Carta a Edilberto Aldán para recordarle quién es Dios - LJA Aguascalientes
16/11/2024

 

Si sabemos que el tiempo se mide arbitrariamente, ¿por qué, entonces, nos empecinamos en la convención de contarlo aunque no nos determine en la acción? Yo también creo en la fugacidad de los pequeños placeres, ésos en los que usted incurre cada vez que busca la felicidad, por eso se detiene a observar cómo funciona el mundo, cómo funciona Dios. Pero si Dios es otra convención, ¿por qué se empeña en imitarlo? Sí, y es que en la elaboración de universos, usted descubre una nueva cartografía en las alas de una mosca o en el caparazón del escarabajo del trigo, pero no se detiene: también moldea a ciegas un cuerpo nuevo de un nuevo personaje, a imagen y semejanza. Lo que más me inquieta es verificar que, como en la mítica arca, pretende que bajen dos de la misma especie, sin pasar por alto que lo primero que toca tierra es la sangre fresca de los seres, como en sus cuentos.

Me asusta un poco que al amor lo manipule el dolor, la necesidad de lastimar como reflejo del miedo, el propio y el ajeno. Pero no deja de sorprenderme que aquí, en el dolor, también se manifiesten los pequeños placeres como un escupitajo para mancillar el pan del otro. Así como a las bestias les basta la memoria del dolor para obedecer, usted también recurre a la memoria para autoflagelarse, aunque me surge la duda, ¿es memoria de la experiencia o es el recuerdo de un absurdo sueño hecho de palabras durante el insomnio? También me atraen los felinos: su pantera, los gatos de Baudelaire, el tigre lopezvelardiano potencializado en Lizalde, y coincido en que no los conmueve el cariño que se les prodiga, antes bien lo que necesitan es gozar en soledad de su reino. Como el hacedor de historias. Como la pantera insomnio. Ahora me viene a la cabeza la perra depresión de Francisco Hernández. Curioso: los animales designan padecimientos. Me agrada.

Quiero terminar esta carta que no necesito que responda, con la quiromancia: tengo claro que la vida es un surco en la palma de la mano que inicia en el dedo del corazón, pero si el corazón se divide en mitades exactas con el filo de la vigilia, ¿a cuál lado corresponde la vida y a cuál la muerte?

No se engañe, su ofrenda a Dios son palabras, y como iguales, ambos desestiman las plegarias.


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