El lunes 20 de marzo presencié un gran incendio provocado en la comunidad. Este lamentable evento se suma a los muchos incendios que hemos sufrido en el municipio, días y días donde desde el amanecer nos sofoca el olor a humo, a quemado, una y otra vez vemos los camiones de bomberos dirigirse a un predio incendiado, gruesas columnas de humo se expanden durante horas ante la mirada indolente de las autoridades, esa masa grande de humo gris cubre la ciudad, así se ven los distintos puntos de incendio desde estas praderas donde escribo gracias a la batería de auxilio de este lugar devastado por las llamas.
También vi caer a Janeth, una adolescente de 13 años mientras intentaba apagar el fuego que estaba llegando a su casa, entre una cortina de humo la vimos correr con baldes de agua, dicen que ya tenía rato queriendo apagar la lumbre pero es como una mancha que devora en segundos más y más espacio. Luego la sacaron como pudieron del patio trasero de su casa intentando alejarla del fuego porque del humo no se podía, sencillamente todo lo que se respiraba era una cantidad tan fuerte de humo que hubo la necesidad de actuar intentando detener el fuego envueltas en camisetas, toallas, servilletas, mojadas en agua y tapando principalmente la nariz, porque de otra forma era imposible poder respirar.
Yo me formé en esa fila de mujeres con baldes, realmente intente llegar como la mayoría lo hacía a lanzar el agua donde estaban las llamas, al pie de la vivienda de un cuarto y una cocina donde vive Judith pero sencillamente no pude, sentí que me ardía la cara y no podía respirar, no había nada de oxígeno, así que di la vuelta y volví ahí donde estaban otras mujeres que tampoco pudieron llegar a las llamas, luego nos dimos cuenta que las que no habíamos podido llegar éramos adoptadas por la comunidad porque las que desde siempre han vivido ahí iban y venían con sus cubetas de agua.
Desde que vimos la magnitud que podía llegar a tener el incendio llamamos a los bomberos y cuando vimos la altura de las llamas junto a las casas además también hablamos a la policía municipal. Realmente era un estado de emergencia, que si no, Janeth seguía recostada mareada tosiendo con leves manchas en la cara provocadas por el incendio, así nos lo explicó el bombero que después la atendió, se había alcanzado a quemar parte del cabello y los vellos de la cara, por eso tenía esas manchas.
Otro factor que afectó mucho la magnitud del incendio fue el viento fuerte que había en esos momentos, eso hizo que las llamas saltaran de un camino a otro prendiendo rápidamente todo a su paso. Al principio, cuando todo era humo, vimos salir del camino principal un camión de volteo que se retiraba hacia la carretera, pero entonces nadie lo tomó en cuenta.
No sé cuánta agua ocupamos, pero fue mucha, de todas las casas venían mujeres de distintas edades intentando apagar el fuego contra el que no pudimos casi hacer nada, porque la devastación fue bárbara, los árboles quemados y una extensión muy grande de tierra donde los conejos corren silvestre entre otras especies que ahí habitan quedó hecha ceniza.
Al fin llegó un camión de bomberos, luego otro y al final un tercero más grande que los dos anteriores, ¿qué había pasado, dónde comenzó todo? porque lo que nosotras habíamos visto era sólo unas cortinas enormes de humo contra el que luchamos, ni sabíamos exactamente lo que había ocurrido que desató la gravedad del riesgo en el que estuvimos quienes habitamos la comunidad de San Miguel. Pero los bomberos nos explicaron de dónde venía el fuego, pues venía de una parte alta de la comunidad donde se ha estado tirando basura que precisamente llevan esos camiones de volteo, desde luego basura que no está permitida, entre lo que distinguimos: cajas de jeringas, que tendría que ser basura controlada, pañales para personas adultas y una gran cantidad de desperdicio de alimento y grasa de pollo rostizado, plumas, envases de unicel donde se vende ese pollo. Desde luego que ya por distintos medios, incluyendo esta columna de opinión hemos denunciado el daño ecológico que se hace en la comunidad debido a estos tiraderos y de ningún lado hemos tenido respuesta.
Hoy igual que las veces anteriores tenemos que denunciar el gran negocio que es la “basura” de la construcción, contratistas que le cobran a empresas para deshacerse de su basura y las empresas irresponsables que no les importa el destino de sus desperdicios, cobijados por un sistema de corrupción en el medio ambiente hacen que la devastación ambiental sea la mugre que tanto el gobierno municipal, como el estatal y federal guarden bajo la alfombra de su administración.
El conductor de ese camión de volteo fue quien prendió la basura que él mismo había llevado, era el tercer viaje en ese día, una señora le dijo que no lo prendiera porque había mucho viento y era peligroso, él insistió diciendo que cuidaría el incendio, además le habían ordenado quemarla y cuando vio la rapidez y forma en que se extendió se fue en su camión.
Así con esa impunidad trabajan estos negocios que nadie regula, a quien nadie pone un alto, principalmente porque tenemos gobiernos indolentes, incapaces y principalmente porque la gente de estas comunidades es pobre y sobre estas tierras se puede hacer cualquier barbaridad, la autoridad se ha olvidado que estas tierras forman parte del municipio y del estado. No hacen más que dar su doble discurso, sus promesas del derecho al medio ambiente, de la no discriminación y la no exclusión, aunque a la hora de los votos aquí andan mendigando, aunque en realidad no les importa nada principalmente menos las condiciones en que viven las mujeres que en su gran mayoría son quienes habitan estas tierras, las mujeres y su precariedad no le interesa en lo más mínimo a ninguna autoridad. ¿Qué sigue para la comunidad? ¿Cómo se va a reparar el daño hecho a toda la vegetación, a las especies que ahí habitaban? ¿Quién paga lo destruido en la casa de Janeth? No hay reparación porque no hay castigo ni el menor interés en detener el cinturón de basura tóxica que va envolviendo la ciudad de Aguascalientes que a grandes pasos se vuelve una ciudad de ceniza de árboles.
@Chuytinoco