El más reciente episodio de Girls, American Bitch, nos pone en una especie de encrucijada durante el 99% de su duración. No solamente un dilema ético, sino el retrato extremo de una situación específica que especialmente resonará entre los reporteros y opinadores. Pasa que Hannah Horvarth, la protagonista, actualmente es redactora freelance para un sitio web feminista (además de haber publicado en Modern Love del Times) y publicó una nota sobre un escritor de renombre en sus cuarenta y tantos, que ha sido acusado de sexo no consensuado con estudiantes universitarias. O al menos veinte años menores que él.
Lo primero que uno piensa es “maldito, asqueroso, aprovechó su poder para cogerse a esas chavas”. El episodio, escrito por Lena Dunham [quien interpreta a Hannah y es la productora ejecutiva], nos seduce con el cliché del escritor atormentado Chuck Palmerm, encarnado Matthew Rys de The Americans. Es un hombre guapo, intelectual, perturbado y de buen gusto. Vemos su departamento, libros, poder. Mientras Liz, la chica que lo acusó, sólo puede tener retomada su historia en blogs de nicho o su propio Tumblr, Chuck tiene acceso a reporteros en la sección de cultura de los principales medios estadounidenses. Dunham nos está hablando de una desigualdad y un poder no descrito, que resulta en muchos casos favorecer a hombres cuarentones. Sean políticos obesos e ignorantes, gerentes sin clase o intelectuales trasnochados.
Chuck, en la ficción, argumenta que Liz sólo quería mamársela cuando él se desabrochó el cinturón. Sin forcejeos, sólo invitándole a su habitación de hotel. Ella, imagina Chuck, solamente quería una historia y el acceso a él. No iban a ver televisión de paga en la cama comiendo Crackers. Hannah le responde que él abusó de su poder siquiera al invitarla. ¿Cómo decirle que no a Chuck Palmer? Él expresa que ha sido herido por esas notas, que nadie le ha pedido su versión y que es increíble el daño que la red puede hacer a la reputación de alguien. Lo cierto, apunta Dunham en el guión, es que mañana Liz seguirá con su dolor y Chuck seguiría impune.
Justo cuando uno como audiencia está a nada de darle el beneficio de la duda a Chuck, la historia da un giro: el laureado escritor acosa sexualmente a Hannah luego de que ella cae por un solo segundo en su red (en serio, es un segundo) y él sonríe de manera maléfica. Bum. Ahí pudo acabar un gran corte o incluso una película indie. Al final tiene un desenlance tipo Girls, dónde Hannah rechaza a Chuck, está avergonzada y nos recuerda que por desgracia boys will be boys.
Hay varias lectoras, como apuntan los críticos de Vulture y A.V. Club, desde el comentarios acerca del poder en general, los angry men que eran nerds y ahora superestrellas; y el apunte de A.V. Club sobre que Chuck en parte es un avatar de Lena Dunham, quién ha sido acusada de cosas horribles en el internet y pocos han pedido su versión. Su único crimen es ser una realizadora genial, joven y transgresora. Ver el capítulo ya en esa perspectiva me vuela la cabeza.
¿Conclusión? Dunham nos hizo lo mismo que al personaje, nos enamoró de Chuck y nos decepcionó. Puede que Chuck no haya sido malintencionado pero al ser un hombre con poder, jodió a Liz sin darse cuenta de su privilegio. Y es eso, que algo sea normal para nuestro privilegio no quiere decir que sea lo correcto.
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