Allí está mi peine y mi cepillo. Hay un
Vacío.
Soy tan vulnerable de repente.
Soy una herida que abandona el hospital.
Soy una herida que dejan partir.
Atrás dejo mi salud. Dejo a
Alguien
Que quería adherirse a mí: desato sus
Dedos como vendajes:
Me voy.
Tres mujeres. Sylvia Plath
En 1997 yo tenía 15 y estaba embarazada. Para el 2000 tenía un nuevo embarazo y el mismo terror que la primera vez. Ellos lo saben, mis hijos conocen la historia mejor que nadie y saben que lo peor que me ha pasado es el estado de gravidez. También saben que ellos son lo mejor de mi vida, y todas las veces que la gente me cuestiona si me arrepiento de haber sido madre tan joven no puedo imaginarme lo que no fue, aunque sé con certeza que era una adolescente que no sabía que podía decidir, ni que había algo que decidir ni lo que venía ni lo que estaba pasando. Aquí no hay víctimas ni victimarios, no he sufrido con mi maternidad pero tampoco la pintaré de rosa porque no ha sido fácil.
Hay tantas mujeres como formas de ser madre. Madres acompañadas o solas, héteros y lesbianas, felices e infelices, arrepentidas de haber parido o mujeres ansiosas por sentirse fecundas, las que llevan una maternidad subversiva al estar lejos de sus hijos, las presas que añoran su abrazo, las madres prostitutas, a las que les arrebataron todo cuando se los llevaron. La taxonomía del ejercicio de la maternidad es inmensa y siempre hay una denostación hacia nosotras, un señalamiento a todas las que no han decidido, o las que sí lo hacen de una u otra manera. Como ahora que nos dio por saber que ser mujer y madre es una imposición social, cultural e histórica que nos obliga a cumplir la función reproductora, con lo que, por supuesto, vapuleamos a las que deciden tener hijos porque seguro se han dejado amarrar por ese yugo que controla su cuerpo y su vida, por la corriente procreacionista que desde niñas les implantaron al centrar su condición de mujer en ese nenuco que protegían, que recrea el mito de la buena y abnegada madre. Aunque siempre serán peores las mujeres que decidieron no ejercer la maternidad, y las que han sido criminalizadas, culpabilizadas y hasta asesinadas por esto mismo: las que abortan.
También hay infinitas causas por las que las mujeres deciden abortar, aunque no importan tanto como el derecho a llevarlo a cabo.
La NOM-046 protege a niñas mayores de 14 años al otorgarles la interrupción legal de su embarazo en caso de violación. Para la hija de Raquel no hubiera aplicado. Ella tenía 12 años cuando su vecino la violó. Su pancita me hacía pensar en el balón que uno se pone bajo la sudadera mientras se seca el sudor. Cuando Raquel se enteró, la niña tenía 5 meses de embarazo y una terrible depresión. La iglesia le dijo lo que a todas: es tu cruz, cárgala. Ahora, 3 años después, no ha podido recuperar la escuela, vive con el estigma de ser madre adolescente y no quiere ver a su hijo. ¿El violador? Continúa bajo amparo, en impunidad.
Para los inquisidores bien vale la pena que las niñas corran el riesgo de un parto prematuro, de preeclampsia, anemia, desnutrición, estrés, depresión y suicidio, o que los niños por nacer sufran maltrato infantil, abandono e infanticidio ocasionado por una maternidad conflictiva, antes que un aborto.
Otras mujeres ejercen su derecho a decidir pero están fuera de la ley. En la República mexicana, excepto en la Ciudad de México, las únicas causas excluyentes de responsabilidad sobre este tipo penal, el aborto, son que el embarazo haya sido producto de una violación, que pudiera poner en peligro la vida de la madre, o por malformaciones del feto. En Aguascalientes el tema no se menciona, todas las Legislaturas han considerado que los derechos reproductivos de la mujer y en particular el derecho de la libre decisión sobre su cuerpo y su vida no van con su agenda. La actual presidente de la Comisión de Equidad de Género en el Legislativo local, Josefina Moreno Pérez, está entretenida con la pretensión de reformar una ley que, asegura, evitará la violencia de género en las escuelas, pero nada de este desafío por el que atraviesan las mujeres en el estado. Si el tema de la interrupción legal del embarazo, su despenalización, no se lleva al Congreso, no se realizarán cambios jurídicos y políticas públicas y de Estado que respeten la decisión de las mujeres de ser dueñas de su cuerpo y desligarse de ese supuesto destino biológico. Porque en el mundo, casi 50 mil mujeres al año mueren desangradas o por septicemia por un aborto mal realizado. Como Imelda, que casi muere cuando un gancho de ropa le perforó un ovario.
Mujeres de todo el mundo han buscado soluciones intrépidas e inverosímiles para evitar que más mujeres sigan muriendo al llevar información, acompañamiento y abortos seguros a las que han decidido. Women on Waves es un grupo de mujeres que va en un barco que se rige en aguas internacionales por la ley holandesa, ley que permite la interrupción del embarazo, a países donde el aborto es ilegal y que ofrece servicios hasta con nueve semanas de embarazo. En México, el Fondo María da información, apoyo financiero y emocional a mujeres para acceder a los servicios en la CDMX hasta con 12 semanas. En Aguascalientes, mujeres organizadas da información sobre aborto seguro a alrededor de 15 mujeres por semana, 60 mujeres al mes que son acompañadas hasta lograr una interrupción segura. Católicas por el derecho a decidir ha emprendido una campaña desde hace 23 años que cuestiona normas, creencias y valores sociales y culturales para lograr el respeto a la autoridad moral de la mujeres, y que asegura que es falsa la creencia de excomunión a católicas que aborten.
Otro de los derechos que se nos ha negado es el de la información, todas las organizaciones concuerdan en lo que difunden: el misoprostol es el nombre de pastillas disponibles en todas las farmacias del país con el nombre comercial de Cytotec. Cualquiera puede ir a comprarlas y siguiendo las instrucciones tiene un 80% de efectividad.
Hay muchos mitos sobre el aborto, pero antes que eso es la grave estigmatización que hay sobre cómo se debe ejercer la maternidad. Los hombres en los diversos ámbitos de poder no han querido sacar sus leyes, sus comentarios e insultos de nuestros matrices, y nosotras no necesitamos más jueces. Los juicios de valor sobre el cuerpo de una mujer que decide gestar o no están más que sobrados porque es ella quien tiene la primera y la última palabra sobre sí.
La continuación de este tema debe enfocarse en la legislación del aborto, en el derecho que tenemos todas a la información sobre sexualidad, seguridad y salud, que permita a las mujeres ser madres libres del estigma y de violencias obstetricias, y las que no quieren la maternidad sepan que sí pueden decidir, que hay mucho sobre qué decidir, que sepan lo viene y por lo que están pasando. Ahora yo lo sé.
En Tres mujeres, Sylvia Plath explora y retrata la maternidad desde tres perspectivas: la mujer que busca ser madre, a la que sufre porque no lo logra y la que se niega a serlo. Una cosa hay en claro: nosotras decidimos.