Por el empedrado / De imágenes y textos - LJA Aguascalientes
15/11/2024

El empedrado, caminar por ahí, desde la casa hasta la iglesia de San Jacinto en San Ángel dentro de la ecléctica Ciudad de México. Por las mañanas aun y con el tránsito vehicular saturado de Periférico sur, de la avenida Revolución y más abajo Insurgentes, se puede andar con calma por la calle Hidalgo o mejor conocido como el empedrado. Árboles, casas grandes y viejas, jardines pequeños, aceras angostas que obligan a caminar por el arroyo vehicular, una estampa provinciana dentro de la megalópolis. En las charlas, aquellas que son coloquiales desde su nacimiento, quizá por el entorno donde se gestan, cuando uno de los participantes se quiere referir a que elegimos el camino difícil de la vida hacemos alusión al empedrado como la alternativa más complicada para transitar metafóricamente.

Te estás yendo por el empedrado, no te hagas la vida tan pesada, diría un camarada a su interlocutor cuando escucha las penurias del otro; lo curioso del caso es que pareciera que a los mexicanos nos gusta ese camino, y de ser así entonces evitemos quejarnos del mismo y avanzar con firmeza. Si dividimos en dos nuestras actividades productivas entonces o se trabaja o se estudia, no hay más. Dentro de la vida académica los retos son cada vez más difíciles, o por lo menos eso debería ser, en educación superior la mayoría de las instituciones públicas y privadas han dejado de lado para titular a sus estudiantes la modalidad de examen recepcional o profesional; esto orilla a que los educandos deban estar lo mejor preparados para incorporarse a la vida laboral en su totalidad al terminar el último ciclo escolar, con los conocimientos y las habilidades que adquirieron a lo largo de la licenciatura, usted me dirá, un examen final protocolario no refleja el saber del sustentante; en su totalidad no pero sí permite saber qué tan preparado está para enfrentarse a tres escrutadores que lo harán ver su suerte, era la última prueba, el paso final, sin embargo ahora con los cambios en las opciones de titulación los jóvenes se ubican en la modalidad de titulación integrada, evitaron el empedrado del final del camino; pero qué pasa cuando a los alumnos se les exige en el aula, ¿existe una respuesta favorable? Acostumbrados a las avenidas pavimentadas, anchas y con transporte público gratuito, el alumno aplica la ley del mínimo esfuerzo reclamando la mano dura del profesor y las llamadas de atención cuando la cátedra no es atendida con dedicación. El camino empedrado es lindo, se disfruta y más cuando cada uno de ellos lo pavimenta y hace una carretera de alta velocidad del mismo. La misión del docente es cada vez más difícil, las generaciones de jóvenes universitarios creen conocer todo y dominarlo, esa apertura a la red virtual de información hace que pensemos que la universidad como institución no es necesaria, para qué si en internet existen tutoriales de todo, absolutamente de todo. Honrosas excepciones como oasis en estas instituciones que se materializan con nombres y apellidos, Efra Romo o Andrea Fuentes por citar algunos casos.

Por otra parte, dentro de la vida laboral, el empedrado siempre está en el horizonte, parece herencia de generación tras generación, el empleado que se siente explotado y entonces con justa razón se queja de su desgracia. El horario de entrada y de salida, las horas que conforman la jornada laboral, las actividades que debe desempeñar, lo pesadas que son o lo aburridas en que se convierten, los compañeros de trabajo, el lugar de trabajo, el mobiliario, la iluminación, la ventilación, el jefe o supervisor, la falta de reconocimiento por parte de todos, el salario, las prestaciones, el sindicato que no hace nada más que grillar, el horario de comida, la comida misma, todo, absolutamente todo molesta, además de calle empedrada está cuesta arriba, las piedras siempre están mojadas y resbalosas, y el sol cae sin piedad sobre las espaldas que acaban además de maltrechas por el exceso de trabajo, quemadas por la radiación solar; de plano somos unos mártires, la pregunta es, por qué no cambiar de empleo, porque el empedrado tiene su encanto. Pareciera el modo de vida de una gran mayoría de mexicanos, pero entonces qué pasa cuando se busca un cambio de actitud, nada si no se comparte con alguien más. Estamos tan acostumbrados al empedrado que disfrutamos nuestro pesar, el no tener eco en la reflexión del cambio es como solamente haberlo pensado.

La radiografía del país es un claro ejemplo de este camino allanado, molestos con la figura presidencial y su equipo de trabajo, estamos ciertos que no están haciendo bien su trabajo, funcionario público, servidor público, empleado federal, estatal o municipal, integrante de los cuerpos de seguridad, todos absolutamente todos podemos identificarlos como nuestros empleados, de mis impuestos sale el recurso para pagar la nómina burocrática de este país, y qué recibimos a cambio en la mayoría de las veces, mal servicio, prepotencia, negligencia, un camino empedrado mal plan que a la larga no deja crecer al país.

Banxico no ve con buenos ojos a 2017, prevén inflación y reducción del PIB, en Veracruz siguen las matanzas con todo y Yunes en el poder, el Gobierno del Estado de México tiene perdidos miles de millones de pesos y el vecino odiado por el mundo, según palabras del conductor de la pasada entrega del Oscar, en plena avanzada bélica contra nosotros.

Por qué tengo que seguir por el empedrado cuando todos los de mi nación podemos transitar por la súper carretera de civilización, por los caminos que nos lleven a la evolución como raza y a tomarnos en serio el cambio.

 

[email protected] | @ericazocar



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