8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Dice la ONU He for She, que irónica campaña para detener la violencia contra las mujeres, él por ella, nos dejan bajo la tutela de quienes más nos agreden. En México, 7 mujeres son asesinadas diariamente por algún hombre, pero lo correcto políticamente es “involucrar” a esa otra mitad de la población, esa es la estrategia de las instantáneas políticas públicas con las que el estado busca hacer frente a la violencia feminicida.
Tenemos un sistema de justicia que acusa y encarcela a tres mujeres indígenas de secuestrar a seis agentes federales, 11 años después un “ustedes disculpen” es la acción que reparará el daño del agravio cometido. 8 de marzo Día Internacional de la Mujer pero ¿de qué mujer hablamos?
De un grupo de universitarias con futuro prometedor, que dominan dos o tres idiomas y manejan todas las claves de la tecnología, o de las empoderadas legisladoras, directoras o secretarías funcionarias públicas que traen en boga el tema de la igualdad laboral. De las empresarias y emprendedoras que sueñas con exportar.
Insisto y pregunto nuevamente ¿de qué mujer es de la que hablamos? Específicamente de ninguna, porque no hay una mujer, eso es un cliché del sistema patriarcal, esa forma de resumirnos en un solo modelo y hacernos caminar como soldaditos una tras otra es el sueño perfecto de un sistema que busca controlarnos y evitar a toda costa que las mujeres pensemos, y más aún, que actuemos rompiendo justo eso, los clichés bajo los que seremos normadas.
Las mujeres tenemos varios puntos pendientes sobre los que necesitamos reflexionar como grupo social pero también como clase oprimida en un sistema salvaje y violento como nunca, las mujeres necesitamos respuestas que el Estado y la cultura machista no tienen. Nosotras seguimos buscándonos a nosotras mismas, en eso sí podemos coincidir, seguimos pensando quiénes somos más allá del biologismo determinista que han puesto sobre nuestros ovarios.
¿Entonces de qué mujeres hablamos? Quiero traer el nombre de Marisela Escobedo Ortiz, ella fue una enfermera y la conciencia social la llevó a hacerse activista contra los feminicidios luego del asesinato de su hija Rubí Marisol Frayre de 16 años. Marisela pasó años protestando, incluso investigando el paradero del presunto asesino de su hija quien posteriormente fuera puesto en libertad. Marisela nunca se desanimó, siguió hasta tener justicia para Rubí que fue convertida en polvo de huesos y carne quemada, aunque en su búsqueda en aquel plantón que duró 9 días de protesta Marisela fuera asesinada frente al Palacio de Gobierno en la ciudad de Chihuahua, asesinato que presenciamos por la televisión todo México, una y otra vez vimos correr a Marisela intentando escapar de aquella bala que terminó dejándola inerte frente a la representación del Estado mexicano, esos mismos tentáculos del sistema misógino que habían liberado al asesino confeso y que se negaban a investigar el caso de la desaparición de Rubí argumentando que quizá ella se había ido por voluntad propia con aquel hombre miraban caer el cuerpo de la madre, enfermera, activista y mujer de la frontera.
No correría ni siquiera un mes cuando otra activista y poeta feminista Susana Chávez fuera también asesinada en Ciudad Juárez; con la mano izquierda cercenada, la autora del lema NI UNA MUERTA MÁS que diera pie a una campaña en los años noventa contra la violencia hacia las mujeres, quedaría como una cruel, estúpida y dolorosa ironía donde un grupo de alcohólicos deciden una madrugada salir a cazar a una mujer, es decir, en este caso, no hay narcotráfico, crimen organizado, violencia de alguna expareja, nada de eso, lo que hay es un grupo de hombres que deciden salir y “divertirse” asesinando a una mujer. Susana no se iría, no antes de dar paso a su primera tormenta (Blog de poemas).
Como les digo, tenemos temas pendientes entre nosotras, nos urge la empatía y la sororidad con aquellas que no conocemos, principalmente con las que cerramos los ojos para ni siquiera hacerlas en el mundo, con las opuestas a mí, con las que nada saben del feminismo, ni del género, de los negocios, ni de la universidad o el parlamento, con esas otras que existen y resisten desde su experiencia de vida de sobrevivencia y que en este sistema que nos ahoga han encontrado las claves para resistir y superar y francamente burlar el sistema logrando llegar a la vejez.
Esas mujeres de cuerpos no esbeltos, no blanqueados, no académicos, no tecnologizados, ni mercantilizados, esas mujeres que flotan sobre una frontera como un concepto de límite, de encierro, de camisa de fuerza, y que han logrado desarrollar la capacidad de transformarse a sí mismas para luego transformarnos a todas, qué poder y qué magia encierran todas esas otras mujeres que el sistema patriarcal quiere enterrar o invisibilizar. Esas son las mujeres que habitan las fronteras las capaces de entrar y salir del modelo establecido, de romperlo y seguir existiendo.
No es una casualidad el horror desatado en Ciudad Juárez, ni siquiera podemos tener números concretos principalmente porque no es una política de estado recuperar a las mujeres desaparecidas, el banco genético ha sido una iniciativa de las organizaciones civiles de mujeres, porque no puede ser que el estado indolente permita que a ellas a las asesinadas convertidas en polvo se las lleve el viento.
La frontera norte y la frontera sur son una de las expresiones de mayor horror para la humanidad completa, pero además para las mujeres y niñas llegan a ser un destino trazado hábilmente por un sistema que a propósito las ha venido excluyendo de la posibilidad de vivir con dignidad y es precisamente por eso que estas mujeres distintas, diversas han caminado hacia la frontera y sobrepasado esa línea determinada por la nación.
¿Entonces de qué mujeres hablamos? Somos tantas tan diversas que el sistema heteropatriarcal ha impuesto sólo a una y contra ella su desprecio, su misoginia, por eso instalan la idea de una sola mujer donde todas estemos perdidas y ocupadas en alcanzar a “esa mujer que debo ser” pero yo tengo esta feminidad distorsionada con la que camino y existo, rompo, lo sé, la imagen que tienen de mí, me habitan otras fronteras y la gente percibe esas rupturas donde algunas se asoman y otras prefieren alejarse de esas fracturas.
Mi cuerpo, mi territorio: “Dicen que mi mano tiene una línea rota, la línea que soy, lo que seré, tengo una raya que se divide en dos, es la locura. Era 1971 cuando nací, la luna cubrió al sol y en mis palmas tengo dos lunares donde nace el amor, donde nace mi sexo, y casi todas las noches recuerdo mis sueños, hoy vinieron los insectos y se metían a mi cuerpo como larvas de mosca las exprimí de mi piel ya en el piso se arrastraban, casi nunca siento miedo cuando sueño, lo que me viene es la angustia de las horas, la distancia, los cuerpos y su sonrisa, también viene el cabello enredado de ella, ahí siempre hay flores de colores, ese es mi sueño preferido, cuando viene desnuda y llega tibia entre las frazadas, su olor de golpe despierta mi cuerpo. Una mañana pensé que ya no podía, pensé que la línea de mi mano se había unido al fin, me vi vagando con los ojos abiertos, pisando un camino empedrado lluvioso sin vuelta y mi mano agarrada al tirante de mi mochila sangraba, pero no estaba dormida, estaba deseando viajar ir a ningún sitio sin planes, sin boleto, sin hambre”.
El sistema heteropatriarcal ha tendido una trampa bastante efectiva, nombrar Mujer como única palabra al mismo tiempo como única posibilidad y de inmediato como dice la feminista argentina María Lugones: Si decimos mujer asociamos directamente la norma heterosexual. Es decir actúa la lógica binaria de pensar en una mujer sujeta a un hombre, o respecto a un hombre y esa es otra característica de las mujeres fronterizas quienes su cuerpo lo miran como un territorio de libertad que no puede cercarse o habitarse por nadie más que no sea sí misma.
Cuando caemos en la trampa binaria de la palabra mujer, como un concepto individual y aislado del sistema, acotado sólo a lo personal, entonces nos sorprende el simple hecho de pensar en una mujer que no se mantenga en el margen binario y lo siguiente es argumentar que una mujer no puede ser eso o que esa no es una mujer. Mujeres peligrosas o sospechosas.
Día Internacional de las Mujeres nombrando una diversidad inmensa de cuerpos fronterizos que no se suscriben en la lista de la heterosexualidad, la feminidad, maternidad, genética, origen, nación, unidad o colectividad. El espacio frontera es aquel del que entras y sales que nos cruza y en el que somos cruzadas por otras formas que a veces no son ni femeninas ni masculinas pero casi siempre son oscuras porque esa es otro común denominador de los cuerpos que habitan las fronteras, las negras y las prietas.
Estamos muy lejos de nombrar sólo en un día, bajo un concepto simple la definición de las mujeres porque eso que nos nombra es un sistema que nos encierra mientras nosotras todas, hemos inventado fronteras para salir y entrar y en cada vuelta que damos dejamos de ser las que fuimos antes.
@Chuytinoco