- El tráfico de personas es ya el tercer negocio ilícito en el ámbito mundial afectando a 21 millones de personas
Hablar sobre la trata y tráfico de personas con fines de explotación sexual es hablar de un negocio ilícito, ilegal que afecta a millones de personas y que en México está tipificado en la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas publicada en el 2007. Sin embargo, los datos obtenidos por parte de las autoridades mexicanas no dejan claro la cantidad de personas que son víctimas de las redes de trata de personas en nuestro país. Lo que sí sabemos, gracias a la labor de organizaciones y activistas de todo el mundo, es que el tráfico de personas es ya el tercer negocio ilícito en el ámbito mundial afectando a 21 millones de personas, según estimaciones de la ONU, con redes que se extienden alrededor del mundo. Lo que nos da cuenta de la complejidad y la dificultad para atender este problema.
Es este universo sórdido y peligroso, en donde por supuesto se cruzan más de un ilícito y más de un criminal perverso, el que permitió al escritor y editor mexicano Walter Jay (Ciudad de México, 1977) escribir su novela Tres días publicada por la editorial De Otro Tipo. Una novela en donde el también sicoanalista indaga en la mente de los depredadores sociales que encabezan y manejan estas redes de explotación sexual visto a través de la mirada de Julia, un joven que fue engañada por Hernán, con quien se casa con promesas de un futuro mejor, sólo para ser prostituida por la red que encabeza el padre de Hernán: Tulio.
Este es el centro de Tres días, una novela vertiginosa en donde la mirada de Jay nos descubre los entretelones de un negocio que se basa justo en explotar al otro, a la mujer, y convertirla en una mercancía. Un negocio que en el que tanto víctima como victimario pierden un poco de su esencia como ser humano, tal como nos dice el también autor de la novela El camino de las cosas cansadas y de la obra de teatro Mujeres al desnudo en conversación:
“Hace tiempo leí una entrevista con un proxeneta, en donde explicaba cómo seducen a las chicas a través de sus necesidades, de hacerlas sentir protegidas, para que una vez que caen en su poder, traicionarlas. En aquel momento lo que me llamó la atención fue una frase que dijo este proxeneta que era “En este negocio tienes que matar a los sentimientos.” Me di cuenta de todo ese horror solo era posible contarlo a través de alguien así, porque para poder hablar de todo ese horror, hablar de todas las vejaciones que sufren las chicas, solo me era posible a través de la visión de alguien que ha matado una parte de sí mismo para poder estar y trabajar en este ambiente. Esta novela solo cuenta tres días en la vida de estos personajes porque es tan atroz lo que se vive en el mundo de la trata y porque no creo que se trate de sacar las vísceras emocionales a los lectores, pero sí decirles que esta tan historia tan atroz puede estar pasando en estos momentos.
Javier Moro Hernández (JMH): Entramos en ese universo lúgubre, decadente y sumamente violento a través de la historia de Julia, una mujer, que como dices, es engañada, violentada y obligada a trabajar como esclava sexual.
Walter Jay (WJ): La primera propuesta era contar la historia desde la perspectiva del sociópata, del perverso, pero después pensé en centrarla en el tratamiento del miedo que se genera en las víctimas, pero ya cuando quedó en la idea de sólo contar esos tres días, pensé que el tratamiento de la historia debería surgir desde la historia de una mujer que decide romper esas ataduras que la han mantenido como esclava sexual y confrontar las consecuencias de esa decisión, el encontronazo de encontrarte frente a ser que te confunde, ese hombre al que no sabes si amas u odias y que en realidad es un perverso que quiere matarte, ahí decidí centrar la historia en Julia desde la rebelión, porque eso me permitía contar el dolor pero en retrospectiva y le abría a ella la posibilidad de pensar su vida desde otra perspectiva y en cuanto lo hace, se da el rompimiento.
JMH: La estructura de la novela contada a través de las visiones de distintos personajes, la visión de Julia, de Hernán, el proxeneta y de Diego, el dueño de la empresa de seguridad. Ese juego de personajes fragmenta la historia, pero al mismo tiempo nos presenta otros matices.
WJ: Creo que esas tres visiones complementan la historia, porque no hay una realidad hay muchas, tantas como seres humanos, vamos construyendo la realidad a partir de nuestras capacidades, entonces creo que siempre hay que buscar los diferentes puntos de vista sobre el tema y la diversidad, yo creo que más fragmentar, los tres puntos de vista la complementan, porque hay otros personajes que no forman parte directamente en la historia, están en el lugar equivocado en el momento equivocado y forman los daños colaterales de estas formas de vida, hasta en ese momento complementan la historia, porque nos dan cuenta de la violencia con la que las bandas de trata puedan llegar a funcionar.
JMH: Hernán es el hijo de jefe de la banda de trata, es el personaje que nos da cuenta de lo que decías al principio, él mató sus sentimientos para ser lo que es, el heredero, pero podría haber tenido otro futuro, pero lo vamos conociendo de a poco, vamos viendo su lado oscuro, su transformación.
WJ: Creo que en esta búsqueda de proteger a los seres que amamos podemos les brindamos todo y nos les permitimos que ellos descubran las cosas y esto ha terminado por generar personas más banales, superficiales, porque ellos desconocen muchos procesos, muchas vivencias, que nosotros mismos les hemos ahorrado, pero al paso del tiempo ellos terminarán asumiendo el poder y las responsabilidades, pero de entrada ya van limitados, el hecho de que asumas el poder no significa que tienes las mismas características que aquel que construyó la empresa, algo que le pasa a Hernán, mata el sentimiento pero me parece que lo hace tarde, que no lo logra al cien por ciento, no logra deshacerse de ciertos sentimientos que lo hacen aparecer débil ante los ojos de sus padres y de sus socios.
JMH: ¿Qué tan difícil es crear a un personaje perverso?
WJ: Para mí el sociópata simplemente no sigue las reglas que atendemos todos como sociedad, y no siente culpa ni remordimiento, él busca obtener su beneficio, mientras todos los demás seguimos las reglas ellos no, ellos buscan su beneficio, satisfacer su placer, sí tienen que matar en el camino lo hacen y me parece que esos son los más peligrosos porque no le significa nada la vida de otra persona, es decir que ellos que corrompen los que los demás construimos como sociedad, con muchos esfuerzos, son una especie de parásitos de la sociedad, un depredador, ahora no todos los que trabajan en un cártel de la droga o en una banda de trata son perversos, habrá alguno que las circunstancias de la vida los puso ahí, el ambiente de las drogas, la pobreza, la desesperación, pero esas personas sí sienten culpa y ahora en este país hay muchos sicarios pero creo que no todos son sociópatas, pero los hay, y a esos no le importa nada y en realidad Tulio, el papá, él es el perverso, porque Hernán en realidad ha fallado.
JMH: La trata es considerada por muchas personas, muchas estudiosas, activistas, como un caso de que ejemplifica la esclavitud en los tiempos modernos.
WJ: Hay zonas en el país, como en Tlaxcala, que ha permeado tanto que algunas personas dan por hecho ciertas cosas, entonces no hay cuestionamiento y se cree que si alguien no lo logra simplemente es débil, la madre de Tulio, por ejemplo, está convencida que las cosas son así, por ejemplo, que el éxito del hijo de su hijo depende de sobre cuántas personas aplaste, porque ella viene de ese entorno mafioso, cree que es una cosa de predestinación, porque eso lo que hace su vecino, su familia, sus conocidos, ella sigue viendo a las chicas a las que obligan a trabajar para ellos como una mera mercancía de la cual viven, eso es perverso, son parásitos que viven de alguien más.
JMH: Sin embargo, y esto tiene que ver con el momento social, cultural en el que estamos viviendo, estos depredadores, estos parásitos pueden ser vistos como ídolos por algunos que los quieren imitar, y en ciertos contextos, como dices, son personas a las que hay que imitar, son la imagen del éxito social en ciertas zonas del país.
WJ: Ahora nos estamos dando cuenta de que hay una palabra que se llaman “valores” que cuando uno es joven critica, que le daban sentido y unidad a la sociedad, pero a mí me daba miedo convertir a Hernán, como protagonista, en una imagen de éxito, no quería caer en la idealización del perverso como se está haciendo común ahora con la tele, y me dolió, porque me interesaba seguir explorando las zonas oscuras del perverso, pero creo que a nivel social y político, México está en sumido en un juego perverso, estamos saboteando la convivencia social, y en momentos como estos, cuando se desdibujan los valores, hay personas que pueden idealizar a estos sujetos, y la televisión y sus series sobre narcos está fallando porque está mostrando el poder, el lujo, el éxito y no la sangre, ni la violencia, ni el dolor que estos negocios traen consigo y que generan, y en ese trastoque de valores, pues deja un montón de gente confundida, pero la tentación es grande.
JMH: En el asunto de la trata me parece que hay una doble moral social y una responsabilidad social, es decir, vemos a las mujeres que trabajan como prostitutas en La Merced pero no queremos saber de dónde vienen y qué hay detrás de esa imagen, que es un negocio que permite la existencia de estos parásitos.
WJ: El ciudadano común sabe que no es correcto, pero sabe que no puede detenerlo, por supuesto el miedo se vuelve silencio y por lo tanto complicidad, pero me parece que vivimos en un país en donde no somos escuchados como sociedad por nuestros dirigentes, eso nos ata de manos como ciudadanos, pero es ahí en donde todos deberíamos poner nuestro granito de arena para solucionar este problema, quizá lo que yo hago es decirle al lector lo grave que es esta situación desde mi trinchera, desde las letras, y lamentablemente México está lleno de grupos vulnerables pero también de depredadores.