Liberté, égalité, fraternité [et résistance]
A Juan Pablo de Ávila, por quien busqué la otredad y la empatía
Aguascalientes se ha -fue- polarizado nuevamente ante las manifestaciones de la Normal Rural “Justo Sierra Méndez” de Cañada Honda, ratificando el escenario de una sociedad centralista, hermética y con amnesia, que durante el 7 de junio, Día de la Libertad de Expresión, evidenció -irónicamente- el rezago educativo en el que se encuentra la población frente al escenario internacional, como el desarrollo de habilidades para la interpretación, consumo y crítica de información. Verbalizar construye realidades y en esta contienda la ciudadanía es la que se carcomerá si no se atreve a dialogar, a reconocer la historia de “los otros”, cuya situación es más cercana de lo que se cree. Cañada Honda sigue educando aún en paro y está exponiendo el clasismo, racismo, sexismo y la ignorancia fértil de un estado que debería ser sometido al Protocolo de Estambul.
Las normales rurales son las instituciones que aglomeran a las personas quienes impulsadas por su realidad buscan intervenir activamente en la mejora de sus comunidades. El escenario de las periferias sigue siendo muy distante de la metrópoli, pues más allá de los pocos empresarios prominentes del campo, la gran parte de su población se enfrenta al trabajo y la venta de productos mal remunerados, desempleo, carencia de servicios e infraestructura; en una desventaja económica, social y cultural aún mayor que en las colonias “populares” de las zonas urbanas. Pocos son aquellos quienes, circunscritos en las aparentes posibilidades de desarrollo que ofrece la urbe, se atreven a ingresar a los sitios con mayores necesidades. Las normales rurales encarnan la historia mexicana de los indígenas, del fundo, de la esclavitud disfrazada de precariedad laboral, del afamado lema “la tierra es de quien la trabaja” y las promesas de Morelos, Vasconcelos, Benito Juárez…
¿Y las mujeres? Uno de los temas controvertidos ha sido el transformar Cañada Honda en una escuela mixta, permitiendo el ingreso de hombres a sus aulas bajo el argumento de la igualdad. Sin embargo, valdría la pena exigir un mayor esfuerzo intelectual ante dicho planteamiento. En varias ocasiones las comunidades rurales terminan siendo pobladas por mujeres ante el fenómeno de la migración y ante un contexto de inequidad las normales con esquema de internado y exclusivas para ellas ofrecen una verdadera opción de desarrollo. Por otra parte, no es posible negar la diferencia de los comentarios de la población cuando los manifestantes son hombres, cuando quienes toman las calles son mujeres que paradójicamente asumen el estereotipo de la devota a los “valores familiares”. ¿Cuál es la diferencia entre las cristeras o las del Frente Nacional de la Familia y las normalistas?: las primeras asumen los discursos del centro y decimonónicos, mientras las últimas son la voz de la vanguardia, de la denuncia y el exclusión histórica, la versión moderna de las mujeres que tomaron las calles e hicieron estallar la Revolución Rusa, de las que marcharon por Versailles para la francesa.
¿Vandalismo? La masa es efervescente, la llamada violencia encausada seguirá siendo violencia y deberá señalarse, pero este tipo de sucesos durante las movilizaciones sociales suelen ser menores, aunque su registro siempre sea buscado para deslegitimar la libre manifestación, por lo cual se han implementado mecanismos como el sentarse en el suelo para dejar en evidencia a las personas infractoras que se hayan dejado llevar por la euforia o hayan llegado desde otras trincheras. El Día de la Libertad de Expresión, la exposición de la marcha de las normalistas de Cañada Honda se enfocó en imágenes donde unas jóvenes grafitearon el muro de contención de una calle sobre un puente desnivel y dos pilares de un puente elevado, dos únicos sucesos que valieron para vilipendiar la manifestación.
Por otra parte, comerciantes, locatarios y empresarios de la zona centro de la capital fueron alterados por cuerpos de seguridad quienes les sugerían cerrar porque podrían presentarse actos vandálicos, mientras que a otros establecimientos con servicio a domicilio se les advirtió evitar el primer cuadro de la ciudad y áreas aledañas, transmitiendo la imagen de un secuestro social, fermentando el terrorismo ante un grupo que, como otros tantos, no cuentan con promoción, seguridad, financiamiento y acompañamiento.
A sólo unos meses del llamado gasolinazo, periodo durante el cual se presentaron diferentes movilizaciones, tomas de casetas y disturbios, ¿se nos ha olvidado la exposición de videos y fotografías donde se identificaban infiltrados?, ¿se nos ha olvidado la serie de sucesos donde se ha orquestado la “pasión” para irrumpir con violencia? Las normalistas están siendo perseguidas, cercadas, sometidas a la obscuridad por una aparente falla eléctrica. Si Aguascalientes se tiñese de sangre ¿volvería a emerger la indignación nacional como ocurrió con Ayotzinapa o por ser mujeres indómitas se justificará el “ejercicio de la fuerza”?
Durante la marcha de las normalistas existe un momento cumbre con tanta carga simbólica que eriza la piel a quien logra observarlo de manera contemplativa: se posicionan a la salida del puente desnivel de una de las arterias principales y después de algunos segundos se lanzan corriendo y gritando consignas a la boca del túnel en sentido contrario al flujo vial, el eco engruesa y después de unos minutos se apaga… la performance encarna la huida, la persecución, la historia, la vida de las normales rurales que se arroja a contracorriente buscando un resultado distinto y que tras hacerse patente se disipa entre el día a día, el murmullo y la mofa de quienes están sobre la banqueta, sobre el puente, arriba, distantes, lejanos de una realidad persistente.
¿Hemos dicho que cuatro aparentes normalistas grafitearon dos pilares pilares y una barda o sólo hemos gritado que las normalistas hacen vandalismo? La diferencia sólo puede ser perceptible si nos atrevemos a buscar lucidez. Si deseamos asumir los privilegios de la condición humana como la capacidad de raciocinio para transformar nuestro entorno es responsable reflexionar sobre la historia y el contexto de las comunidades alejadas de la urbe, de las normales rurales, sexismo, racismo, aislamiento sistemático, masacres y asignaturas pendientes. Verbalizar construye realidades y el que Aguascalientes se aprecie como tierra de la gente buena le ha costado callar, padecer y mantenerse en el rezago en la intimidad de los hogares, donde no puede ser señalada de rojilla, de chaira, de invertida, desviada.
@m_acevez
También deberían de demostrar su coraje en las aulas, con las pésimas calificaciones que tienen, no tienen muchos argumentos para demostrar que su prioridad es una educación de calidad, que tristeza que lo único por lo que destaca esa escuela es los distintos actos que perturban a la sociedad de Aguascalientes y no sus logros académicos.