el inicio de las acusaciones, todos ellos han sido defendidos por sus admiradores, anteponiendo su arte u obra a las víctimas, que han sido consideradas desequilibradas, locas, manipuladas, u oportunistas que buscan fama y dinero.  

También esta semana, al exjugador de futbol americano OJ Simpson le fue otorgada la libertad condicional por secuestro y robo. En 1995 fue hallado no culpable del homicidio de su exmujer y un amigo de esta a pesar de toda la evidencia que lo comprometía. Sigue siendo el héroe de miles. Johnny Depp es el guapísimo galán que golpeó y maltrató a su esposa por muchos años y hasta Rihanna tuvo la culpa, dicen, de la golpiza que le dio Chris Brown, por andar de cascos ligeros. Naces, creces, te vuelves un maltratador, la gente te defiende. Aunque esto no es exclusivo de los famosos. La madre de Juana le pidió no decir nada de su agresión para no dañar a quien la había violado. Mi abuelo entró en el momento justo en que un tipo trataba de forzar a mi abuela y después de molerlo a golpes y sacarlo del lugar, mi abuela cargó por mucho tiempo con los reproches por haber “provocado” a su agresor.


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La cultura de la violación es cuando se normalizan las agresiones sexuales en las personas. Es cuando se responsabiliza a la víctima por su vestimenta, porque sale de noche a una fiesta y beber, por quedar paralizada y no poder defenderse. Es cuando se considera sexy el simular una violación. Es creer que las prostitutas no son violadas porque para eso son. Es violar a un gay o un trans y pensar que no sufrió ningún daño. Es cuando creemos que el violador merece ser violado en la cárcel. Es querer violar a una lesbiana para “curarla” de su lesbiandad. Es pensar que la víctima está gozando mientras es violada dormida o despierta. Es un grupo de universitarios gritando No means yes, yes means anal! Es cuando el sistema judicial revictimiza a quienes se atreven a poner una denuncia por abuso sexual. Las mujeres seguimos sintiéndonos culpables, sucias, irresponsables, desvalorizadas, indignas por la cultura de la violación que impera en todos los estratos sociales. El mundo continúa siendo amigo, compañero, defensor del agresor, aun con o sin dictamen de un juzgado, con evidencias y sin ellas, con presunción de inocencia, sin creer en la palabra de la víctima porque, cómo, no puede ser que fulano sea un violador, si es tan buena persona, si todos los días me saludaba, si es su tío, si es su padre, su abuelo…

Entonces, ¿qué entendemos por un ataque sexual? Aún tenemos que definirlo: Una violación es cuando una persona no expresa su consentimiento frente al acto sexual. Puede ser con agresiones o no. Cosby narcotizó a sus víctimas. Siempre será violenta. Es cuando se ejerce el poder hacia la sexualidad basado en la fuerza física, en la dominación del otro. La violación es un arma de guerra. Una forma de tortura. Ocurre en lugares públicos y privados. En donde nos sentimos seguros e inseguros. La realizan conocidos y desconocidos. ¿Sin verga no hay violación, recuerdan a Perelló? ¿O recuerdan aquel caso del multimillonario que fue exculpado de la violación de una joven por un tribunal que aceptó el argumento de que él no la violó, sino que se tropezó y la penetró “accidentalmente”?

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“¿Cuál es tu película favorita de Woody Allen? Antes de responder, debes saber: cuando tenía siete años […] me atacó sexualmente”. Así comienza la carta de Dylan Farrow donde denuncia al cineasta. La diferencia entre Dylan, María y Juana, es que mientras la primera escribió una carta de denuncia en una plataforma como el The New York Times, las otras dos escribieron su evento en un ejercicio escolar, con total apertura, y lo hicieron de forma tan normal porque lo han llevado consigo toda la vida. El punto en común en las tres es que muchas personas, en las diferentes latitudes y condiciones, han puesto en duda su palabra, su pesar, han cuestionado la veracidad de sus relatos.  

Otra que no solo escribió una carta, sino un libro fue “la niña”, como se le llamó siempre, que fue violada por Polanski. Ya lo perdonó ahora a los cincuenta años. Pidió que diferenciemos “el hombre y la obra” cuando este fue nominado al Óscar a la mejor dirección por The Pianist. ¿Pero es que alguien quisiera ser toda la vida la violada por un famoso? “Lo que pasó con Roman fue desagradable, me dio miedo, pero solo duró unos minutos. Declarar […] duró horas, semanas, meses […]”.

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El director de Irreversible dijo que el violador de su película logra ser demasiado malo para ser real, que las violaciones en la vida real “pueden” ser mucho más agresivas. ¿De verdad nos asquea más la escena de la película, a la que le volteamos la cara para no ver, que las miles de mujeres, niñas y niños que lo padecen a diario? ¿Que leer a María o a Juana? ¿Sus violadores serán demasiado malos para nosotros? ¿Y para ellas? ¿No que la realidad supera siempre la ficción?

El Semáforo Delictivo indica que en Aguascalientes en este 2017 han ocurrido 117 violaciones: junio 25; mayo 22; abril 16; marzo 12; febrero 8; enero 16. Números, no rostros, no personas. Números. También especifica que la cifra negra dice que sólo se denuncia el 10.5% de los delitos, lo que quiere decir que puede haber mil 114 personas que han sido violadas en este estado sin que hayan presentado una denuncia por miedo, por desconfianza, por vergüenza.

¿Qué le hace la cultura de la violación a todas estas personas? ¿Qué nos hace como sociedad cuando seguimos dudando de la víctima, exculpando a los agresores, venerándolos?

Leo la narración de estas dos mujeres que fueron mis alumnas. Para mí tienen un rostro. Quisiera pensar que otra oportunidad. Ellas no tuvieron una escena de 9 minutos interminables y continuos. Nadie detuvo la cinta ni se salió de la sala para no continuar viendo la violación. Su historia no ha terminado y nadie dice que sus agresores fueron lo suficientemente malos, nadie los culpa, siguen impunes. Dylan Farrow termina su carta escribiendo: “Imagínense un mundo que aplaude a su atormentador. ¿Se lo imaginan?”.

 

@negramagallanes


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Tania Magallanes

Jefa de Redacción de LJA. Arma su columna Tres guineas. Fervorosa de lo mundano. Feminista.

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