Un oso entrometido / Taktika - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

Moscú, Federación Rusa. 21 de febrero de 2017. El ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, voltea a ver a los periodistas que atienden la conferencia de prensa y responde cáustico: “¿Qué tiene el Reino Unido en su escudo de armas? Un león, supongo. Hay un viejo adagio: todos los leones son felinos, pero no todos los felinos son leones. Que cada quien se ocupe de lo suyo, no creo que haya un animal en el zoológico que le pueda decir qué hacer a un oso”.

El motivo de la irritación: las declaraciones de su contraparte británica, Michael Fallon, quien, desde Múnich, Alemania, había dicho que el “oso no debe meter sus garras” en los asuntos de Libia.

La escena arriba descrita se relaciona con el presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar por qué Rusia, desde la óptica occidental ha devenido en un oso entrometido, el cual aparece como el actor principal en varios puntos del planeta.

Si bien las declaraciones, hechos y tuits de Donald Trump han acaparado los titulares de la prensa internacional en las pasadas seis semanas, en la lejana Rusia su presidente, Vladimir Putin, sigue moviendo sus fichas sobre el tablero mundial para lograr su objetivo más caro: hacer que el oso ruso renazca como potencia mundial.

Al igual que hace tres años en la Crimea o dos años en Siria, las agencias de prensa occidentales reportaron la presencia de las míticas Fuerzas Especiales rusas, los Spetsnaz, y aviones no tripulados en una base aérea egipcia, colindante con Libia. El motivo del supuesto despliegue ruso sería, aprovechando el vacío de poder en el país norafricano, avanzar sus líneas geopolíticas para apoyar al nuevo hombre fuerte: Jalifa Haftar.

El apoyo a Haftar no sería gratis: las compañías constructoras rusas ganarían lucrativos contratos una vez que se hubiera logrado pacificar a Libia. Asimismo, las empresas energéticas tales como Gazprom y Rosneft tendrían prioridad en la explotación de las fuentes de hidrocarburos en la nación norafricana.

Mientras tanto, en el frente sirio la ciudad de Palmira, “la novia del desierto”, fue liberada por segunda vez por tropas sirias, apoyadas por la Fuerza Aeroespacial rusa. La urbe había estado ocupada por el autodenominado Estado Islámico, quien capturó la ciudad desde enero de 2017 y que desató una orgía de destrucción contra los sitios declarados por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1980.

Otro ejemplo de la atracción gravitacional que ejerce la madriguera del plantígrado moscovita es la visita que realizó la semana pasada a Moscú el primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu. El motivo del viaje: enterrar una cuña entre el oso ruso y el gato persa, pues para Netanyahu es primordial que Irán no tenga una cabeza de playa en Siria.


Para Israel, es “inaceptable” el esfuerzo iraní por “establecer una presencia permanente en Siria”. Por lo tanto, los israelís consideran que “Rusia es un jugador central”1 en cualquier discusión sobre el futuro de Siria.

Será difícil fragmentar la alianza ruso-iraní, pues Moscú utiliza la carne de cañón que, a un bajo costo, le proporciona Teherán. En Irán, “Rusia ha encontrado un socio dispuesto a derramar grandes cantidades de sangre en el servicio de sus intereses en Siria”2. Asimismo, Rusia desea que Irán firme un tratado de libre comercio con la Unión Económica Euroasiática, un acuerdo comercial conformado por seis naciones del ex espacio soviético.

El viernes 10 de marzo, el líder turco, Recep Tayyip Erdogan viajó a Moscú para conferenciar con Vladimir Putin. Durante sus conversaciones, ambos jefes de Estado acordaron priorizar el ámbito comercial para, de esta manera, dejar atrás los diferendos pasados. Esto puede interpretarse de la siguiente manera: el oso ruso y el lobo gris turco han alcanzado un alto nivel de entendimiento y respetan los intereses que cada uno tiene en Siria.

Mientras el oso ruso se muestra, a la vez, industrioso y metiche, ¿Qué hace la administración Trump? El siguiente cuadro muestra las comparaciones sobre el modus operandi en cuestión de política exterior por parte del águila calva estadounidense y el oso ruso.

 

Tabla comparativa

Actor Opinión
Michael Fallon

Ministro de Defensa británico

Putin está probando a Occidente. Él está probando a la OTAN. En donde vea debilidad, la aprovechará
Hiroshi Nakanishi

Académico japonés

Ya ha pasado un mes desde que Donald Trump asumió la oficina, su estrategia de política exterior permanece envuelta en la niebla

Fuente: Elaborado por el autor con datos tomados del Daily Mail y el Sankei Shimbun

 

En 1990, el novelista británico John Le Carré, autor de la Comédie humaine del universo del espionaje, escribió lo siguiente: “El oso no tiene ni un centavo, es perezoso, versátil, incompetente, evasivo, peligroso en su orgullo. Sin sus garras no sería más que otro caótico representante del Tercer Mundo”3.

Un cuarto de siglo después, el oso ruso, bajo la égida de Vladimir Putin se ha vuelto en el animal más influyente y peligroso de la fauna que habita la aldea global. Ni más, ni menos.

Aide-Mémoire.- El líder turco, Recep Tayyip Erdogan ha llamado a Holanda “una república bananera” y ha comparado la actuación de la policía holandesa con los nazis. Todo ello influirá en la elección que tendrá lugar mañana, 15 de marzo, pues el “Donald Trump de Europa”, Geert Wilders podría alzarse con el triunfo.

 

  1. How Netanyahu wants to “muzzle” Iran with the help of Russia https://goo.gl/7ZulWG
  2. Why has Iran wrecked its economy to fund war in Syria? https://goo.gl/MJznMA

3.- Le Carré, John. El peregrino secreto. Edivisión, México, 1991, p. 330

 


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