En México, 2 de cada 10 mujeres mayores de 15 años declararon haber padecido algún incidente de violencia, ya sea por parte de su pareja o de cualquier otra persona, según el Inegi (El Economista, noviembre 25 de 2016). Y así ocurre hasta llegar en demasiados casos al feminicidio, cuyas cifras conocidas a falta de estadística clara, son para poner los pelos de punta. Por ejemplo, de 2000 a 2014, el número de mujeres asesinadas en México según las cifras oficiales ascendió a 26 mil 267, lo que en promedio significa 5.1 por día. En ese mismo periodo, la cantidad de asesinatos de mujeres anuales se duplicó al pasar de mil 284 ados 349, según las mismas cifras del Inegi. “La conclusión es alarmante y habla de una sociedad machista que no respeta la vida de las mujeres” (Feminicidio, Rubén Aguilar, Animal Político, enero 5 de 2016). Es precisamente por eso que el uso abusivo, misógino y sexista de los medios de comunicación masiva, especialmente de los públicos, no puede ser tolerado en un estado que aspira a ser democrático, social y de Derecho.
Así que vaya usted a saber qué “movimiento” era el que supuestamente lideraba en 1968 un tal señor de nombre Marcelino Perelló Valls, misógino profesional, ahora exconductor de Radio UNAM, quien se solía permitir al aire perlas como las ampliamente reproducidas en medios y redes sociales, a propósito de una sentencia del juez tercero de distrito de Veracruz, Hernández Hamadi (hoy suspendido y sujeto a investigación por el Consejo de la Judicatura Federal), quien concedió amparo a uno de los agresores sexuales (de la pandilla conocida como Los Porkys) de una menor. Así, alegremente chachareaba al aire Marcelino en Radio UNAM: “Supongo que consideró que la chava estaba muy buena y era metible. Tampoco eso que dice Javier de que te metan los dedos es para armar un desmadre estrepitoso. Y no, no es una violación, la violación implica necesariamente verga… si no hay verga, no hay violación, o sea, con palos de escoba, dedos y vibradores no hay violaciones”. “Hay mujeres que sólo han sentido un orgasmo cuando son violadas. Eso es algo registrado en la literatura especializada. Cuando no hay culpa, cuando te violan, entonces tú no tienes ninguna responsabilidad, te violaron y entonces gozas”.
Polifacético jurista aficionado, además de sexólogo y comunicador elocuente el tal Perelló en la emisión del 28 de marzo del programa bajo su conducción llamado Sentido Contrario. Así las cosas, el problema no es la “supina ignorancia” del sujeto en cuestión o de sus gratuitos defensores, como sostiene Angélica Recillas en (etcétera, 10 de abril de 2017). Tampoco la violencia, zafiedad y ordinariez evidentes en el impresentable discurso Marcelino; del que cabe preguntarse si es solo un idiota o también un miserable (aunque caben ambas posibilidades, como bien sugiere Gil Games también en (etcétera, 10 de abril de 2017). Tampoco es solo el mal gusto al naif estilo del “Nico” Alvarado, que se sentía de lo más “nais” hablando (mal) de un divo de Juárez recién muerto en aras de una mal entendida libertad de expresión.
En el caso del tal “Porky” Perelló, hay algo grave, porque es necesario recordar una vez más que la libertad de expresión no puede ser absoluta; ni pasar por encima de los demás derechos y libertades públicas. No es “simple misoginia y vulgar fanfarronería”, sino que la conducta del señor Perelló es claramente punible bajo el tipo penal denominado apología del delito, donde apología significa simple y llanamente “disculpa o alabanza” de conductas sancionadas por las leyes penales.
Dice a propósito el artículo 208 del Código Penal Federal: “Al que provoque públicamente a cometer un delito, o haga la apología de éste o de algún vicio, se le aplicarán de diez a ciento ochenta jornadas de trabajo en favor de la comunidad, si el delito no se ejecutare; en caso contrario se aplicará al provocador la sanción que le corresponda por su participación en el delito cometido”.
Así es, Perelló hizo abierta apología de un delito grave que se cometió efectivamente y que así quedó probado en la causa penal seguida contra sus colegas mentales, la banda de “Los Porkys”. Más aun: ahora que el escándalo estalló, hay diversos testimonios que dan cuenta de que las conductas de Marcelino no son nuevas, sino más bien reincidentes. Sin embargo, hasta ahora nadie le había dado mayor importancia a la violencia sexual de su soez lenguaje.
Así las cosas, no cabe ni la duda razonable de que Radio UNAM hizo lo correcto sacando del aire de modo inmediato al porky Perelló y a su programa. Pero nos queda la pregunta: ¿Quedará Marcelino impune por sus reiterados hechos y sus dichos, más allá del amplio repudio social (que no es cosa solo de mujeres o de feministas, sino de ciudadanas y ciudadanos todos) que ha merecido? Porque dice bien Lydia Cacho cuando sostiene que el problema no es tanto Perelló, sino la enorme cantidad de abuelos, padres y aun madres que en este país inculcan en su prole las delirantes ideas de Marcelino, que en 2017 se permite proclamar abiertamente que las mujeres y sus cuerpos son un territorio de conquista, aun por la fuerza.
Está claro entonces que no podemos sancionar a todos los que piensan como El Porky Marcelino, pero sí podemos empezar por sancionar severamente el discurso violento de quienes como él, se permiten hacerlo explícito y público.
Ahora le queda a Radio UNAM y a su nuevo director Benito Taibo, la parte más difícil si es que desean deslindarse claramente de la conducta de Marcelino, que no puede ser otra más que denunciarlo penalmente para que asuma las consecuencias legales de sus nefastos dichos. Y desde luego que tampoco debería ser más profesor de la UNAM.
Post Scriptum. “Me decían: tú no eres de Ciudad Juárez, ¿por qué tienes que estar ahí metido?, cuando estamos viendo que lo que aconteció y acontece allá se iba a extender a todo el país.” En las antípodas del Porky Perelló, mucha falta le va a hacer a México el periodismo valiente y comprometido de Sergio González Rodríguez (1953-2017), sin cuyos libros y reportajes no se puede explicar mucho de lo que nos pasa.
@efpasillas
Es pertinente aclarar que Marcelino Perelló Valls, NO fué el LIDER del Movimiento estudiantil de 1968.
Fué creado un Comité Nacional de Huelga, y Perelló era uno de los segundos o terceros en el mismo. Se hizo un poco conocido porque él fué quien llegó a un acuerdo con el Gobierno, para dar por concluida la Huelga General que se había iniciado en junio de ese año.
Para NADA es un personaje del movimiento.
Desde luego muy reprobables sus expresiones y muy justo su cese inmediato del programa que tenia.
Aquí la petición para exigir su remoción de la UNAM. Firma y comparte: https://www.change.org/p/enrique-graue-wiechers-exigimos-la-destituci%C3%B3n-inmediata-de-marcelino-perell%C3%B3-valls