La educación artística y sus vicisitudes es un tema que me ha rondado últimamente.
En una conversación aderezada con cerveza obscura en el andador J. Pani se me planteaba la idea de un engaño por parte de la institución hacia los alumnos. Aunque entendí el origen de la preocupación, respondí que no estaba totalmente de acuerdo con ese juicio.
Al día siguiente, cuatro tacos de la mejor birria que he probado en Aguascalientes hicieron que levantarse temprano en sábado valiera completamente la pena y sirvieron de antesala para dos espressos dobles en una de esas cadenas internacionales de cafeterías que los defensores de lo nacional gustan satanizar. Ahí, una segunda charla que de nuevo giró en torno al arte, al poco o nulo compromiso de muchos de los estudiantes de letras y artes visuales, a las metodologías y los planes de estudio, puso sobre la mesa una preocupación que, como cantaba John Paul Young al respecto del amor, is in the air.
Poco después, sin cerveza, sin café y sin más compañía que un siberian husky roncando a mi izquierda, un título provocador apareció en la pantalla de mi laptop: U-ABC TEORÍA: LA ENSEÑANZA DEL ARTE COMO FRAUDE-VIDEO Y TEXTO; acto seguido: click.
El texto es de Luis Camnitzer y fue leído en 2012, en el marco de su exposición en el Museo de Arte de la Universidad Nacional en Bogotá, Colombia. “Quiero comenzar esto con dos afirmaciones pedantes y negativas” dice Camnitzer y logra engancharme. Con el afán de no estropear la lectura he decidido omitir más comentarios del texto en cuestión y prefiero compartir la liga: https://goo.gl/6VoUGq
El caso es que, en muchos de los que participamos en la escena cultural del Estado, existe una preocupación en torno a los procesos educativos del arte: pareciera que hemos detectado un cierto estancamiento. En lo personal, me atrevo a decir que la licenciatura en artes visuales cambió mi vida y lo ahí aprendido sigue ayudándome a tolerar la vida, sin embargo es importante decir que veo más que pertinente hacer una revisión de los planes de estudio, del perfil de los docentes en relación a las materias que imparten, de las metodologías, las intenciones y de la misma concepción que se tiene del arte en nuestras universidades.
Si alguno de los que leen estas líneas ha perdido unos cuantos minutos de su vida con mis textos anteriores sabrá perfectamente que el tono de lo que comparto nunca es negativo, no son críticas que denoten “lo mal que están las cosas en Aguascalientes” (ya hay mucha gente que nos comparte su obscuridad en todos los medios), al contrario, si bien se mencionan aciertos y errores, la intención final de estas intervenciones es contribuir al diálogo a través de pequeñas opiniones de tintes optimistas, y en esta ocasión es igual.
Insisto en que no creo que los esfuerzos institucionales se puedan tomar como un engaño y no creo que el desempeño de los egresados, bueno o malo, sea un asunto de responsabilidad unilateral. Considero a la licenciatura en artes visuales como un refresh, como un reset estatal. Me gusta pensar los logros individuales de algunos licenciados en artes visuales como la construcción de una colectividad benéfica. Creo también que el resto de la oferta académica de la Universidad de las Artes ha ido ofreciendo oportunidades concretas en torno al desarrollo cultural de Aguascalientes. Por otro lado, el origen de los profesionales en gestión cultural, de los músicos y cineastas en la Universidad Autónoma de Aguascalientes me ha parecido siempre un buen esfuerzo, un buen complemento al trabajo del Instituto Cultural de Aguascalientes y si bien ambas instituciones han sido objeto de crítica e incredulidad al ofertar estas carreras, al día de hoy me parece que el balance es bueno y será aún mejor en tanto se considere que deberíamos todos, alumnos, exalumnos, maestros y funcionarios conformar un equipo para evaluar la relación entre la oferta académica y el individuo, el impacto de los egresados en la sociedad, la vigencia de las asignaturas y la pedagogía que se aplica, la estructura misma del plan de estudios y las distintas opciones para el desarrollo profesional de los estudiantes. Quizás es momento de que se discuta si es pertinente que en este tipo de carreras aún se mantenga una división entre las materias teóricas y las prácticas, como si de antagónicos acérrimos se tratase. Probablemente sea momento de hibridar la academia y la praxis para que desde los primeros semestres el alumno entienda que el arte es un proceso intelectual que puede o no, terminar cosificado, y no al revés, como normalmente se enseña. ¿Cuántas veces nos hemos topado con el artista que termina la obra para luego buscarle un discurso? ¿O con el gestor incrédulo de una obra si no percibe en ella una verdadera proeza técnica?
Quizás es momento de abordar la teoría con intenciones estéticas, de escribir la pintura o dibujar la semiótica y hermenéutica… o más aún… quizás se necesitan nuevas materias que lleven al estudiante por un camino de estímulos múltiples que le permitan hallazgos propios y lo lleven a decidir el lenguaje necesario para cada uno de ellos.
Probablemente sea pertinente contemplar un desfase en la enseñanza de la historia del arte y acercar al estudiante a las pinturas de Lascaux al mismo tiempo que al grafiti para, más allá de darle una línea de tiempo en la que se sobreponen las obras y los artistas, ofrecerle la oportunidad de la reflexión temprana al construir puentes entre una pieza y otra con la finalidad de que cada uno obtenga sus propias conclusiones acerca del momento histórico, de las características técnicas y discursivas o de la intención de cada imagen.
Dice José Jiménez “El territorio de las artes plásticas de nuestro tiempo ha dejado de ser (…) un universo ordenado y reproducible en un mapa estable y tranquilizador. Es, por el contrario, una superficie mestiza, resultado de las inevitables hibridaciones que conlleva la superposición de distintos soportes y técnicas. Algo, además, que revela, la continuidad y comunicación del arte con la cultura de nuestro siglo, también intrínsecamente mestiza y plural”.
Me gusta la cita de Jiménez y considero que la misma visión de pluralidad y mestizaje se debería aplicar en la educación artística, apostando por el riesgo y dinámicas más abiertas, por la experimentación de un affair entre la teoría y el oficio… total, ¿qué es lo peor que podría pasar?