No, no está bien. Respuesta que se relaciona con la pregunta: Is it OK?/ ¿Está eso bien?
Dicho en breve, el origen del ya popular y universalmente conocido término “ok” se refiere a la abreviatura de orl korrekt/”all correct, semejante a all right que era o.w. (all write), y que fue resultante de una especie de tonto tropiezo ortográfico correspondiente a “all correct”, que fue común en el US de 1830, las más antiguas referencias escritas son a resultas de su uso como un eslogan del partido Demócrata, durante la Elección Presidencial Americana de 1840. Su candidato, president Martin Van Buren, era apodado Old Kinderhook (por su lugar de nacimiento en el Estado de Nueva York), siendo sus seguidores que formaron el “OK Club”. (https://goo.gl/bSRROJ). También se cita como un parte militar en la guerra civil como “0 killed”/ 0 muertos, OK.
Salvado este paréntesis, entramos en materia. No, it is not OK parece ser la constante a lo que viene ocurriendo en Estados Unidos, México y el resto del mundo. El fenómeno Donald Trump ha logrado en sólo 14 días transcurridos de su presidencia plantar un torbellino de reacciones, comentarios y encabezados de prensa a nivel mundial, que otrora pondrían los pelos de punta a media humanidad. Guerra, amenaza, crisis, ataque, humillación, mentira, devaluación, negociación tramposa, etc., etc., son las palabras mayormente citadas con referencia a su persona y naciente mandato.
Esta andanada de pronunciamientos y comportamientos negativos y agresivos, que a todas luces contradicen el buen sentido razonable de un diligente actuar político, social y comunicativo, son provocaciones tan crudas como viscerales para debilitar, desorientar o someter a los que dicho personaje, colaboradores y seguidores consideran contrarios o enemigos a vencer. En tal contexto, la mayoría de la población, digámoslo enfáticamente de México, puede reaccionar con enojo, rabia, burla, indignación, pero ante todo y es la más ominosa y peligrosa reacción, la del miedo.
El miedo es pernicioso, primeramente, porque prácticamente inmoviliza y anula la capacidad de exhibir una respuesta adecuada al sujeto del que hace presa; en segundo lugar, porque fisiológicamente neutraliza a nivel cerebral el reflejo vital inmediato del llamado sistema neural reptiliano, como instinto básico de supervivencia, reacción de “ataca o huye”/’hit or run’.
En efecto, existe la teoría de que en el encéfalo humano habitan 3 sistemas cerebrales distintos, con sus propias lógicas de funcionamiento, y que cada uno de ellos ha ido apareciendo en nuestra línea evolutiva de manera secuencial, el uno sobre el otro. Sigo la descripción de Adrián Triglia, redactor jefe, de El modelo de los 3 cerebros: reptiliano, límbico y neocórtex: Para Paul MacLean, el concepto de complejo reptiliano servía para definir la zona más baja del prosencéfalo, donde están los llamados ganglios basales, y también zonas del tronco del encéfalo y el cerebelo responsables del mantenimiento de las funciones necesarias para la supervivencia inmediata. Funciones tales como las que dependen de los estados fisiológicos básicos del organismo: miedo, hambre, sexo, enfado, etc. Dichas zonas cerebrales se relacionan con los comportamientos estereotipados y predecibles que definen a los animales vertebrados poco evolucionados, como los reptiles, de ahí su nombre. Este sistema primitivo se limita a ejecutar códigos programados genéticamente cuando se dan las condiciones adecuadas. Y desencadena conductas simples e impulsivas, que se detonan de manera automática. (Ver: https://goo.gl/sz8dDc).
El segundo nivel neural es el cerebro límbico, siguiendo al mismo autor, que se presenta como una estructura responsable de la aparición de las emociones asociadas a cada una de las experiencias que se viven. Su utilidad tiene que ver con el aprendizaje. Si una conducta produce emociones agradables, tenderemos a repetirla o a intentar cambiar nuestro entorno para que se produzca de nuevo, mientras que si produce dolor recordaremos esa experiencia y evitaremos tener que experimentarla otra vez. Para aplicación de nuestro tema de reflexión, la reacción emocional de miedo, implica la suspensión o paralización ante el mal o la percepción de algo malo que nos amenaza.
Puede usted, por ejemplo, recordar la emoción de que fue hecho presa al verse involucrado en un accidente y sobre todo si hubo hechos de sangre; al ser informado de una catástrofe o muerte de un ser querido, o aquella circunstancia en que fue amenazado de consecuencias nefastas de no cumplir con el requerimiento de un pago o una sanción. Sentir que en cosa de segundos se le seca la boca, la lengua se siente torpe, percibe una presión aguda en el estómago, habla entrecortado, respira con jadeos, se le palidece el rostro… Todos signos que dan cuenta de un malestar corporal palpable y manifiesto debido a una emoción súbita que interpreta como amenazante. De este género es la emoción del miedo. No atina a pensar y reaccionar con claridad y de manera adecuada.
En el contexto y entorno internacional de México -explícitamente frente a los dichos y hechos del presidente norteamericano Trump- en apenas ocho días de su mandato, ha lanzado inventivas, ha etiquetado a personajes y población mexicana, ha intimidado a la comunidad mexicana que vive en los Estados Unidos con cárcel y deportación masiva, ha intimidado al gobierno de México instrumentalizando su terca insistencia de la construcción del muro fronterizo y con la cancelación del TLCAN, en la persona misma del presidente de la república y sus colaboradores de más alto nivel; incluso ha referido con sutileza la eficacia o no del Ejército Mexicano en la lucha contra los narcotraficantes, los Bad Hombres. Entorno que se abordó en el programa matutino de Carlos Loret de Mola, Despierta, del 31 de enero 2017, pasado. Y de cuyos temas rescato el intercambio que el conductor sostuvo con el reconocido psiquiatra mexicano, Dr. Mariano Barragán.
El Dr. Barragán mostró con claridad meridiana, con sereno aplomo de conocimiento y con probada experiencia a nuestro principal adversario: El enemigo es nuestro miedo, no es ni la personalidad ni el perfil psicológico de Trump, que sin duda es un psicópata. A quien el Dr. Barragán diagnostica como de pronunciado narcisismo y, que según su deducción, por eso se aísla, por eso se encierra, porque cree que todos están contra él, sobre todo los que no piensan como él. Por ello, señala que el más insidioso enemigo es “nuestro miedo”.
A pregunta expresa de Carlos Loret de Mola de si a una persona como Trump se le enfrenta o se le apacigua, continuó el Dr. Barragán abundando en la lectura de su perfil: – “Él se caracteriza por intimidar, pero debemos saber que “el arma no cuenta si tú te sientes invulnerable”. Y refuerza: “nosotros somos invulnerables en base a no tener temor”. Es decir a no permitir que nos neutralice su confrontación agresiva, su talante altivo y de dominio que comunica como un pícaro y cínico lenguaraz. A la exhibición de sus armas del ahora poder presidencial con que se encuentra investido, debemos asumir el poder real que ejercen las instituciones tanto nacionales como las de su propio país.
Él no es ni ostenta el único poder soberano o absoluto de los Estados Unidos, concurren también los Poderes Judicial y Legislativo, amén de innumerables instituciones de la iniciativa privada y de la sociedad civil, tanto norteamericana como de México; por no sumar las del resto de países del mundo, inclusive las del mismo círculo de países que están ejerciendo junto con él, el dominio del capital central dirigente a nivel global: Europa, China, Rusia y países del Medio Oriente. Ni estamos solos, ni somos indefensos.
El Dr. Barragán da la pauta a seguir: Debemos valorar “la confianza de lo que somos y lo que tenemos”. Donald Trump, en realidad, se encuentra sitiado bajo su propio sistema defensivo, y desglosa: “Colocarse en un sistema cerrado”, lo hace vulnerable ya que (todo sistema cerrado) está “condenado a fracasar”. Permítame referir aquí que la Filosofía, la Historia y la Teología de la Liberación -de la que América Latina vista como un todo es un fiel y digno testigo- señaló esta misma verdad en las décadas de los setenta y los ochenta, hasta que su inserción práctica comunitaria y social fue sofocada a sangre y fuego por los poderosos de la época, de lo cual no escapa la más alta burocracia del Vaticano de su tiempo.
Concluye el Dr. Barragán, afirmando que: “sólo los sistemas abiertos progresan”. Lo cual traducido en términos dialógicos -es decir, del reconocimiento del “otro como otro” -Emmanuel Levinas-, sin afán de dominación y sometimiento, garantiza la libertad, la seguridad, el respeto y, por consiguiente, la paz. La clave, entonces, para manejar y superar el miedo es asumir “la actitud interna de no temor”. Puesto que, en contrario, “la forma de enfrentarse con miedo, es la forma de autoderrotarse”. Y como cierre, evaluó: “Tenemos lo suficiente para hacer frente a muchas cosas que él podría exhibir”. Lo que suscribo y reitero, no, it is not OK.
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