Cinco por diez más ocho da un total de 58, querido lector, los años que oficialmente no se hacía un cambio sustancial al modelo educativo que utiliza la Secretaría de Educación Pública (SEP) para proveernos de formación académica básica; recalco, formación académica básica, no educación básica, eso de educar me parece que no es competencia de ninguna institución, cualquiera que me diga, esta parte tan delicada que se teje finamente se hace en casa, la educación se mama, no se memoriza en aula.
La educación es el momento en que el individuo lleva a cabo la socialización, donde se hace conciencia de la cultura y de la conducta, la transmisión del conocimiento de las generaciones anteriores y la permanencia de los modos y costumbres de nuestro entorno.
Y si a esas vamos, los aparatos ideológicos del estado que propone Louis Althusser tienen una franca influencia en la construcción de nuestra cultura y cosmovisión del entorno como sociedad. Los aparatos ideológicos religiosos, es decir la Iglesia en cualquiera de sus presentaciones; somos un pueblo católico casi por tradición, en casa nos enseñaron a orar y a distinguir un cielo y un infierno, eso que ni qué; aparato ideológico que trabaja desde adentro, en el núcleo familiar. El aparato ideológico familiar, viva en familia, busque una pareja con quien vaya a compartir el pan y el vino, tenga hijos, los que Dios le mande, viva bajo las reglas de una familia modelo, no se permiten variaciones de género ni domingos siete. El aparato ideológico jurídico, leyes y normas que se encarguen de regular el panorama social, barreras y dimensiones legales para mantener el orden, nuestra Carta Magna, qué mejor ejemplo. El aparato ideológico político, lo más retorcido de nuestra sociedad, la opacidad de la opacidad, el negocio de las familias más influyentes del país, la inexistente izquierda, los tercos que cada sexenio buscan ganar la presidencia y no para ofrecer una mejor vida para todos nosotros, sino para llenar sus arcas con pepitas de oro, los partidos políticos vistos como negocio. El aparato ideológico sindical, qué le comento, parte de nuestro ADN como nación, más dolores de cabeza que logros para los trabajadores, gremios alineados al Revolucionario Institucional, líderes como don Carlos y doña Elba, por nombrar a los que están de moda; me causa una impresión extraña toparme con un líder sindical dentro de una planta que fabrica autopartes aquí en la Isla, y darme cuenta que no puede articular ni pensar 20 palabras, pero su sonrisa presume el diente de oro que con tanto sacrificio pagó a lo largo de sus sesenta y tantos años de servicio. El aparato ideológico de la información, es decir los medios tradicionales y claro, las nuevas tendencias cibernéticas; ¿qué tanto influyen en la sociedad? Casi todo, se presumía que la televisora de don Emilio ponía en el poder a los presidentes mexicanos, así de fácil, como diría Fernando Mejía Barquera y Raúl Trejo Delarbre, Televisa: el quinto poder.
Y por supuesto el tema que me atañe, el aparato ideológico de la educación; si visualiza a ésta como la aglutinadora de todo, la que mantiene el aletargamiento en la sociedad, la que garantiza que todos los mexicanos recibiremos educación, que yo insisto más bien es formación académica de mala calidad, que el mismo Gobierno Federal, a través de la Secretaría de Educación Pública SEP, distribuye los libros de texto gratuitos mismos que son planeados, investigados, escritos y diseñados con tanto detalle para que no se escape ninguna mentira y mucho menos ningún aspecto que se tenga que replicar a través de los años.
Recuerde, querido lector, cómo aprendió usted las tablas de multiplicar, las cantaba para memorizarlas, pero no había una reflexión de por qué seis por tres da un total de dieciocho, eso quiere decir que la “educación” la que se impartía y se imparte en las aulas se basa en la corriente conductista del pensamiento, y si lo reflexiona más a detalle la educación en casa también se basa en ésta. Skinner, filósofo social que plantea una hipótesis muy sencilla a simple vista, ante un estímulo una respuesta y por consiguiente una reacción; es decir, regresando al ejemplo de las tablas de multiplicar, se estimulaba al infante a través de una melodía o tonada más bien, esperando una respuesta, es decir, el memorizar la canción para que sin reflexionarla se pudieran recitar a posteriori con el éxito y la recompensa de una buena calificación.
Pero ahora cincuenta y ocho años después dejamos el conductismo para entrar de lleno a la educación por competencias…
Los ejes para el cambio son: Escuela, planes de estudio, maestros, inclusión y equidad.
Antes la escuela no tenía la oportunidad de generar sus propios contenidos, tomando en cuenta la región y las costumbres, ahora sí, las escuelas se les concibe como comunidades educativas, están obligadas a desarrollar contenidos específicos de acuerdo a la necesidad de los estudiantes.
Con relación a los planes y programas de estudio, anteriormente no se contaba con contenido significativo para los educandos, ahora, se pretende que los estudiantes aprendan a aprender.
Los maestros, tema delicado, la SEP por fin acepta en este comparativo que el gremio presenta un sistema opaco y clientelar donde las plazas se heredan sin culpa y sus cursos de formación docente carecen de estructura; ahora se supone que las plazas se asignarán a través de la profesionalización y los cursos se desarrollarán tomando en cuenta las necesidades de los docentes.
Por último, garantizar que la educación en verdad sea para todos, promover la diversidad cultural, lingüística, étnica y social.
Es difícil darle el voto de confianza a la SEP, pero estamos en tiempos nacionalistas, así que vamos con el Nuevo Modelo Educativo… con reservas, claro está.
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