Eva y las otras mujeres / Memoria de espejos rotos - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

Yo sé que me critican, me consta que me odian,

la envidia les corroe, mi vida les agobia.

¿Por qué será? Yo no tengo la culpa,

Mi circunstancia les insulta.

Mi destino es el que yo decido, el que yo elijo para mi…

A quién le importa – Alaska y Dinarama.

 

Eva Cabrera es una mujer hidrocálida que, apenas hace unos días, logró concluir el trámite de rectificación jurídica de datos de nombre y género en su registro de acta de nacimiento. Tuve la posibilidad de charlar con ella y con Susan Any Muñoz Rodríguez, activista quien la acompañó en todo el periplo legal. Nuestra charla se dio justo el día en que el Instituto Nacional Electoral le entregó a Eva su credencial para votar, ya con los datos armonizados con su identidad, por lo que -finalmente, y junto con su acta de nacimiento rectificada- el Estado le reconoce su identidad jurídica como mujer.


Ser mujer en México implica una condición de adversidad, respecto a los privilegios que históricamente han detentado sus pares varones, y que en los distintos contextos han obrado en detrimento de la mujer. En torno a la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, distintos medios han expuesto datos y cifras que evidencian la desigualdad, la falta de equidad, la marginación, la vulnerabilidad de los derechos humanos hacia las mujeres.

Por citar ejemplos de la información relativa a la violencia de género como pandemia, de acuerdo con el texto de Mónica Lara Enríquez, publicado el 6 de marzo en El Universal, Amnistía Internacional ofrece datos que afirman que “una de cada tres mujeres a nivel mundial ha sido golpeada, obligada a tener algún tipo de actividad sexual o ha sufrido una situación de abuso en su vida. Asimismo, una de cada tres mujeres morirá por causas vinculadas con violencia de género entre los 15 y 44 años de edad. Alrededor del mundo las mujeres son víctimas de violencia en situaciones en las cuales la vida y la integridad se encuentran en riesgo. Desgraciadamente México no es la excepción”. También en El Universal se realizó una encuesta a mujeres mexicanas, de la que se destacó que el 88% de la muestra afirma que en el país existe discriminación de género. También apuntaron que las adversidades a las que se enfrentan están determinadas por el machismo, la pobreza, la violencia y el maltrato. Así también, el Instituto Nacional de las Mujeres ha extendido alertas de violencia de género en seis entidades (Sonora será la séptima, junto al Estado de México, Morelos, Nuevo León, Chiapas, y Veracruz), y analiza el declararla en otras 13. El mismo instituto concentra datos que afirman que, al año en México, la violencia contra niñas y mujeres cobra unas dos mil víctimas. El Instituto Belisario Domínguez, del Senado de la República contabiliza 28,175 mujeres asesinadas entre 2000 y 2015 en el país, mediante un estudio integrado para el instituto por Irma del Rosario Kánter Coronel. De este estudio llama la atención que -entre 2007 y 2012- la violencia contra las mujeres creció 155% al pasar de 1,083 a 2,764 víctimas fatales en ese lapso. Inaceptable y vergonzoso.

A finales de la década de 1980, Kimberlé Williams Crenshaw (académica y activista feminista) describió un término para ser usado en el método de análisis de los sistemas de opresión y marginación de género: La interseccionalidad, que puede ser entendida como la forma en la que se construye una identidad y -de forma correlacionada- su respectivo sistema de opresión. Esta forma de construcción es multidimensional y contempla las categorías biológicas, sociales (incluyendo la clase, la casta, o la asignación de roles), culturales (educación incluida), de género (autoconcepción y orientación incluidas), etnia, condiciones de capacidad física y mental, religiosas, edad, nacionalidad, etcétera, como elementos constitutivos de la identidad que interaccionan a múltiples niveles, tanto para la conformación de la identidad, como para la opresión de ésta. Es decir, afirmar que existe discriminación o violencia de género contra la mujer es una premisa que no dice mucho y que -en ciertos contextos, como el mexicano- puede ser casi tautológica. Pero no es tan simple si analizamos que la violencia que sufre una víctima es diferente si ésta es -además de mujer- esposa, burguesa, católica, blanca, y que esta violencia mantiene diferencias con la que se ejerce contra otra mujer que sea pobre, indígena, migrante, analfabeta. Dicho de otra manera, no basta con analizar la violencia de género de manera reducida en sí misma, sino a través de las dimensiones vinculadas e interactuantes en la opresión o la marginación ligadas a las dimensiones de la identidad.

Dadas estas condiciones de interseccionalidad, hay un tipo de mujer que tiene -además de todas las condiciones adversas probables- una dimensión que le fomenta un añadido a la violencia, la marginación y la opresión: la condición de ser mujer trans. Hablo de esta intersección particular porque es un sector poblacional que debe visibilizarse y ponerse al mismo nivel de plenitud en el ejercicio de los derechos humanos que cualquier mujer, que cualquier persona. Sin embargo, estas condicionantes (haber nacido “hombre” y decidir emprender la transición plena hacia su identidad como “mujer”) les ponen en un lugar aún más complicado que el resto de las mujeres. La transfobia, la homofobia, la discriminación, la carencia de voluntad política, la falta de engranajes jurídicos, y la ignorancia, hacen que este sector poblacional padezca vulnerabilidad en otra dimensión distinta al resto de las mujeres, restringiéndoles el acceso pleno a la educación, el empleo, las relaciones de pareja, la maternidad, la aceptación en los credos religiosos, y -en suma- la obtención de su felicidad y realización personal.

En la charla que me obsequiaron Eva Cabrera y Susan Any Muñoz Rodríguez, me comentaron que en Aguascalientes son apenas tres casos de rectificación jurídica de identidad: el de Eva, que es el más mediático, y otros dos; de los cuales, uno ya concluyó favorablemente para la interesada, y el otro está por concluir con sentencia -esperamos- también favorable. En este sentido, Susan ha sido la principal promotora, a raíz de que una chica trans la buscó para asesoría de rectificación, y a partir de ahí (febrero de 2016) comenzó un trámite que bien pudieron emprender en la Ciudad de México, donde otras y otros hidrocálidos han llevado a cabo su rectificación de datos. Sin embargo, para Susan, era importante hacer todo el trámite en Aguascalientes, a fin de sentar los antecedentes que permitieran en lo sucesivo allanar el camino a otras y otros ciudadanos deseosos de vivir con plenitud su identidad, y cuyo trámite pudiese ser realizado con toda normalidad aquí en la entidad.

Entre los temas que me compartieron, relacionados con la interseccionalidad, destaco algunos tópicos: de entrada, la discriminación que existe en la comunidad LGBTTTI y algunas de sus asociaciones y colectivos respecto a la transición de la identidad de género. Esto seguido de la poca noción para emprender un juicio de esta naturaleza, reto que tomaron los abogados Erika Curicaveri Mondaca y Sergio Delfino Vargas, primero ante los juzgados federales, y luego ante los juzgados Primero y Tercero de lo Familiar del Poder Judicial del Estado. Se suman las evasivas que recibieron de los diputados, tanto de la presente, como de la anterior legislatura. La nula reglamentación en salud pública para la comunidad trans, por ejemplo, en el acceso a endocrinólogos para tratamientos hormonales de transición en el sector público, y ya no digamos especialistas en salud reproductiva dirigidos a este sector poblacional. La falta de capacitación y sensibilización en los servidores públicos para llevar este tipo de casos, desde personal del registro civil, hasta jueces, pasando por legisladores y funcionarios de derechos humanos. La invisibilización de este segmento poblacional, que les ha fomentado la discriminación en los ámbitos educativo, laboral, y en general de integración social. Todo lo anterior ha contribuido a excluirles del pleno ejercicio de sus derechos humanos, a lo que se suman aspectos adversos individuales. La expectativa, afirman Eva y Susan, es que, con las sentencias favorables para la rectificación jurídica de la identidad, podrán poco a poco visibilizar sus necesidades, a fin de que -como dice Susan- pueda garantizarse el pleno cumplimiento del primer y cuarto artículos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para toda la ciudadanía, particularmente la que pertenece al sector trans.

Eva Cabrera afirmó que la proyección mediática que se le ha dado a su caso ha servido para poner el tema en la agenda pública. Así pues, a partir de estas sentencias favorables -y con el antecedente del litigio- se podría esperar que más mujeres trans puedan dar un paso para el que, a palabras de Eva, “Aguascalientes ya está preparado”. En la charla que sostuvimos, ambas coincidieron en que dentro del modelaje sociocultural que tienen como referente de feminidad no se incluyen ningunos de los aspectos de reproducción del sistema de opresiones machistas, puesto que el modelo de mujer al que aspiran como identidad excluye definitivamente todo tipo de discriminación, marginación, y violencia asociadas al género y a sus dimensiones interseccionales. Esto es más de lo que, incluso, muchas mujeres cisgénero ni siquiera han podido aspirar. Este punto es importante, ya que ayuda a normalizar la equidad, la sana convivencia, el fomento a la diversidad, y el estricto respeto a los derechos humanos, desde un sector que históricamente ha sido vulnerado en muchos niveles. Es decir, la rectificación de identidad a la que aspiran estas mujeres se debería de dar en marcos de total libertad, y con ausencia de las distintas violencias motivadas por el género. Eso es algo para celebrar.

En el trámite para los tres casos comentados (y en otros tres por venir) las interesadas han contado con el apoyo -además del de Susan, pionera en Aguascalientes respecto al tema, y de los abogados mencionados- de las siguientes asociaciones y activistas: Red Mexicana de Mujeres Trans, con Paty Betancourt; la Clínica Jurídica y el Observatorio de Violencia de Social y de Género, con Wilfrido Salazar; la Fundación Omacatl, con Luis Berdeja; VIDHA, con Marco Antonio García Robles; RDefine Aguascalientes, con Linda Arechar; Cecadec, con Diego Chávez; además de Fangoria Nice, colectivo en el que milita Susan, dedicado a la prevención de ETS, orientación jurídica, y acompañamiento a la comunidad trans. A ellas y ellos, gracias.

Ahora sigue, para quienes han promovido activamente estos esfuerzos, impulsar en el congreso local las iniciativas que reglamenten y protejan a este sector poblacional, tanto en su dinámica cotidiana, como en sus intenciones de rectificar jurídicamente su identidad, a fin de que se normalice esta parte de la diversidad poblacional de nuestra sociedad, en aras de una coexistencia saludable, libre de prejuicios, con certeza jurídica para todas y todos, y con posibilidades de que cada persona posea equidad en el acceso a los recursos legales, económicos, políticos, educativos, y culturales que les permitan alcanzar la plena realización personal. Por eso es que, en los actos sobre la Conmemoración del Día Internacional de la Mujer, se debió haber dado cabida también a la mujer trans. No haberlo hecho implica invisibilizar, lo que podría conducirnos a un estancamiento en la lucha por la universalización de nuestros derechos civiles, y una mala nota en la sociedad plural y diversa a la que aspiramos.

 

[email protected]

@_alan_santacruz

/alan.santacruz.9


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