La información a la que podemos acceder a través del Internet se ha vuelto casi infinita; con tan sólo un click, hoy en día obtenemos cientos de resultados que nos llevarán a una respuesta satisfactoria sobre el tema de nuestro interés, lo cual sin duda es positivo en varios sentidos, desde la gran gama de contenidos, hasta evitar traslados y disminuir los tiempos de consulta.
Sin embargo, existe el otro lado, el aspecto negativo que las nuevas tecnologías han traído a nuestra vida diaria y que han vuelto vulnerables a millones y millones de personas en todo el mundo: hablamos de los delitos cibernéticos.
Los partidarios de la regulación del ciberespacio se apoyan en la tesis de que las redes de telecomunicaciones como Internet, han generado un submundo en el que las transgresiones de cualquier tipo, son difíciles de perseguir debido a la propia naturaleza del entorno y a la falta de tipificación de las modalidades de comisión, así como de los medios empleados.
Los ciberdelitos son sin duda, complejos y es que los delincuentes actúan amparados en el anonimato que proporciona el internet, además del hecho de que el agravio puede cometerse en México, pero el delincuente quizás opere desde otra parte del mundo.
Nos enfrentamos a un gran problema que aqueja a usuarios desprevenidos, sobre todo a jóvenes y niños que son las víctimas más recurrentes de estas formas de delincuencia.
Hay de varios tipos y cada vez encontramos nuevas modalidades. Es el caso del Grooming, por ejemplo, que va en contra de los infantes. Éste consiste en “la conducta engañosa llevada a cabo por un adulto a través de una comunicación electrónica, con la finalidad de ganar la confianza de un menor y así obtener imágenes eróticas o pornográficas de él o, incluso, un encuentro personal con alto riesgo de abuso sexual real.
El Phishing, es otro de los nuevos delitos a través de las redes. Ésta es una modalidad de estafa informática que, dicho sea de paso, requiere de una adecuada tipificación que establezca sanciones para aquellos que “pescan” información confidencial como claves de acceso, números de tarjetas de crédito, entre otros.
Mediante este ciberdelito se defrauda a terceros, y además tiene un amplio impacto en el patrimonio de las víctimas;
Uno más, el Sexting, que es “la conducta de tomar fotos o videos de relaciones íntimas entre los jóvenes (y a veces no tan jóvenes) o partes sugestivas de su cuerpo, y luego subirlas a Internet.
El costo que los delitos cibernéticos generan al país, es superior al daño económico que ocasiona el crimen organizado en conjunto, lo que ubica México en el lugar 17 a nivel mundial con más pérdidas en el rubro.
“Los delitos cibernéticos cuestan a México 3 mil millones de dólares anuales, un daño económico que es mayor al que genera el crimen organizado en conjunto y con una tendencia que va en aumento” según cifras de los especialistas en la investigación de estos temas.
Desde las organizaciones mundiales privadas y públicas se está trabajando para combatir todas estas modalidades, sin embargo la mejor manera de hacerlo es a través de la información que podamos obtener respecto a su modus operandi.
Las acciones van desde luego al plano de la educación. Hace falta además un plan nacional de concientización en el uso de Internet para hacer las denuncias y al mismo tiempo reducir la posibilidad de ser víctima de este tipo de delincuencia.