Asistir a clases los sábados por la mañana se puede sobrellevar.
Chocar de camino a esas clases y esperar al ajustador bajo un sol inclemente, con tan sólo un café en el estómago, terriblemente desvelado y sintiendo la mirada juiciosa de los curiosos que pasan por la glorieta de la purísima es ya demasiado.
Afortunadamente el incidente no pasó a mayores.
Mi automóvil es naranja, el otro es azul, oscuro y metálico. Si bien la teoría del color hace una distinción entre colores luz y colores pigmento y existen pequeñas discrepancias entre un segmento y otro cuando se trata de definir los tipos y la ubicación exacta en el círculo cromático, para no entrar en complicaciones innecesarias es viable decir que el naranja es un color secundario y su complementario es el azul. De este último hay muchos tonos y uno de ellos es el azul de Prusia que, según escribe Cuauhtémoc Medina citando a Sara Lowengard, “fue uno de los primeros pigmentos desarrollados artificialmente, descubierto accidentalmente por el químico Heinrich Diesbach en Berlín en 1704”.
Más adelante en su texto, Medina habla de la similitud entre la composición química de este pigmento y la del pesticida que usaron los Nazis en las cámaras de gas, de las manchas azul de Prusia que aún se pueden ver en las paredes de algunos campos de exterminio en Polonia y, lógicamente, de las implicaciones y diferentes lecturas que de este hecho se puedan tener.
El curador en jefe del MUAC utiliza lo anterior como preámbulo para posteriormente desarrollar un par de párrafos más en donde logra entretejer de manera sutil e inteligente la historia con sus horrores, la pintura de Jusidman con sus alcances y un par de cuestionamientos con los que cierra de manera potente su participación en el dossier que le edita el MUAC a Jusidma a propósito de su exposición y que, dicho sea de paso, ofrece un muy buen texto del mismo artista que debería ser leído por todos los estudiantes y estudiosos de la pintura y en donde nos deja ver no sólo su posición frente a la historia, sino la planeación de la serie, pero sobre todo la potencia del discurso de Azul de Prusia pues explica que de manera deliberada, restringió su paleta a tres tipos de materiales que, según escribe, “cada uno de los cuales tiene cierta relación directa (no metafórica) con el genocidio.”
Para realizar su obra, el artista sólo recurrió al pigmento azul de Prusia y lo conecta de manera directa con el Zyklon B usado para asesinar a miles de personas en las cámaras de gas. Utilizó también la piedra pómez o tierra diatomácea que vincula con los gránulos de ese material en los que había sido infundido el Zyklon B. Finalmente, haciendo referencia a las víctimas de aquel terrible momento, Jusidman recurre a los tonos carne, pinturas que se utilizan tradicionalmente en la representación cárnica y que en esta serie son la presencia cromática de todos aquellos hombres, mujeres y niños asesinados.
Azul de Prusia estará expuesta en las salas de Museo Espacio a partir de este jueves 8 de junio y es un must, una de esas exposiciones imprescindibles. De esas que te golpean los sentidos, que te dejan con el corazón rasguñado y en donde la experiencia estética es tremendamente intensa. Algunas de las pinturas de Azul de Prusia tienen el poder de absorberte, de tragarte de un solo bocado y no dejarte ver absolutamente nada más que la profundidad del color. Otras (muchas) te desgarran el alma con el vacío y son capaces de transmitir un frío aterrador. Me parece importante también decir que si bien el acto de exponer el trapo con el que se limpian los pinceles es un gesto muy socorrido y en general hueco, Jusidman lo convierte en un ejercicio intelectual al vincularlo con las evidencias azules del Zyklon B en las paredes de las cámaras y con el nombre del segmento final de su exposición. De igual forma el artista logra potenciar este gesto gracias a la cantidad de este tipo de piezas que muestra y a una presentación impecable.
Estableciendo un carácter claramente narrativo que aporta muchísimo a la recepción de la exposición, la serie se divide en 5 momentos:
Prólogo, que consta de 2 pinturas figurativas de gran formato.
Cámaras de gas, compuesto por 14 pinturas figurativas de formato modesto.
Paisajes, con 5 pinturas grandes y también figurativas.
Memorial, formado por 4 pinturas no figurativas de gran formato.
Epílogo, en donde se muestra una docena de piezas de formato pequeño realizadas con los trapos sucios del pintor y 3 fotografías de las manchas en las paredes de su estudio.
Yishai Jusidman es un artista de pega duro, técnicamente impecable, noqueador y al que hay que enfrentar… pero de box escribiré la semana siguiente.