Vale la pena comentar las cosas buenas que hacemos. No faltará quien diga que hacemos muchas cosas malas y pocas buenas, pero los puntos de vista cuantitativos no funcionan. Lo importante es lo que Sí hacemos, como el Día Internacional sin Tabaco que fue instituido por la Organización Mundial de la Salud, dependencia de las Naciones Unidas y que en México seguimos fielmente. Esto es algo que sí funciona, porque los mexicanos no nos conformamos con hacer reuniones, simposios y pegar carteles advirtiendo del peligro que implica a la salud el discutible placer de fumar. Fuimos más allá y creamos la Ley de Protección a los No Fumadores. Desde el nombre la Ley ya es muy buena, porque no le prohíbe a nadie que haga lo que quiera. Porque ese era el argumento de los fumadores. Cuando nos acercábamos a ellos y le sugeríamos que no fumara, la respuesta siempre era ¿Y por qué no? yo puedo hacer lo que yo quiera. De algo me tengo que morir, yo decido y nadie me va a venir a decir a mí lo que yo haga. Y frases por el estilo. Entonces con una psicología elemental, dirigimos el programa hacia los NO fumadores que defienden su derecho a respirar un aire limpio y no verse forzados a inhalar los humos procedentes de los tabacos de sus vecinos. Desde el principio se veía un obstáculo, obligar a los propietarios de bares, restaurantes y centros sociales a prohibir la entrada a personas que llegasen fumando y crear zonas exclusivas para fumadores en terrazas y áreas descubiertas. Sin embargo, fue precisamente esa medida la que mejor prosperó. Los comerciantes de alimentos y bebidas aceptaron que aún cuando algunos de sus mejores clientes protestarían, la propuesta era saludable y lógica. Ahora es una realidad en todo el país. Existen señalamientos claros que impiden que se fume en aeropuertos, escuelas de todo nivel, oficinas públicas, restaurantes, bares, clubes sociales y deportivos.
Es importante señalar también la intervención política. La Ley de Protección para los no Fumadores se aprobó en México DF en enero 2004 cuando el jefe de Gobierno era López Obrador. La Ley federal entró en vigor el 1 de junio de 2009. El presidente Peña Nieto llegó más lejos, el 15 de febrero de 2016 propuso que se prohibiera totalmente el uso del tabaco, en todas sus formas y en todas sus vías de comercialización. Con una condición, que lo aceptaran la Cofepris (Comisión Federal para Riesgos Sanitarios) y la PFDH (Procuraduría Federal para la Defensa de los Derechos Humanos), cosa que hasta el momento no han hecho. Con ello queda demostrado que los riesgos que representa para la salud del hecho de fumar, tanto para los activos como para los pasivos, no pueden ser evitados por las autoridades, ni las leyes por sí solas. Es imprescindible la convicción de las personas. Ya se logró con el tabaco, pero ahora ¿Qué estamos haciendo? Una intensiva campaña para que nos permitan fumar marihuana, que vendrá a representar los mismos peligros que el tabaco. Y no voy a discutir con los defensores de la Cannabis. Imagine Usted que la yerba no hace ningún daño, es medicinal, curativa, energética, biónica y lo que se le quiera agregar. Sí, solo que hay que fumarla y ya nada más con ese hecho, el daño está implícito, porque el humo de las fibras vegetales y el papel llevan carbón, alquitrán y benzopireno que son cancerígenos. Además, por ser humo, también producirá enfisema y enfermedad pulmonar obstructiva crónica, amén de las ya muy conocidas laringitis (la voz ronca de los fumadores), bronquitis y la inducción al cáncer en cualquier parte del cuerpo. Vamos muy bien en la tarea de haber limitado el consumo de tabaco, ahora sigue una labor mucho más grande e intensa, terminar con el humo. Esto implica que la humanidad no fume, que los autos no emitan gases de la combustión, que las fábricas no expulsen humos industriales. ¿Suena imposible o difícil? Creo que ahí vamos, en nuestra ciudad ya están proliferando los calentadores de agua solares que ha reducido el uso del boiler, comienzan a popularizarse los convertidores de energía solar a eléctrica, ya ruedan autos eléctricos. Ya comenzamos y con un mínimo de optimismo y un mucho de realidad siento que estamos en el camino correcto.