Ayer fue de esos días en que las buenas intenciones se diluyen con el despliegue de todas las estrategias de mercadotecnia conocidas y por conocer. Las empresas fomentan el asueto no oficial para que todo México pase un día o por lo menos la tarde con el pilar de la familia. Y por qué no, si desde el principio de los tiempos quien marcó la pauta en nuestra civilización fue Tonantzin, ya lo dijo fray Bernardino de Sahagún en La historia general de las cosas de la Nueva España.
“Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde solían hacer solemnes sacrificios, y que venían a ellos de muy lejanas tierras. Uno de estos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama Tepeyac y que los españoles llaman Tepeaquilla y ahora se llama Nuestra Señora de Guadalupe. En este lujar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses, que ellos llama Tonantzin, que quiere decir “nuestra madre”. Ahí hacían muchos sacrificios a honra de esta diosa, y venían a ellos de muy lejanas tierras.”
Somos un matriarcado, la madre de los dioses, la madre tierra entonces, la que da la vida y nos recibe cuando el tiempo se nos acaba, la máxima deidad que se ve replicada en cada una de las mujeres mexicanas que han procreado, la incongruencia en un país machista donde las principales víctimas son ellas, con hijos, las que son objetos sexuales, las que cobran menos que los hombres, y a pesar de todo eso, en el ideario colectivo mexicano son la más sagrada figura, cuánta contradicción, ¿no cree?
El cine nacional de la llamada Época de Oro se empecinó en vendernos esta figura a lo largo de cientos de filmes, en los cuales pudimos ver a mamá poner en cintura a un grupo de borrachos cantadores, también se pudo confirmar la figura de la madre abnegada quien a pesar del marido irresponsable, mujeriego, bebedor, saca adelante a los cinco hijos y a todos les da una carrera universitaria, quienes están eternamente agradecidos y honran la figura de su jefecita, pues pudo con el paquete gracias a la ayuda divina de otra gran madre, claro la Guadalupana.
Qué le parece Doña Perfecta de Dolores del Río, pocas películas donde se plasmó a una mujer dura, sin razones, apegada a un fanatismo religioso que coartaba la interacción con las jóvenes generaciones. Encontraremos a la madre que lucha, que llora en silencio y da la vida por sus hijos, la mujer que sacrifica los placeres de la vida con tal de ver a sus hijos triunfar, ese es nuestro cine, pero también es nuestra realidad, distinta al contexto mundial y al resto de las celebraciones en el globo, aquí en México la madre es Tonantzin, es Guadalupe, es mexicana y se replica en cada una de las nuestras; la idiosincrasia es diferente, la mercadotecnia sale sobrando, el restaurante atascado el fin de semana pasado o ayer mismo ganan terreno y pierde sentido la esencia del concepto de la creadora para los de la raza de bronce.
Ayer fui a comer con mi mamá y mis hermanos, el fin llevamos a mi jefa a la Feria a comer para celebrar el Día de las Madres, no sé qué comprarle a mi mamá, a mi suegra y a mi mujer, mi hermana está de visita y vamos a aprovechar para celebrarla junto con mi madre ahora que estamos todos juntos, ¿no vas a ir al panteón a ver a mamá? Y como estas, muchas otras frases se escucharon ayer.
Qué complicado es el 10 de mayo, de verdad, y mire que no me tiro al drama como suelo hacerlo, pero la incongruencia en nuestra sociedad se presenta hasta en estos festejos, lo reitero, las ponemos en lo más alto de nuestra escala de valores y sin embargo no hemos tenido aún una presidenta, ¿puede ser mamá, no? Puede ser madre, hija, sobrina, tía, esposa, prima, hermana, compañera, amiga, vecina, puede ser la presidenta de este país que cada vez comprendo menos, por qué no pasa, qué limita a la sociedad para hacerse de una mujer presidenta de la República, gobernadoras y alcaldesas ya hemos tenido, algunas con mejor desempeño que otras pero pasa lo mismo con los gobernadores y alcaldes, mire que no hemos tenido buena suerte ni buenos resultados con los presidentes que hasta hoy han vivido en Los Pinos. Intereses políticos, falta de visión de la cúpula, miedo al cambio, por qué, sí hemos sido aletargados en la fe de la Guadalupana y la hemos librado, sí desde que se llamaba Tonantzin ha velado por nosotros, imagínese que ella no estuviera al tanto de todos nosotros, ya hubiéramos desaparecido.
Deslumbrados por la mercadotecnia y la necesidad de sacar provecho de la fecha, hasta los músicos, artistas y comediantes se ven favorecidos pues el pueblo los busca para celebrar a la madrecita de cada hogar, de cada colonia, de cada ciudad. Tampoco estoy de acuerdo con las campañas trilladas que dicen “todos los días son día de la madre”, sí, bueno, entonces eso quiere decir que los 365 días del año deberían recibir por lo menos una flor, o que nosotros los hijos nos portemos civilizadamente para no mortificarlas.
Qué me dice de los festivales en las instituciones de educación básica, hermosos, un gasto que ya debe estar planeado porque si no, entre el festival, el regalo y la ida a comer se acaba lo que queda de la quincena.
Se celebra como a cada familia se le viene en gana, lo padre sería ponerse de acuerdo como sociedad para garantizar la seguridad de ellas, dejarlas llegar a todas hasta donde su capacidad les permita, no coartarlas, dejar de escribir canciones cursis en su honor y mejor caminar hombro a hombro para hacer frente común y dejarlas ser, limpiar la casa con ellas, lavar los trastes con ellas, levantar a los niños, preparar el desayuno y llevarlos a la escuela con ellas, reír con ellas, soñar con ellas y apostarle para que tomen las riendas de este país, ¿que no dicen que siempre hace falta el toque femenino a las cosas?
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