Entiendo yo que ahora en nuestro contexto nacional un pirata es aquella persona que roba un objeto tangible o una idea y comercializa con ella.
Recuerda aquella campaña donde la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica nos invitaba amablemente a no comprar películas piratas, cómo olvidarla, la frase tengo un papá pidata se hizo más que famosa, es un clásico de nuestro lenguaje informal; pero ni con el esfuerzo de la Canacine erradicamos la costumbre de andar comprando material apócrifo, y como buenos mexicanos que siempre le echamos la culpa a alguien más el mal hábito no es del todo responsabilidad nuestra, no señor es del mugre gobierno, ahí le va por qué; si los salarios fueran más competitivos, si me pagaran más, entonces pudiera comprar toda la canasta básica y además tendría la capacidad de hacerme de un material audiovisual en DVD o Blueray con un valor de 250 o 300 pesos, pero como el salario mínimo es de 80.04 pesos diarios, al mes percibo mil 600 con una jornada laboral de lunes a viernes de 9:00 a 14:00 y de 16:00 a 19:00 horas, ni cómo darse ese lujo. Canasta básica, vestido, transporte, asistencia médica por si alguien se le ocurre enfermarse, material para las escuelas de los hijos, en fin, una serie interminable de gastos. Por qué me pide el gobierno a través de la Cámara que no consuma material pirata, pues porque afecto a los trabajadores de esa industria, con los mismos derechos que usted y que yo, con gastos fijos similares. Ya vio, no es culpa de la raza de bronce que se adquieran películas piratas; bueno y en todo caso, cómo le hacen los piratas para hacerse de los materiales antes del estreno o mientras las películas están en cartelera. La ingenua idea de meter una cámara al cine ya quedó atrás, las distribuidoras de filmes ya no las entregan en latas con carretes de película 35mm para su proyección, no señor ahora tan sólo con un disco duro que se inserta en el proyector vasta para que la magia del cine ilumine la pantalla y nos lleve a mundos de fantasía. Qué quiere decir eso, que los piratas la tienen más fácil, a través del soborno o la compra de personas que copien de manera ilegal la película de moda, con eso queda cerrado el proceso del inicio de la piratería.
Por diez pesos se encuentra la película que está en cartelera con una calidad aceptable; esta mala costumbre no se erradicará hasta que nuestros salarios sean competitivos, por otra parte, si sigo pensando a quién más culpar por comprar material apócrifo es sencillo, pareciera que la corrupción también tiene que ver con esto. Más que triste es indignante y molesto el que a estas alturas de la vida nacional sigamos siendo un país que busca el consumo de los productos apócrifos, que nos dejemos envolver por hechos de corrupción, que los fomentemos y que no podamos salir de ahí.
Somos un país pirata, nos damos cuenta y no nos incomoda, me comentaba el embajador de Acapulco en aquella visita abrileña, que en febrero tuvo la oportunidad de viajar a la ciudad de Houston, Texas, para el evento deportivo más importante del año para los gringos y para los que nos gusta el deporte de las tacleadas, ingenuamente buscó playeras del Súper Tazón apócrifas claro está, más baratas pensó él, pero por más que caminó por los alrededores del estadio no dio con ningún comerciante ambulante que ofreciera prendas alusivas al evento; como aquí en los conciertos ya sabe, el bonito regalo la playera del recuerdo, la calcomanía conmemorativa, el llavero de colección, todo más barato que la mercancía original.
Tan piratas somos que no conformes con este tipo de piratería nos damos el lujo de no pensar, de copiar ideas, de imaginar que lo que pega en otras latitudes nos puede funcionar aquí; antes de dejar la farándula en paz, dígame cuántas novelas de Televisa o TV azteca son copias con derechos de producciones latinoamericanas, casi todas, acaso se acabó la creatividad, no creo, si España tiene un juego para niños que se llama Parchís, por qué nosotros no retomar aquel otro juego “mexicano” que se llama Timbiriche. Qué cosas ¿no cree?, de verdad llega un momento en que la piratería autorizada y la no autorizada se convierten en una situación incómoda.
Qué me dice del ámbito político, es más que absurdo pensar que en 2018, el año que viene tengamos una persona como Emmanuel Macron despachando en Los Pinos, la piratería de las ideas, de los momentos de la política, para empezar México no es Francia, nosotros estamos sumidos en la corrupción, en la inseguridad, no somos potencia mundial y tenemos actores políticos de tercera, dígame a quién podemos rescatar. Por qué López-Dóriga insiste en comparar a Armando Ríos-Piter con el actual presidente francés, qué no tenemos para más, no nos alcanza la vista para darnos cuenta que los modelos que tienen éxito en otros países aquí no funcionan, México necesita un Macron, claro, si México fuera como Francia, ¿verdad?
México necesita de todos y no precisamente para quedarnos en el lado pirata, todo se copia y la sociedad piensa que es correcto, no, no necesitamos un Macron, ni tampoco el caso de éxito de este personaje, es tiempo de pelar bien los ojos y darnos cuenta que los buenos no son tan buenos y los malos no son de este planeta, sumidos en la violencia y la corrupción difícilmente podremos salir de este mega bache en el que caímos.
Nuestro país es pirata, ya no queda nada de aquella civilización ejemplar, si es que de verdad alguna vez existió, porque ya sabe, éramos los mejores del mundo hasta que llegaron los españoles y nos echaron a perder, le digo, siempre hay que buscar culpables para tapar nuestras tonterías.