En materia de inseguridad, esta semana los reflectores nos llevaron al caso de una mujer asesinada de forma violenta en territorio estatal, originaria de Michoacán, que fue reportada como desaparecida el pasado 16 de abril; el asunto según el fiscal René Urrutia de la Vega, está siendo investigado como un feminicidio.
El feminicidio es considerado como tal, “si la víctima presenta signos de violencia sexual, si tiene lesiones o mutilaciones, si existen antecedentes de violencia familiar, laboral o escolar de su agresor, que haya existido una relación sentimental o amenazas, entre otras características”, de las cuales el abuso físico permanece como una constante que hasta el momento la sociedad mexicana no ha logrado resolver.
Otro aspecto del rostro oculto de los feminicidios y, sin duda, el más importante son las causas que los provocan y las cuales reflejan “la salud” de una sociedad, las autoridades no los evitan, resuelven mucho menos se castiga a los agresores.
Según las estadísticas de diversas organizaciones, en México los crímenes en contra de las mujeres van en aumento y ante los ojos de quienes permanecemos inertes y dando la espalda a este problema que en el fondo tiene varios rostros, uno de ellos, y creo yo el principal, el “machismo”.
Las cifras dan cuenta que el Estado de México es uno de los lugares que encabezan las listas de feminicidios y como si fuera una carrera olímpica, otras de las entidades que van en incremento de ataques mortales a mujeres son Guerrero y Michoacán, seguidos por Chihuahua, Jalisco y Oaxaca.
La situación en nuestro estado también preocupa y es que algunos organismos de la sociedad civil han dado a conocer que de acuerdo a la densidad poblacional, Aguascalientes tiene una tasa de homicidios dolosos contra las mujeres 16 por ciento superior que la media nacional.
Cabe destacar que como ocurre en toda la República Mexicana, de las muertes violentas de mujeres ocurridas aquí, apenas la mitad sale a la luz pública a través de los medios de comunicación.
La información estadística que las autoridades entregan en respuesta a solicitudes de transparencia solo indican que la cantidad de homicidios dolosos cometidos en la entidad en los que las víctimas han sido mujeres.
El feminicidio, a pesar de los esfuerzos de colectivos promotores de los derechos de las mujeres, no está tipificado como delito, se contempla solamente como una agravante del delito de homicidio doloso.
El caso que motiva a hacer la reflexión de esta semana quedará como una más de las estadísticas, ante la poca sensibilidad que todavía vemos en nuestras autoridades para atender y sancionar más severamente a quienes cometan este tipo de delitos.
La gran mayoría quedan impunes, dejando solamente el dolor que padecen los familiares de estas mujeres que pasan incluso años antes de ver alguna respuesta, si es que la hay, de parte de las autoridades.