- En todo el país se vive un panorama preocupante en torno a la desaparición de personas y hallazgo de fosas clandestinas
- No hay cifras oficiales que documenten el total de desapariciones intencionales, desapariciones forzadas y personas extraviadas por diversas causas
Una y otra vez van clavando una varilla en el suelo; una y otra vez con la esperanza de encontrar huesos. La tierra árida no colabora en esta tarea y el inclemente calor ha estado presente en toda la jornada. Este día, la suerte no estuvo de su lado, no hubo rastro de una fosa. Esta escena la viven cotidianamente cientos -incluso miles- de familiares de personas desaparecidas en México. A lo largo del territorio nacional se vive un panorama preocupante en torno a la desaparición de personas y fosas clandestinas.
Se trata de un problema de múltiples dimensiones, pues aunque se habla de alrededor de 30 mil desaparecidos, no hay cifras oficiales que documenten el total de desapariciones intencionales, desapariciones forzadas y personas extraviadas por diversas causas; en tanto que se calculó la existencia de mil 143 fosas clandestinas, de las que fueron exhumados tres mil 230 cadáveres o restos humanos hasta septiembre de 2016, según un muestreo hemerográfico que presenta el informe especial de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
En aras de conocer el paradero de los desaparecidos, los familiares han hecho suya la tarea de encontrar los cuerpos. De manera fortuita, han aprendido a hacer análisis de averiguación previa, buscar rutas de investigación, mapear territorios, seguir protocolos de exhumación, han aprendido anatomía e incluso se han especializado en primeros auxilios y trucos de rapel para hacer más eficaz su búsqueda. A la fecha están conformando un ejército civil de buscadores de restos humanos.
El fenómeno de búsqueda y procesos de exhumación de fosas clandestinas ha tenido lugar en diversos países el mundo, pero el caso mexicano tiene la particularidad de que ocurre en el momento en que se están presentando las muertes a causa de la violencia, poniendo en riesgo a los familiares, destacó la doctora Carolina Robledo Silvestre, investigadora del programa Cátedras Conacyt adscrita al Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas).
La investigadora -cuyos trabajados han girado en torno a las víctimas de la violencia, desapariciones forzadas y colectivos de víctimas- señaló que desde la antropología social, los cuerpos enterrados en estas fosas clandestinas responden a la epistemología corpórea, en la que se les adjudica una posibilidad de revelar significados.
“El que se develen esos cuerpos nos está hablando de algo; por lo pronto, nos muestran impunidad y nos están revelando un régimen de miedo intencional, que algunos ya llaman ‘necropolítico’, este régimen de decidir sobre la vida y la muerte de los seres humanos, pero sobre todo de tratarlos como cosas, un régimen de deshumanización”.
A propósito de la presentación de la serie documental Desaparecidos, realizada por el grupo Pie de Página, en el Instituto de Investigaciones José María Luis Mora (Instituto Mora), la doctora Robledo Silvestre indica que en el contexto actual la violencia política y criminal se confunden, rebasando las firmas de corrupción y colusión de los diferentes órdenes de gobierno con grupos del crimen organizado.
Indicó que la desaparición de personas es uno de los crímenes que refleja esta complejidad, pues en él participan agentes policiales y miembros de las fuerzas armadas, como ocurría en décadas atrás (la llamada “guerra sucia”), sino que ahora se han involucrado otros actores que hacen uso de este mecanismo de terror.
En el artículo Crisis de representación y nuevos actores de la violencia actual: una aproximación a la presunción de muerte en el caso de los desaparecidos, la doctora en ciencias sociales por El Colegio de México asegura que “el ausente de hoy ya no es el perseguido del gobierno de hace treinta años, ya no es el enemigo político, el líder social, el estudiante inconforme; es ahora un sujeto sin título, sin nombre, sin identidad”.
En ese sentido, apuntó que el contexto actual es la llamada “guerra contra las drogas”, cuyas formas de violencia son estructurales y relacionadas con el crimen organizado, “una violencia agresiva y que escala rápidamente”.
Carolina Robledo Silvestre consideró que frente al contexto que presenciamos, buena parte de México ha sido insensible a estos temas, en el sentido de que es preciso detonar las capacidades para hacer frente a la búsqueda, exhumación e identificación de restos, hasta al acompañamiento de los procesos de justicia de los familiares.
“Es preciso que haya más historiadores, antropólogos y sociólogos que den cuenta de esas formas alternativas de construir ciudadanía y de construir justicia, de restituirse como ser humano y como sociedad después de una tragedia como la desaparición forzada de personas, una tragedia que generalmente no está sola sino que está acompañada de otros procesos como el desplazamiento forzado, el despojo territorial, el despojo de recursos o la violencia contra la mujer, entre otros”, abundó, y es que, aseguró, hace falta que la academia se comprometa con comprender el actual fenómeno social, trabajando a partir de un andamiaje interdisciplinario para que se analice desde todos los puntos de vista posibles.
Refirió que en el Ciesas se ha conformado el Grupo de Investigaciones en Antropología Social y Forense, a través del cual desarrollan diversas líneas de investigación; sin embargo, reconoció que no es fácil construir grupos de trabajo interdisciplinarios en los que converjan antropólogos físicos y arqueólogos forenses, entre otros especialistas, para construir marcos comunes que permitan entender el fenómeno.
“Hemos acompañado a los familiares pero hay tantas necesidades y tantos frentes que somos insuficientes, somos cinco contra una avalancha gigante de 30 mil desaparecidos, y desde la academia hay muchas iniciativas pero todas muy aisladas. Además considero que falta fortalecer los derechos humanos y la justicia como temas prioritarios dentro de la agenda de problemas nacionales del Conacyt, ya que a la fecha tenemos muy poco margen de acción para aplicar a esas convocatorias de recursos”.
Con información de Ana Luisa Guerrero/Agencia Informativa Conacyt