A raíz de acontecimientos extremos, ocurridos sobre todo en esta semana que termina, entre los que destaca el asesinato del periodista de Culiacán, Sinaloa, Javier Valdez Cárdenas, colaborador de La Jornada y cofundador del Semanario RioDoce; se dice que simbólicamente recibió doce impactos de bala; observamos que el país está sumido en el abominable silencio de la enajenación -que se antoja concertada- por la “narco-política”. Es la voz de su hijo Francisco Javier Valdez Triana la que prorrumpe: -“Padre, Dónde Estás? Te busco en todas partes, en cada espacio, en cada objeto que palpaste, te busco en mis sueños, pero no te veo. No veo tu cara, tu cuerpo grande y ya desgastado, ya con medio siglo. Medio siglo luchaste por muchos, diste lo que tenías, entregaste lo más humano de ti a nosotros, tu hijos y a mi hermosa madre. Ahora, ¿quién me ilustrará, quién me regalará libros a montones, quién me abrazará como tú lo hiciste, quién me aplaudirá en mis logros, quién me brindará el amor tan cálido?” (https://goo.gl/7l9qfI).
Respecto de la cual la periodista Lydia Cacho en la presentación del libro La Ira de México en colaboración con Diego Osorno y Felipe Restrepo Pombo, Siete Voces contra la Impunidad, en el programa de Leo Zuckerman (18/05/2017), precisa que son algunas personas del sistema político las que están coludidas. Y sentencia con mucha razón: “si fuera todo el sistema el vinculado al narco, estaríamos ya todos muertos”.
En esta misma semana, para Aguascalientes, el pilar de Paz Positiva peor evaluado fue aceptación de los derechos de los demás, y es el único que se encuentra por debajo de la media nacional, ocupando el lugar 19 de 32. En este sentido, el estado refleja un nivel bajo de tolerancia entre diferentes grupos étnicos, religiosos y socioeconómicos, y existe un largo camino por recorrer para garantizar la igualdad de género y los derechos de los trabajadores. Finalmente, la entidad se situó en la novena posición en distribución equitativa de los recursos, sugiriendo que se deben redoblar esfuerzos para disminuir el porcentaje de población vulnerable por carencias sociales y en situación de pobreza. (LJA. Opinión. Índice de Paz, ¿cómo vamos? / Agenda urbana, Fernando Granados | 18/05/2017).
En nota relativa al ya multicitado Sistema Penal Acusatorio y Oral, El director del Instituto Estatal de Seguridad Pública (Iespa), Manuel de Jesús Paredes González, señaló este jueves durante una conferencia de prensa que los policías no son los únicos que deben capacitarse con respecto al sistema penal acusatorio sino que también lo deben hacer quienes pertenecen a la Fiscalía General del Estado. Y hace la siguiente precisión: “Es necesario insistir en la capacitación de los elementos en cuanto a procesos de detención y elaboración de carpetas de investigación para que estas estén vigentes en cuanto al sistema penal acusatorio. (…) Este no es un tema que le competa sólo a los policías pues incluso la Fiscalía General del Estado requiere mayor capacitación en este sentido, así como policías investigadores y todos los que intervienen en el proceso de la impartición de justicia”. (LJA. Sociedad Y Justicia. Fiscalía debe capacitarse respecto al nuevo Sistema de Justicia Penal, Redacción | 19/05/2017).
Ante estas situaciones extremas, ¿cómo actuar? –Encontramos una clara respuesta en la gran metáfora de resiliencia, propuesta por el pensamiento indómito del filósofo Friedrich Nietzsche que se vuelve un remanso de paz, cuando en su obra Así Hablaba Zaratustra, desarrolla poéticamente la imagen de una palmera en el desierto, que recibe los rayos del Sol en el pleno de su zenit. Es una luz brillante tal que baña completamente a la palmera, sin dejar espacio casi a sombra alguna, y simboliza el estado más perfecto de aplomo de un ser; es decir, de pie, vertical sobre su eje. Cuando la palmera es doblegada por vientos borrascosos y es sacudida de un lado a otro como un ser indefenso, pero no se quiebra, resiste el vendaval y luego en el zenit solar, se muestra como lo que es un ser orgulloso de su aplomo para vivir, como parada en un solo pie. (Así Habló Zaratustra, Friedrich Nietzsche, P. 190). Dicho en su vuelo poético:
El desierto crece: ¡ay de aquel que dentro de sí cobija desiertos!
“Sorbiendo este aire bellísimo,
Hinchadas las narices como cálices,
Sin futuro, sin recuerdos,
Así estoy aquí sentado,
Encantadoras amigas,
Y contemplo cómo la palmera,
Igual que una bailarina,
Se arquea y pliega y las caderas mece,
– ¡Uno la imita si la contempla largo tiempo!
¿Igual que una bailarina, que, a mi parecer,
Durante largo tiempo ya, durante peligrosamente largo tiempo,
Siempre, siempre se sostuvo únicamente sobre una sola pierna?
-¿Y que por ello olvidó, a mi parecer,
La otra pierna?
En vano, al menos, he buscado la alhaja gemela
Echada de menos
-Es decir, la otra pierna –
En la santa cercanía
De su encantadora, graciosa
Faldita de encajes, ondulante como un abanico.,
Sí, hermosas amigas,
Si del todo queréis creerme:
¡La ha perdido!
¡Ha desaparecido!”
A esa lírica imagen de la palmera al sol del mediodía, se vincula el descenso al pensamiento acongojado de su ocultamiento. “Como en el motivo teológico de la ‘caída’ este ‘hundirse en su ocaso’”, Untergehen, implica o se involucra con la acción de abandonar una condición prístina y acceder a la contaminación de la materia, el tiempo lineal, la corrupción y la muerte. (David Valencia Villamizar. La idea de tiempo histórico en Así habló Zaratustra de F. Nietzsche. Cap. 2. Soledumbre, Transmutación fantasmática en el taller del historiador. P. 83. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas. Departamento de Historia. Bogotá, D.C. 2013).
Idea que desarrolla el mismo autor: La interesante nota aclaratoria de Andrés Sánchez Pascual a la traducción castellana de untergehen nos dice: “Es una de las palabras-clave en la descripción de la figura de Zaratustra” (Nietzsche, 2006, 444), como si este movimiento descendente, simbolizado en el ocaso del sol que abandona el mundo de la luz para entregarse y perderse en regiones subterráneas, de alguna forma definiera no solo las travesías y peripecias de Zaratustra, sino yendo incluso más allá de la mera dimensión descriptiva, fuera parte de su ser mismo, una figura que conoce el momento radiante y luminoso del mediodía, pero también el atardecer y el misterio propio de la noche.
Sobre este sentido se dice en la nota que comentamos: “‘pasar al otro lado’ es superarse a sí mismo y llegar al superhombre”, el tránsito del sol por la oscuridad tiene que ver con una superación de sí mismo, al igual que en el caso de Zaratustra, su “descenso” a la compañía de sus congéneres lo haría autosuperarse, transmutarse en ese rayo enceguecedor y vertiginoso que sería el súper-hombre”. (Opus cit., ut supra).
Ambiciosa y difícil meta nos propone el filósofo, desierta de Dios, pero para él digna del súper-hombre. Situación que puesta en el contexto de impunidad, nos confronta con la evidencia de que cada uno de nosotros debemos resolver, ya sea en la soledad o bien en sociedad con otros, la opción de no acallar la voz de la justicia, sobre todo cuando la violencia extrema, letal, pretendió acallar la palabra que denuncia. Esa palabra liberadora que decidió confrontar a esas “armas ideológicas de la muerte” que hoy por hoy esgrime la llamada “narco-política”; que quiere imponer un ominoso silencio a su voluntad irrefrenable de dominación.
Ya sea que optemos por la imagen lírica de la palma bajo la luz incandescente del Sol en su cenit, o bien que decidamos descender a su ocaso e ingresar en la noche de la congoja reflexiva, tenemos al final que confrontarnos con la decisión de permanecer de pie, celebrando la vida y la fiesta o el baile, aunque sea en una sola pierna; o bien, aceptar el abajamiento de una reflexión profundamente ponderada que al final revele la naturaleza, radicalmente inadmisible, de la impunidad, y levantarse contra ella con la vitalidad y certeza iluminada del súper-hombre. Aplomo o vitalidad bioética que den razón y sentido a la dignidad de la persona humana y emancipación auténtica de la sociedad.
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