Fallece Raúl Renán - LJA Aguascalientes
06/04/2025

 

  • A los 89 años de edad, el autor originario de Mérida deja un legado de más de 30 títulos de poesía, narrativa y ensayo
  • Un poeta que disfrutaba hablar solo, porque así reafirmaba el rostro de todos los días, y tenía la costumbre de escribir dos o tres veces cada poema o texto

 

El poeta, narrador y editor yucateco Raúl Renán, considerado uno de los protagonistas de la poesía mexicana contemporánea, falleció la madrugada de este miércoles 14 de junio en la Ciudad de México, a los 89 años de edad.

Raúl Renán nació en Mérida el 2 de febrero de 1928, y su obra comprende más de 30 títulos de poesía, narrativa y ensayo. El poeta Daniel Téllez señalaba que se trata de un “poeta, escritor de cuentos breves e inusitados, minificciones y epigramas, editor, narrador, maestro, coordinador de talleres literarios y promotor de vastas generaciones de poetas y colecciones sui generis en el panorama de las letras mexicanas, Raúl Renán dispone al lector su excepcional oficio de la poesía. Hay una imagen recurrente, cuando de Renán se conversa, la del poeta yucateco con el lápiz en ristre, incendiario, pleno de texturas, al acecho de la palabra”.

Renán cursó estudios de Letras Modernas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y decía que “la poesía era algo que yo traía adentro” y a ella consagró su vida pues también apuntaba que “el poeta nunca muere, nunca se acaba”.

Catulinarias y Sáficas, Viajero en sí mismo, De las queridas cosas, Henos aquí, Los silencios de Homero, Parentescos, A/salto de río (Agonía del salmón), Educación de la línea, El cadáver exquisito de un pez, Emérita, Mi nombre en juego, Rostros de ese reino, son parte de su amplia obra, con la imprime a la poesía mexicana un frescor inacabable, que oscila entre la tradición y el asombro.

Además de poeta, fue coordinador de talleres literarios, autor de la colección Fósforos, cajas de poesía breve y de la revista Ensayo; coordinador del Consejo Técnico Editorial del INBA, subdirector del Periódico de Poesía, fundador de El Gallo Ilustrado y de La Máquina Eléctrica Editorial, donde también fue director y editor.

En Mérida, en 1998, se creó el Premio Nacional de Poesía Experimental Raúl Renán, en honor al autor que fuera miembro del Sistema Nacional de Creadores desde 1989 y Creador Emérito desde 2011.

Colaborador de distintas publicaciones como El Gallo Ilustrado, La Jornada, Los libros tienen la palabra y Vuelta, Raúl Renán fue galardonado con la Medalla Yucatán en 1987 y el Premio Antonio Mediz Bolio en 1992.


Raúl Renán era un poeta que disfrutaba hablar solo, porque así reafirmaba el rostro de todos los días, y tenía la costumbre de escribir dos o tres veces cada poema o texto.

En el libro Autoentrevistas de escritores mexicanos, publicado en la colección Periodismo Cultural de la Secretaría de Cultura federal, el autor revela esta costumbre suya. Pensaba que “la perfección en lo escrito no existe, porque significaría lo concluyente de la obra. Y una obra literaria jamás concluye. En lugar de lo perfecto, debiera ser lo bien hecho, lo cabal”.

Renán consideraba que Pan de tribulaciones era su libro mejor escrito. “Es un poema extenso en el que experimentas una composición de doble tratamiento en treinta poemas estróficos confrontados, quince ordenados con números romanos, sonetos de una sola pieza (catorce versos endecasilábicos encabalgados sin rima) y quince poemas, en prosa con números arábigos, que expresan el sentido frontal correspondiente a la acción que se desarrolla. Ofrece una lectura alterna, digamos un diálogo, dos formas de alegato sobre el poema y su conflicto con el poema. El proceso de creación del poeta en cierne”.

También destaca de entre su vasta obra, en el libro publicado en 2007, La gramática fantástica, volumen que se debe a la intromisión de las palabras en la vida corriente y Catulinarias, “un libro breve, juguetón en serio, suma de los caracteres humanos que en el libro adquieren personificaciones chusco-patéticas”.

En su primer libro publicado cuando ya tenía 48 años de edad, Lámparas oscuras, decía que rinde homenaje a la mujer y su sensualidad, mientras que a Los silencios de Homero, lo reconocía como el mejor libro que fecundó su ingenio creativo, al que se le desvió el Premio Villaurrutia.

A pesar de tantos libros, el autor reconocía que no estaba presente “en ninguna antología ni en ninguna historia de la literatura mexicana oficial ni privada”, pues decía que su escritura se queda en los libros y éstos en la segunda fila de algún anaquel de lector ocasional y que en cuestión de letras y palabras, “yo no tengo nada que desear, ya lo he deseado todo”.

En su autoentrevista también explica su idea de que leyendo de abajo hacia arriba un texto literario, particularmente un poema, se puede descubrir una versión tan buena o mejor que el original, lo que definía como la prueba gramatical de la operación del poema: “Cuando la lectura del poema hacia arriba escala sin tropiezos, el poema muestra su mejor condición”, ya que según su razonamiento, “todas las palabras que componen un poema catalogado como bueno, son palabras de calidad, exactas, precisas, seleccionadas por el progresivo contexto para recoger la energía lírica”.

 

 

Con información de la Secretaría de Cultura


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