Hace muchos años, las historias que más disfrutaba de los X-Men eran las más cerebrales; especialmente esas porque se ponían bien locochonas y no trataban de cuál pegaba más fuerte. Un día, por ejemplo, el profesor Xavier despertaba de mal humor y con un parásito alienígena lamiendo su cerebro como un sorbete, el señor iba por ahí modificando la realidad de cualquiera, los hacía ver cosas, modificaba su personalidad para siempre y se alimentaba de las ondas gamma de algún pobre imbécil y nada más con eso, los mutantes más poderosos y Wolverine valían madre.
Nadie podía tocar al cabrón. Y luego se les iba de la mano a los escritores porque para solucionar su pantanal tenían que sacarse de la manga unos deus ex machinas complejísimos, perturbadores y desvencijados, sobre todo esto último porque hacían referencia a historias de los 40, 50 y 60 que justificaban sus guapuras, y yo, de morro, me quedaba de a seis porque a duras penas había sacado unos viejos quinientos pesos para la revista, el refresco en bolsa y los fritos. Pero no es queja, esas historias de poderes mentales eran las más sabrosas: no todo está en los puños o en echar rayitos, para qué, si puedes hipnotizar a distancia a tu oponente.
Legión es una serie que juega con el aspecto más cerebral de los mutantes. Trata del hijo de Xavier, un mutante con poderes telepáticos y telequinéticos, que además es empático y puede robarse el alma de la gente antes de morir (acumula sus memorias y sus habilidades). El chavo se creía esquizofrénico, pero nada (moraleja: no se autodiagnostique), nomás empezó a guardarse a la gente en la cabeza. Su historia trata, en gran medida, que a veces se roba gente muy poderosa y sus consciencias hacen luchitas en su cabeza para ver quién se queda con el control del cuerpo. La serie cuenta el origen de este mutante, y con guiños a Wes Anderson y Christopher Nolan, construye un deleite visual y narrativo que constantemente pone en tela de juicio la realidad de los personajes. Además, actúa Aubrey Plaza y hace un papelón.
Quizás lo que más me gustó de esta serie es que evitaron a los mutantes fáciles y buscaron poderes secundarios, o estratégicos. No hay personaje que la tenga fácil y eso mantiene al espectador entretenido, preguntándose cómo funcionarán los poderes reunidos para salir de ciertas situaciones. Igual que un acertijo. Claro, eso no exime a la serie de un par de babosadas y uno que otro deus ex machina que el espectador tendría muy claro si hubiera leído veinte años de cómics, pero aun así lo perdono todo y Aubrey Plaza es rey. Además, en Legión todo está en la mente, estoy seguro que Peña Nieto sí lo aprobaría.
Aubrey Plaza, es en efecto, la onda! Me encantó la línea de cierre. Ash. Me encanta su columna.
Tss, muchas gracias. ¡Aubrey Plaza es rey!