Dame dame dame dame todo el power
Para que te demos en la madre
Gimme gimme gimme gimme todo el poder
So I can come around to joder
Gimme Tha Power-Molotov
“Por el poder de Grayskull… ¡Yo tengo el poder!”, grita He-Man en la caricatura He-Man and the Masters of the Universe . La espada y el conjuro dotan a Adam, príncipe de Eternia de los poderes secretos para transformarlo en He-Man y luchar contra los poderes malignos de Skeletor. Adam se transforma, y no solo cambia su apariencia física de tez blanca, cabello amarillo y playera al talle con chaleco rosa, sino que una voz más grave acompaña la personificación de He-Man de un hombre semidesnudo del pecho y que porta un peto, cabello naranja y piel morena (Dejemos para después todas las referencias machistas sobre la masculinidad). El punto aquí es que Adam se transforma con el poder.
La vida real también nos presenta estas semejanzas con el mundo de la ficción. De hecho, en muchos casos, supera la realidad. Si bien las personas en la vida real no sufren grandes transformaciones físicas, a menos que gracias a su poder adquisitivo puedan pagar una cirugía plástica, sí podemos afirmar que muchas veces la gente cambia con el poder; en apariencia sufre transformaciones en su vestimenta e incluso en sus actitudes frente al mundo. La forma de hablar, la forma de caminar, de saludar e incluso hasta de reír son para los empoderados una vía para expresar su distinción frente a los otros.
La vida política y social burguesa está llena de este tipo de transformaciones y más en un estado como Aguascalientes. Aunque quizá en las grandes ciudades del país no haya mucha diferencia. Finalmente somos seres que de alguna manera restringimos nuestro alcance social a un círculo relativamente conocido. Y nuestro poder político se proyectará en mayor medida en el alcance que nuestra toma de decisiones impacte o afecte a los otros. Pero el poder político no confiere sólo los gobernantes sino también existe en las empresas, dentro y fuera de ellas. Un trabajador quizá tenga un alto grado de poder en la medida que puede ejercer cierta influencia en la toma de decisiones de la empresa o tenga cierto grado de persuasión. No necesariamente será una persona con autoridad, pero sí con poder. Aunque bien debemos acotar aquí que el poder sin la autoridad existe tanto en el sector gubernamental como privado.
A lo largo de mi relativamente larga vida profesional he sido una persona con responsabilidades laborales que en algunas de ellas se me han otorgado cierto poder en la toma de decisiones a partir de mi nivel de autoridad. La experiencia me ha enseñado que no es sencillo; con autoridad la gente espera que ejerzas cierto grado de poder, pero no siempre está dispuesta a reconocerlo, sobre todo en la toma de decisiones. Algunas veces existen también los juegos de poder, en el que incluso una persona subordinada jerárquicamente hace desde la obediencia creer a la autoridad que atiende al poder que esta última persona se le confiere.
En Aguascalientes y el país, el otorgamiento del poder desde la obediencia es un arma de doble filo porque entonces el poder se sustenta en que el subordinado siga siendo subordinado y se mantenga esta relativa “estructura de poder”, sin percatarse o algunas veces querer ser indiferentes que el subordinado tiene el control. Sé de antiguos lugares de trabajo en donde un subordinado ha tomado incluso más poder que el propio jefe y es quien toma las decisiones ante aquello incluso que no le compete. Ello va incluso acompañado de una transformación física a través del empoderamiento del cuerpo, la forma de vestir, y de dirigirse al resto de los colegas con el conocimiento de saberse inmune ante cualquier observación de la autoridad.
También existe quien siempre ha querido tener poder y lo primero que piensa es en cómo hacerlo evidente. Confundiendo nuevamente la forma con el fondo, este nuevo empoderado busca en su vestimenta, en la forma de acomodar su cabello o incluso en su forma de caminar la manera que lo distinga en su ascenso a esta nueva forma de vida. Pero así como se manifiesta de manera superficial, así, con un soplo de viento el poder también se va. Con él se van las ropas, las marcas, pero además los saludos, las atenciones, las decisiones y la influencia sobre los otros.
El poder es tan frágil, y al mismo tiempo tan duro, que se confunde con un espacio sólido, sin contar al mismo peso se hunde.
Y es que, aún con todo lo que puede significar una caricatura como He-Man, al menos sabemos que, Adam en su transformación busca lucha contra los poderes malignos de Skeletor, pero estos empoderados poco o nada muestran sus intenciones de querer aportar al mundo. El poder es sólo por poder, no importa que sea transitorio, no importa a quienes perjudique pero sí a quienes favorezca. El poder, esta capacidad de hacer cosas limitada al hacer para uno mismo y no para todos. El punto que se tenga, adquirirlo, llegar a él pero jamás se piensa en cómo se va actuar cuando se tenga. Sólo se replican los mismos modos de todos quienes han vivido y viven a expensas de su micromundo de poder.