La noción de que un Estado de bienestar es imposible es una una victoria cultural de la derecha. Un profundo sentido individualista mal entendido -que por momentos enmascara en algunos una dosis de resentimiento o hartazgo producto de una sufrida historia personal de superación- ha destrozado parcialmente uno de los pilares del milagro económico de gran parte del siglo XX.
El crecimiento del ingreso real de las familias permitió engrosar las filas de las clases medias y sostuvo en buena medida el orden liberal, democrático y meritocrático cuya defensa en occidente ha quedado manchada por los paupérrimos resultados de un largo periodo de “liberalización” de la economía mundial.
Una de las promesas de la globalización consistía en igualar los salarios en el mundo y homologar las condiciones de vida a lo largo y ancho del planeta. El resultado- hasta cierto punto irónico- un empobrecimiento relativo de las clases medias de los países desarrollados y una homogeneización de las carencias antes solo habituales en el mundo en desarrollo lo cual ha dejado en el mundo una serie de malestares y descontentos que se han reflejado en un debilitamiento en el apoyo a la idea misma de la democracia a lo largo del mundo.
La derecha en el mundo ha sido especialmente exitosa en capitalizar la desconfianza de la población sobre la situación económica de la mayoría de las grandes economías del mundo y ha resurgido en la forma de movimientos ultranacionalistas, racistas, y en algunos casos ultra conservadores que hacen dudar de la solidez de los avances liberales, laicos y progresistas conseguidas en las últimas décadas.
En este fragmento de The Liberal Order Is Rigged: Fix It Now or Watch It Wither ha ser publicado en Foreign Affairs en su versión impresa de mayo/junio de 2017 queda claro cómo la lógica de mercado -que ha permeado con éxito el imaginario colectivo de una clase media desinformada- ha traído consigo una serie de resultados claroscuros.
“El aspecto de la paz del orden liberal ha sido un éxito rotundo. Lo ha sido también la forma en la que ha permitido a las naciones en desarrollo a crecer consiguiendo sacar de la más absoluta pobreza a millones de personas y ha creado una bullente nueva clase media en muchos lugares del mundo. Pero a pesar de sus éxitos sus instituciones se han desconectado de la gente en los países mismos donde fueron concebidas.
“Desde el principio de la década de 1980 los efectos de una agenda económica neoliberal ha erosionado el contrato social que previamente había asegurado el crucial apoyo necesario para el orden [económico, social y político]. Muchos votantes -trabajadores y de la clase media en el Reino Unido, los Estados Unidos y en [casi] cualquier otro país -han llegado a creer -con una buena dosis de justificación- que el sistema está arreglado.
“…no prestamos suficiente atención mientras el capitalismo secuestro la globalización. Las élites económicas diseñaron las instituciones internacionales para servir sus propios intereses y para reafirmar sus vínculos con los gobiernos. La gente ordinaria quedó fuera. Es momento de reconocer esta realidad y empujar políticas que puedan salvar el orden liberal antes de que sea demasiado tarde.”
Preocupa que las democracias más antiguas del mundo pasen por tal momento de incertidumbre y más aún que hayan fallado en prevenir el resquebrajamiento de algunos de los fundamentos que permitieron crear la fortaleza institucional de la que hoy aún se gozan los beneficios. Lamentablemente da la impresión de que el orden liberal es una suerte de paciente con demencia que vive de los ahorros conseguidos durante la parte más holgada de su vida.
A manera de ejemplo, en EEUU es claro como la derecha -el partido Republicano- se ha centrado en crear una realidad alternativa en donde las instituciones que antes fueron un pilar de la prosperidad como la seguridad social, aquellas que proveen la atención a los ancianos o la construcción de infraestructura y bienes públicos sean concebidas como una medida innecesaria, como un agravio para algunos.
Si uno suma esta propaganda económica el profundo desprecio por la ciencia, el desquiciado conservadurismo religioso (véase el cinturón de la biblia) y el empoderamiento de la peor clase de individualismo (todo ello importado a méxico de una forma u otra) no queda más que preguntarse si es que será posible rescatar el orden liberal, laico y democrático de las manos del cinismo y la complacencia de la derecha que parece convivir cómodamente con los resultados de esta crisis política.
@JOSE_S1ERRA