Le llaman el Camay, y nunca supe por qué. ¿Será en alusión a un caimán, por su alta estatura? O quizá por aquel jabón que llegó a ser muy conocido, tanto como él. Sólo sé que es una persona honesta, con una convicción a prueba de balas y cuya bonhomía se derrama al paso.
Le presento estimada lectora, querido lector; a este hombre que ya es un personaje entre los simpatizantes activos del PRI en Agüitas. No lo imagine usted con una gran fortuna: a pesar que ha tenido innumerables cargos en su partido, la corrupción no lo tentó y vive, como usted y como yo, en la “honrada medianía” juarista.
El ingeniero Rafael Herrera Nájera, era ya un hombre formado en los temas electorales cuando yo llegué al PRI hace treinta años exactitos. Para quienes nos asomábamos a la organización de elecciones; profesionales como Isaac García Peña, Cutberto Nájera, Armando López Campa, Roberto Herrada y Rafa Herrera eran referentes preferenciales. Era entonces un área operativa defenestrada y poco comprendida la electoral, pero luego y tras varias e importante reformas se convirtió en lo que es ahora: el eje de la actuación pública de los partidos y de los candidatos a cargos de elección popular.
Sólo agrego a este tema, el de la organización electoral; que hoy es un monstruo de mil cabezas, que asusta a quienes se asoman por primera vez al mismo y en que la mayoría pasa brevemente, pues el rigor técnico es cada vez mayor y al político tradicional no le gusta entretenerse con esas minucias. La mayoría viene, ve y se va; pero no así Rafa Herrera, que permaneció por años, fiel a un área tan rigurosa y complicada.
Rafa el infiel. Pues le cuento, querida lectora, apreciable lector, que de meses para acá, el llamado Camay dejó sus conocidos terrenos electorales y pasó a encabezar en la entidad un grupo dentro del PRI llamado Movimiento Democracia Interna. ¿Qué factor es causa de la infidelidad del inge Herrera al área electoral? Mire, usted, no lo sé pero me lo imagino.
Creo entender que tras cuarenta años de militancia en el PRI, Rafa Herrera se cansó del uso y abuso que han hecho algunos y algunas, del partido al que él ha servido.
Creo que quien por años se ha lucido en la portería electoral cuidando como propios los votos emitidos a favor del PRI, observa con decepción las resoluciones que lejos de ser judiciales, son producto del acuerdo político, tal como la que recién se emitió respecto a la abierta participación del clero en procesos electorales.
Considero que el Camay se duele ante la cerrazón de las autoridades nacionales del PRI, tan proclives a una presidencia de la república insensible y torpe.
Decepción nacional. Esta cocinera no le sabe al futbol. Así que para saber cómo marchan las cosas con nuestra selección nacional de ese deporte, acudo a Rafa Herrera para que me informe. Lamentablemente tiene ya varios torneos que el buen ingeniero, me ratifica su calificación de “la tricolor” como: la decepción nacional.
Creo que ese, es otro de los motivos que expulsó al Camay de su natural área electoral y lo llevó al terreno de la acción crítica: la gran decepción en que en el ámbito nacional nos encontramos sumidos los priistas de convicción.
Decepción que es casi desesperación al observar la pauperización de una gran mayoría de ciudadanos, el empobrecimiento cotidiano; mientras se sostienen a rajatabla indicadores económicos exigidos por organismo mundiales, en un modelo que como ha sostenido Democracia Interna sirve como fábrica de pobres.
Decepción ante el ineficaz combate a la delincuencia organizada, que a pesar de las espectaculares detenciones de algunos de sus cabecillas, no sufre merma en su operación. Ante el sufrimiento continuo de la población por la delincuencia común que golpea de a poco sí, pero a quienes lo poco representa todo. Ante la frustración por la ofensivamente lenta administración de justicia cotidiana, que alarga procedimientos “urgentes” hasta cuatro meses y juicios por años.
Decepción porque el PRI sólo parece mirar impávido un escenario que tiene a las personas a punto del estallido emocional, sin advertir señales de entender lo que sucede; menos aún de proponer soluciones que remedien lo inmediato y enderecen lo permanente.
MDI. Que quede claro, querida lectora y estimado lector: no estoy escribiendo a favor del Movimiento Democracia Interna. Del naciente movimiento sólo puedo decir que es bueno para una organización tan burocratizada como el PRI, un segmento que le ponga una buena sacudida a esa estructura inoperante. Pero igual puedo decir que, sólo al tiempo se sabrá la finalidad de MDI: como puede ser un auténtico reformista, puede ser sólo un grupo de presión formado a la oportunidad en la toma de decisiones rumbo al 2018.
Escribo a favor de quien sí conozco: el ingeniero Rafael Herrera Nájera el Camay y de quien sí puedo dar testimonio de convicción, conocimiento y buena fe; después de todo, cuarenta años de una participación política leal y permanente sustentan cualquier dicho y dan valor a los hechos políticos del mismo.
Ha sido para mí un placer presentar a usted, estimado lector, apreciable lectora, a Rafael Herrera Nájera: a quien le llaman Camay. Ignoro por qué le llaman así. Pero no ignoro quién es él y menos aún puedo ignorar las causas que hoy abandera porque también son las mías… y las de miles de mexicanos.
Nos vemos en la próxima. Recuerde usted que en esta su cocina, se come, se lee, se estudia y se conversa de todo; particularmente de política.
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