Supe que estabas rota
Cuando
Intentaste partirme el corazón
Nancy Cárdenas
Durante el mes de febrero viene una ola gigante de amor romántico, los chocolates, los peluches, los hoteles y las cafeterías lucen una variedad de opciones para que las parejas expresen el amor que como ya sabemos levanta tremenda crítica sobre la omisión grave del tema de la violencia, el consumismo y desde luego la heterosexualidad obligatoria que encierra el famoso 14 de febrero.
Y más allá de la comercializada fecha, es sin duda un momento necesario para detenernos y echar ojo a esas otras formas amorosas que no están contempladas ni en las normas sociales ni en nuestra vida por todo aquello que representan el miedo a movernos del confort y la seguridad, contradictoriamente donde nos miramos queriendo ser y vivir un amor diferente, ajustándonos al mismo modelo que usa casi todo el mundo, el amor construido bajo el sistema de sexo-género. Nuestros sueños convertidos en fracaso.
Divididas, fragmentadas como mujeres, en pedacitos de culpa, de pecado, de arrepentimiento, desesperanza y hasta depresión nos vamos alejando de ese colectivo de mujeres donde antes nos suscribimos. Hasta que el amor hace tanto ruido en nuestro silencio acostumbrado y salimos corriendo a buscar hasta secretamente en la vida de otras un camino que puede hacer que nos encontremos y así conectarnos, como dijo Audre Lorde, con la necesidad de la otra no como un deseo patológico, sino redentor para al fin tocar el poder de vivirnos juntas, aunque eso sea lo que despierte el miedo del mundo patriarcal. El contra amor.
El amor que se comercia no es el de las lesbianas y me refiero a las lesbianas como un sujeto fronterizo que ha alterado el género dicotómico y normativo, desde luego no hay un solo tipo de lesbiana, pero yo hablo de las autonombradas de las que debaten el simplismo discursivo que dice que ser lesbiana es ponerte una etiqueta, apuesto más a lo ya dicho por Simone de Beauvoir en el sentido de que una lesbiana es una situación histórica, antes que un hecho natural, por eso ser lesbiana es parecer lesbiana y serlo porque desde el cuerpo se posiciona un discurso que como performance ocupa, transgrede un lugar al que no pertenece socialmente, por eso es fronterizo, la no relación del cuerpo de mujer (definida respecto a un hombre) con el amor a otra mujer no se oculta ni busca pasar desapercibido, no intenta conseguir su propio código de barras en el mercado amoroso, ser lesbiana es demasiado importante para dejar de serlo ante la compra-venta del glamour les o lo chic de ser bien aventada hasta con las chavas. Dijo Monique Wittig, ser mujer en el heteropatriarcado es algo opresivo; ser lesbiana es no olvidar eso.
Es necesario no perder de vista el hecho de que las mujeres heterosexuales y las lesbianas, las mujeres trans, bisexuales, somos diferentes y sobre eso buscamos estar juntas en algunos espacios pero habrá otros donde es necesario el cuarto propio y no mirar esta diferencia como algo negativo, sino como la capacidad de entender a las otras aceptar una invitación a dejar el confort en el que además no terminamos de sentirnos al menos en paz y mucho menos felices. Cuando nombramos a las lesbianas, reconocemos lo que silenciamos, ese secreto en el que hemos pensado, esos otros cuerpos de mujeres donde nos hemos imaginado y que bajito juramos nunca volver a pensarlo. Pero hay otras amorosas que en medio de este sistema heterosexual sobrevivimos a este mes de febrero haciendo poesía con las palabras y con el cuerpo entre estos sexos perseguidos y negados que otras buscan olvidar. Como escribió esta poeta única, lesbiana, colombiana, fronteriza, dura, Tatiana de la Tierra en su poema “Para que no me olvides” y luego unas breves líneas en su bitácora de lesbiana: El camino hacia el lesbianismo implica renunciar al camino que ya estaba escrito, todo lo que se debería ser y hacer se reemplaza por todo lo que te da la gana. Para que no me olvides/te miraré con los ojos bien abiertos aquí no hay nada que esconder/aquí estamos desnudas/aquí estamos vestidas/aquí estamos te cojo de la mano/te cojo con la lengua/te beso donde quiera/detrás de tu rodilla/en la boca en público/en tus lugares más privados/te beso contra la pared/te beso en un balcón/te beso en una calandria/te beso en la catedral/te beso en cualquier plaza de la ciudad/te beso con los ojos abiertos/te beso/para que no me olvides me clavaré en tu mirada/seré de las más atrevidas/llegaré a tu puerta, desnuda/con flores amarillas en el pelo/me entregaré como una ola a tus pies/nadaré en nuestro mar/me mojaré con tus líquidos/me resbalo/ me sireneo/me la juego pegajosa/clavada en tu mirada/para que no me olvides abriré todas las ventanas/en noviembre/te montaré en todos los trenes en diciembre/te dedico tres poemas en enero/cuatro constelaciones en febrero/todos mis lunares en marzo/todas mis fantasías en abril/cincuenta y cinco flores en mayo/todas mis vacaciones del verano/para que no me olvides/te hago de todo con los ojos abiertos/que no tenemos nada que esconder/que somos, simplemente somos/al aire libre/al cuarto oscuro/a color/a blanco y negro/somos seres/amantes del amar/nos recostamos la una/encima de la otra/tu mano sobre mi panza/mi mejilla sobre tu hombro/tu lengua entre mi lengua/amantes del amar/con los ojos abiertos/nada que esconder/para que no me olvides te dejaré recuerdos/notas en tus bolsillos/besos de arcoíris/mordiscos sobre tu piel/algas marinas en la tina/fotos desnudas y no desnudas/te dejaré conchas en tu cama/para que no me olvides.
@Chuytinoco