El humanismo y la responsabilidad social de los universitarios / Mar profundo - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

Es preciso que el hombre ciencia deje de ser lo

que es hoy con deplorable frecuencia: un

bárbaro que sabe mucho de una cosa

Ortega y Gasset

 

Los últimos días no sólo las redes sociales sino también las calles han mostrado la fisura social que existe en Aguascalientes. La polarización de las opiniones respecto a la situación que se presentó ante la falta de sensibilidad del Estado en la atención a las demandas de las normalistas de Cañada Honda fue la plataforma desde la cual se hizo evidente la falta de sentido social que impera en el estado. La burbuja en la que vivimos se rompió, y demostró que ni en la práctica ni el en discurso somos capaces de al menos buscar entender y comprender la situación de los otros, aquellos que no están dentro de nuestro grupo cercano y que no han gozado de nuestros privilegios.

Para muchos esta situación marcó un punto de referencia ideológica hacia quienes consideramos cercanos, y es que se puede diferir en opiniones, pero los discursos de odio jamás son admisibles. Nuestros cercanos son familia, amigos de muchos años, conocidos con quienes hemos compartido espacios de trabajo e incluso el mismo sistema educativo. Y es aquí donde se concentra la mayor preocupación. Si bien la convivencia dentro las estructuras familiares en las cuales nos formamos conlleva una gran carga simbólica de nuestros valores, la realidad es que cada vez más nuestros sistemas educativos forjan los principios bajo los cuales nos conducimos. Finalmente para muchos representa el primer espacio en donde nos confrontamos con la diversidad de quienes no comparten nuestros mismos genes, los mismos hábitos y quizá tampoco las mismas costumbres, sin embargo justo por esos los diálogos que establecemos dentro de nuestros espacios de formación escolarizada representan el primer parteaguas para la apertura, la comprensión, la empatía, pero también el disenso de las ideas dentro de un clima de respeto.

Por eso, los modelos educativos son esenciales para generar espacio de convivencia social. Es importante el modelo educativo, pero también los valores bajo los cuales una institución educativa sustenta y establece las bases dentro del diálogo social.


La Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) cuenta con sus marcos filosófico, normativo, estructural y operativo. El primero de ellos sustentado en su Ideario Institucional, al cual en otra ocasión ya hacíamos referencia al hablar de Autonomía. En su Ideario la UAA también establece como valores institucionales la Responsabilidad Social y el Humanismo. Sobre el primero establece que “… la Universidad reconoce que ante los grandes desafíos que nos presenta el mundo actual, el futuro de la humanidad será posible sólo en la medida en la que solidariamente nos unamos unos con otros para formar una sociedad fundada en el respeto a la naturaleza, los derechos humanos universales, la equidad de género, el desarrollo y la justicia económica; y una cultura de paz y progreso. Esta filosofía permeará entre alumnos, profesores, investigadores y personal administrativo, quienes deberán transmitirlo a la sociedad entera”. Sin embargo justo en esto último también como universitarios estamos fallando.

La responsabilidad social también parte del sentido humanista, y no sólo dentro de la universidad sino en cada uno de nosotros como individuos. El humanismo es un término complejo que ha sido atendido desde distintas perspectivas filosóficas e históricas. Muchos han sido los autores que han hablado de la importancia del humanismo no sólo en la formación profesional de los estudiantes sino como elemento esencial para la vida. Gladis del Socorro García Restrepo en Ética del cuidado de sí y desarrollo humano: un reto para la Educación Superior, establece que la universidad “…dada su razón de ser soportada en su historicidad, no puede desarrollarse desvinculada de las necesidades fundamentales de la sociedad y una de esas necesidades está relacionada con el precario sentido de humanidad que exhiben algunas de sus instituciones, situación que se ve reflejada en el caos social, económico y ambiental, visibilizado en los diferentes ámbitos del accionar humano”. Así el caos social que vivió Aguascalientes en las últimas semanas no debe ser ajeno a los universitarios.  Y es que, como Socorro García abunda “… es menester aprovechar el espacio universitario para discutir asuntos como el relacionado con el papel de las humanidades en la formación de nuevos profesionales y el la dinámica social, y volver una y otra vez a lo proclamado en las misiones institucionales respecto al humanismo”.

Y es justo aquí, con base en el texto de Martha Nussbaum que la autora hace una reflexión sobre tres habilidades para cultivar la humanidad en el mundo actual: la habilidad para un examen crítico de uno mismo y las propias tradiciones; la capacidad de verse a sí mismo no solo perteneciente a alguna región o grupo, sino también, y sobre todo, como seres humanos vinculados a los demás seres humanos por lazos de reconocimiento y mutua preocupación; y la tercera, la narrativa, pensar en cómo sería estar en lugar de otra persona, ser un lector inteligente de la historia de esa persona, y comprender las emociones, deseos y anhelos que alguien pudiera experimentar. Por ello es evidente que los universitarios ni hicimos un examen crítico de nosotros mismos respecto a nuestra posición de privilegio, tampoco fuimos capaces de vincularnos con las necesidades de otros seres humanos más allá de la delimitación de la av. Siglo XXI, y mucho menos ser capaces de comprender las necesidades de las normalistas ni la historia de su lucha social. Y es que no se trata de estar a favor o en contra, pero cualquiera que haya sido nuestra postura en muchos casos no estaba sustentada bajo ningún atisbo de humanismo. Las muestras de odio y violencia fomentadas por el Estado y por los medios oficialistas de comunicación fue más que evidente, logrando generar no sólo el descontento de la ciudadanía, sino también la polarización y el enajenamiento a sí mismos sin una reflexión crítica, de entendimiento más allá de sus formas de vida y sin ser capaces de pensar lo que es estar en el lugar del otro. Si esto fue evidente en la sociedad, tanto en el espacio virtual como público es que los universitarios aún no hemos atendido la responsabilidad social que tenemos a formar una sociedad fundada en los derechos universales, la equidad de género, la justicia y la paz social, y además incluso transmitirlo a la sociedad deja mucho que desear.

El acceso a la educación superior sigue y seguirá siendo restrictiva y también excluyente. Más de la mitad de los jóvenes en el país no tienen acceso a una educación superior. Por eso es aún más la responsabilidad de nosotros como universitarios asegurarnos que quienes se forman en nuestras aulas en verdad hagan suyo el sentido humanista en la práctica de su vida. Los universitarios no salvaremos al mundo, pero nuestra responsabilidad social no se puede hacer desde el escritorio, con ponencias, con mero seguimiento temático en los contenidos de una materia, sino con acciones pertinentes. Lo que ha pasado en las últimas semanas en Aguascalientes debe ser un punto de reflexión y de propuesta ante los cambios que el mundo actual nos exige. El horizonte de escenarios sociales es muy amplio, pero las brechas sociales más evidentes. Si los universitarios no atendemos y actuamos ante estos cambios sociales desde la perspectiva humanista a la cual tanto hacemos énfasis, y si no somos capaces de llevar a la realidad nuestra responsabilidad social es claro seguiremos más alejados unos de los otros, e incluso de nosotros mismos. Egresados y compañeros de estudios no dudaron en mostrar sus discursos de odio en redes sociales ante una problemática social como la que vivimos. Ello hace más que evidente que esos valores universitarios siguen solo en los documentos. Desconocer las realidades de los otros desde una perspectiva clasista y encerrados en sus privilegios solo mostró que de nada sirven los juramentos de responsabilidad que como egresados promulgamos. No reflexionamos desde la posición en la que hablamos, no nos vinculamos y no intentamos al menos ser un poco empáticos. En mucho estamos fallando. Y entonces, la pregunta queda para todos… ¿y qué vamos a hacer?

 


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