En abril de 2016 la Suprema Corte de Justicia realizó un fallo histórico, autorizó a cuatro empresarios a sembrar, procesar y utilizar la marihuana con fines lúdicos o recreativos, o divertidos o voluntarios o porque se me antoja y qué, o como se le quiera llamar. Esto sucedió en medio de una larga confrontación verbal y documental sobre la posibilidad de autorizar el uso de la marihuana con fines medicinales. Finalmente, el presidente Peña Nieto autoriza que sí, que se pueden realizar investigaciones científicas para conocer el potencial curativo de la yerba. Todo esto formando parte de un complicado entramado falso y pudoroso. De una buena vez por todas, la marihuana no es medicinal. Sí es verdad que alivia algunos espasmos musculares, sí puede ayudar a reducir algunas convulsiones epilépticas y pare usted de contar. Todo lo demás que se le atribuye es fantasía, no cura el cáncer, ni el glaucoma ni la esclerosis ni el insomnio ni nada. No cura nada. Y finalmente los usos ya demostrados como útiles no son mejores que otros medicamentos, puesto que existen mejores anticonvulsivantes y antiespásticos. El trasfondo siempre ha sido el mismo, la búsqueda incesante de autorizar la mota para que la fume o la use quien quiera, bajo su propio riesgo y con su muy personal voluntad. Ahora la novedad es que el pasado 28 de febrero, la Suprema Corte de Justicia avisa que iniciando marzo revisará de nuevo la Ley General de Salud buscando encontrar que la prohibición de la marihuana para fines recreativos, es inconstitucional. Bien, pues por fin se decidieron. Esto pudieron haberlo hecho hace muchos años y haberse dejado de tantos recovecos. Siempre ha sido la intención permitir el uso de la mois como si fuera tabaco. Pero la falsa moralidad, o los inconvenientes de dar marcha atrás a tantos años de persecución, detuvieron el proceso. Ahora resulta muy sospechoso que se les ocurra a los señores ministros esta decisión precisamente cuando Canadá ya está haciendo lo propio. Después de que en Europa se lleva a cabo desde hace una década. Y en este punto es pertinente hacer una aclaración, mi opinión personal (que es la menos importante) no es que la maryjane sea buena. Soy médico neurólogo y conozco sus efectos desde hace mucho tiempo por haberlo visto en cientos de pacientes. La verde es tóxica, es psicoactiva y es adictiva. Pero también lo son el tabaco y el alcohol, y están permitidos. Lo que realmente incomoda es el juego infantil de nuestra máxima autoridad justiciera, quien nos quiso vender durante algunos años la idea de que lo que estaban buscando era una nueva hierba medicinal, cuando en realidad el objetivo es autorizarla para su siembra, proceso, industrialización, comercio y libre venta. Tal como ya sucede en muchos países. Cuando ya se permita ¿Cuáles serán las consecuencias? ¿Se espera terminar con el narcotráfico? ¿Lo que se busca es generar una nueva fuente de ingresos fiscales, por los impuestos que se cargarán a los productores y vendedores? ¿O mejor aún lo que se procura es que cada ciudadano ejerza su derecho de intoxicarse con lo que le dé su gana? Es imposible aseverarlo con certeza. Lo que podemos asegurar es que muy pronto, la Suprema Corte se dará cuenta de que la Ley General de Salud está equivocada y por lo tanto la mary será aceptada en sociedad. La Secretaría de Salud no se opondrá, los grupos a favor saltarán de júbilo, las ONG opositoras manifestarán su desacuerdo, los narcotraficantes se convertirán en agricultores e industriales y los médicos tendremos más trabajo con el elevado número de adictos que habrán de producirse. ¿Y el costo en salud física, social, emocional y espiritual? Sin lugar a dudas se elevará hasta niveles inconmensurables. ¿Entonces, este asunto de la legalización de la marihuana con fines recreativos y felices, es inevitable? Mucho me temo que sí.
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