Un mundo raro / Memoria de espejos rotos - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Y si quieren saber de tu pasado,

es preciso decir una mentira:

di que vienes de allá, de un mundo raro;

que no sabes llorar, que no entiendes de amor,

y que nunca has amado…

Un mundo raro – José Alfredo Jiménez

 

Comienzo por ofrecer una disculpa. La edición anterior de Memoria de espejos rotos no apareció el jueves pasado por una omisión imputable a mí. Bien. En estos últimos días hubo algunas notas periodísticas, y algo de “información” en redes sociales, que me convencieron sobre lo raro de este mundo. No me refiero necesariamente al “mundo” como tal, sino a ese constructo simbólico de interacciones que -al menos en México- llamamos “realidad”. Estoy seguro de que, en un tiempo (si es que antes no nos colonizan los extraterrestres), algún escritor hará una narrativa de ficción que intente explicar el presente, porque -por ahora- yo no le termino de entender.

En principio, la noticia sobre el mal uso que el gobierno mexicano (en el caso de que efectivamente haya sido el gobierno mexicano) ha hecho del software Pegasus, de factura israelí, con el que se ha pretendido espiar a periodistas, activistas, y distintos actores político-sociales, sin que haya mediado orden judicial, ni haya habido justificación pericial ni policiaca conducente. El hecho no es menor. Nos acerca al 1984 orwelliano, pero sin ton ni son, ni la inteligencia de un sistema, ni el propósito de una dictadura de conciencias. No, nada. Sólo el hecho vil de una casta de mirreyes desbrujulados con posibilidad de espiar a quienes han sido “incómodos” para cierto régimen. En cualquier otro país ya habrían rodado cabezas, por lo menos. Por cierto, no causó suspicacia el hecho de que la firma que se apunta para ganar la licitación del muro de Trump sea -también- israelí, y que eso (sumado a lo de Pegasus) pueda guardar relación con el proceso electoral del año próximo. En fin.


Ya que tocamos el tema de los mirreyes, también me llamó la atención el pleito entre juniors de los dos colegios élite de la empresa Legionarios de Cristo® en la CDMX. Un pleito con heridos y delitos que debieran perseguirse de oficio, y que se mantuvo en la opacidad jurídica por “arreglo” de las partes. No nos damos cuenta de cómo hemos encumbrado al hombre blanco católico urbano heterosexual capitalista adinerado, como epítome de la cima en la pirámide social. Si no nos damos cuenta de tan atroz encumbramiento, sí nos damos cuenta de las consecuencias de esto, porque las padecemos. Esos niños pijos, y muchos, muchos, como ellos, del jet set (¿todavía le decimos así?), de colegio católico, de papi ricachón, de indolencia supina, en pocos años estarán en posición de toma de decisiones, y serán herederos del imbécil mirreynato que ahora desbarata al país. La estela de impunidad a la que puede llegar alguien educado a billetazos es síntoma de lo decadente de nuestro sistema.

Paralelamente, el Inegi dio a conocer los resultados de la aplicación de una encuesta con el Módulo de Movilidad Social Intergeneracional, en la que se destaca el uso de la escala cromática del Proyecto sobre Etnicidad y Raza en América Latina, con lo que se intentó medir el posicionamiento socioeconómico en relación a ¡Sí, caraxo! El color de la piel. ¿El resultado? Una jodida comprobación metodológica de lo que ya sabíamos: somos un país racista que, igual que en el párrafo anterior, encumbra al hombre blanco católico urbano heterosexual capitalista adinerado como epítome de la cima en la pirámide social. ¿Sacamos algo bueno de esto? No lo creo, aunque yo sé de alguien que -al menos- lo intentó: una marca cervecera. Sucede que, en redes, a los pocos días de la nota sobre el resultado del Inegi, se volvió “viral” en redes un video en el que presuntamente ocurre un casting y en él se da una penosa actitud racista. #LadyRubia, o algo así le llamó el pueblo de Facebook a la protagonista del lamentable desaguisado. Pues bien, todo era un timo, un comercial que se colgaba de esta situación de vulnerabilidad social para posicionar el márketing de unas cervezas. No había visto algo tan oportuno para capitalizar la vulnerabilidad social en beneficio mercadológico de las marcas comerciales… desde el Teletón.

Y así, mientras un miserable caco, remedo de El Botija, acepta su extradición de Guatemala a México para “encarar” a la “justicia”; mientras todavía no nos recuperamos del luto por el artero asesinato del periodista Javier Valdés Cárdenas y ya dimos cuenta del homicidio contra el periodista Salvador Adame; mientras una niña violada en la CDMX es acusada de homicidio por haberse defendido dando muerte a su violador; mientras todo eso pasa, me reencuentro con esta otra figura imbécil encumbrada por imbéciles en las redes sociales: aquella adolescente conocida como La Mars, de popularidad fugaz a causa de un video en el que la propia niña argumentaba (ella misma era el argumento) sobre su incapacidad para continuar con los estudios de bachillerato. Total, que me reencontré con la “celebridad” de marras llamada La Mars, ahora en un video en el que muestra cómo se inhalan condones por la nariz.

No sé. A veces me tienta el desasosiego, y me pongo gris. Pero, otras veces, leo alguna nota que me levanta el ánimo, por ejemplo, ésta: el colectivo Anonymus ha “revelado” que la NASA está próxima a confirmar la existencia de vida inteligente extraterrestre que -desde hace tiempo- ha tenido contacto con distintos gobiernos y organismos de nuestro planeta. Para soportar lo temerario de esa afirmación, cita presuntos testimonios de supuesto personal de “alto nivel” que dice poseer información incontrovertible de que tan trascendente hecho se hará público próximamente. El anuncio, que para nada es cosa menor, me llenó de emoción por las implicaciones que eso habría de tener hacia todo lo que hemos intentado concebir como especie. Es en verdad una posibilidad emocionante. Pero… No sé. A veces me tienta el desasosiego y me pongo gris. Si yo fuera de esos extraterrestres que gozan de vida inteligente, y a causa de esa misma inteligencia, quizá no querría contactar con este mundo, y me iría a otra parte a bailar Ricachá (así le dicen en Marte al Cha Cha Chá), porque ¿Qué monserga? Este es un mundo raro.

 

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@_alan_santacruz

/alan.santacruz.9


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