La comunidad de Mesillas, en el municipio de Tepezalá, festejó el domingo la fiesta patronal en honor a San José en medio de una representación llena de color, de tradición y de euforia; un completo deleite para los sentidos. Una danza que avanza entre las calles llenas de papeles verdes y amarillos que cuelgan de los techos de las casas representa la pelea entre chichimecas y españoles, vestidos de militares; el sonido de los machetes chocando entre sí, el estruendoso rugir de los mosquetes y el penetrante olor a pólvora quemada. Las mujeres jóvenes huyen de los indios vestidos de plumas, majestuosos, intimidantes se acercan gritando con sus manos llenas de tizne y manchan los rostros de quien atraviese su camino. Los indios protegen al rey y a la reina que acompañan la marcha tomados del brazo. El recorrido lleva la danza y a las multitudes hacia el templo donde una cuadra antes de llegar al atrio se prepara un ladrón a huir de los indios, al sonar de los disparos, emprenden carrera a toda velocidad, el ladrón fue capturado y llevado a un costado del templo para ser ejecutado. Los indios bailan al sonido de un violín, se acercan al ladrón que hincado y con los ojos vendados revienta con las manos una bolsa de agua teñida de rojo que mancha su ropa mientras cae desplomado sobre el piso.
Este año Paty fue el ladrón, hace cuatro años que no danza pero fue la primer mujer que participó como indio, ella integraba el coro de la iglesia y decidió formar parte de un grupo donde sólo los hombres mayores tomaban parte. “Te van a faltar al respeto, mija, no te metas”, advirtieron sus padres, sin embargo, cubriendo su pecho con ropa ajustada, danzó por todo un día sin que lo notaran, ese día se acercó a una mujer visitante que se sintió ofendida al desconocer la tradición y recibió una bofetada que la mandó al suelo, sus compañeros terminaron por darse cuenta y aunque la voz se corrió, las puertas se abrieron para que otras mujeres fueran parte activa de la danza.