Faulkner aportó a la literatura latinoamericana la voluntad de escribir de manera incorrecta - LJA Aguascalientes
21/11/2024

 

  • Faulkner fue un hombre que nunca se asumió como escritor profesional, sino un hombre obsesivo que atendía su granja o cuidaba a sus caballos
  • Héctor Iván González participó en el ciclo Lo joven y lo clásico: William Faulkner

 

La vida y obra de William Faulkner, escritor estadounidense considerado uno de los más importantes e influyentes del siglo XX y ganador del Premio Nobel de Literatura (1949) fue abordada en el ciclo Lo joven y lo clásico: William Faulkner.

La noche de este miércoles 21 de junio, la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes fue la sede de esta charla de la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes creada con el objetivo de que diversos invitados realicen lecturas y conversatorios en torno a la obra de autores clásicos que han marcado las letras internacionales.

En Lo joven y lo clásico: William Faulkner, participaron Huemanzin Rodríguez, periodista y conductor, y Héctor Iván González, crítico literario, escritor y traductor.  

Rodríguez detalló que William Faulkner es un personaje que a pesar de ser clásico es totalmente actual ya que cada vez que se relee siempre da una nueva visión de la idea de literatura y también del drama, la tragedia, el vivir y cómo enfrentarse a esto.

“Faulkner fue un hombre que antes de publicar un libro pasó por diferentes oficios, había estado en la guerra, venía de una familia con cierto poder en el sur, con un abuelo militar, piloteó aviones, se metió a la universidad, decidió dejarla y fue cartero, pero tuvo que dejarlo porque se decía que leía algunas de las cartas que debía entregar”.

El conductor agregó que William Faulkner escribió primero un libro de poemas: El fauno de mármol y después, en 10 años de su vida publicó, al menos, seis novelas y un libro de cuentos fundamentales en la literatura.

“Se trató de un gran escritor y no fue, en ningún momento, un académico o intelectual. Tuvo altibajos bastante duros en su relación de pareja y al mismo tiempo crisis alcohólicas. Fue un personaje con claroscuros que, en lugar de alejarnos de él y su literatura, nos aproxima muchísimo más, porque se refleja en sus personajes”.


Mientras que Héctor Iván González destacó que Faulkner fue un hombre que nunca se asumió como escritor profesional, sino un hombre obsesivo que atendía su granja o cuidaba a sus caballos y que en su juventud era totalmente desenfadado.

El crítico añadió que se trata del autor más influyente de la literatura norteamericana en la última mitad del siglo XX y que sus personajes, historias y ambientes, junto con una serie de recursos que incorporó a la narrativa contemporánea, le dieron un lugar primordial en el contexto americano y posteriormente en el europeo.

“El mundo que fundó en la mítica Yoknapatawpha influyó en números autores cuyo listado iría desde Juan Carlos Onetti, Juan Rulfo, Toni Morrison, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez o más contemporáneos como Pierre Michon, Ricardo Piglia y Juan Gabriel Vásquez”.

Iván González comentó que la obra de Faulkner es una literatura de lo concreto, con historias que narran percances en los pequeños poblados que aspiran a proveerse de los servicios y describen la forma en que todo está por comenzar en la sociedad.

“Si algo aportó Faulkner a la literatura latinoamericana es la voluntad por escribir de manera incorrecta, que se opone a la escritura correctísima, ya que en su concepción las palabras estaban vivas y podían copular entre ellas”. Asimismo, destacó, que en las obras de Faulkner se muestra algo que la literatura ha exhibido desde tiempo atrás: el albur y los tonos que cargan al subtexto de connotaciones sexuales: “En Faulkner hay un guiño a la idea del escritor y poeta Víctor Hugo de regresar a lo grotesco y a sus derivados: lo putre, lo naco y lo kitsch, sin prejuicios ni purismos de ningún tipo”.

El escritor explicó que el corpus de la novela de Faulkner tiene un grado de dificultad para el lector: “ni las novelas, ni los cuentos están libres de obstáculos, nombres o lazos consanguíneos laberínticos, silencios, fragmentaciones que pueden llegar a exasperar, personajes con generaciones diferentes que llevan el mismo nombre, exploraciones en la mente de seres peculiares y paralelismos narrativos”.

 

 

Con información de la Secretaría de Cultura


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