Los niños pobres son los que más sufren la contradicción entre una cultura que manda a consumir y una realidad que lo prohíbe
Eduardo Galeano
Contra el desgastante discurso oficial de que México no está en crisis, que progresa y crece, incluso, más que otros, nos enfrentamos con una lacerante realidad: En nuestro país, en promedio, uno de cada siete niños vive en situación de pobreza.
Así lo constatan los resultados del más reciente estudio “¿Cómo va la vida?” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que como el espejo, nos refleja como país y reflejan nuestra realidad, aunque no nos guste.
De acuerdo con el citado estudio, y para vergüenza nacional, México es el segundo país miembro de ese organismo con mayor porcentaje de menores en situación de pobreza, únicamente superado por Israel.
Es alarmante también que, en los países miembros, las tasas más altas de homicidios infantiles ocurren en México. Los menores de 0 a 17 años constituyen además el grupo de edad en el que se da un porcentaje más alto de pobreza.
La misma Secretaría del Trabajo reconoció que en México, millones de niñas y niños son explotados laboralmente en condiciones equiparables a la esclavitud y que fueron rescatados, en 2015, 400 menores, quienes formaban parte de un universo mayor de dos millones 500 mil infantes en condición de trabajo en México.
Paradójicamente mientras gobernantes corruptos, roban sin el más mínimo pudor, protegidos por el dominante pacto de impunidad, que indigna y socava al país, (8 exgobernadores acusados de corrupción sumaron deuda por 186 mil 535 mdp), miles de jóvenes y niños, se encuentran sobreviviendo en un infierno llamado pobreza.
Las graves carencias que este segmento poblacional tiene, se relacionan con la educación, la salud, la seguridad social, la vivienda, los servicios básicos y, lo peor de todo, carecen de accesibilidad a la alimentación.
Un fenómeno aún más preocupante es que existen cada vez más niños y adolescentes que perciben a los criminales como un modelo a seguir. De acuerdo a Reporte Índigo, del 2006 al 2015, la PGR había detenido a más de siete mil niños y menores de edad involucrados en el narcotráfico.
A esa fecha, se estimaba que más de 75 mil niños y adolescentes, muchos de ellos abandonados o que provienen de familias desintegradas, se habían sumado a las filas del crimen organizado, los cuales son utilizados como informantes, narcomenudistas, entre, otros.
La realidad es que, en muchos lugares del país, la apología de la violencia se ha convertido en la mejor estrategia para reclutar a los pequeños que se encuentran en situaciones vulnerables.
El panorama se torna aún mucho más complicado debido al incesante aumento de menores pobres que, aunado a la eterna crisis económica que hemos padecido en nuestro país, su “destino manifiesto” es que su pobreza se haga crónica, o que nunca salgan de ella.
Este representa uno de los problemas estructurales más degradantes que el Estado mexicano no ha podido, no ha querido o ambas cosas, resolver. Erradicar la pobreza infantil debe ser foco prioritario de atención y, en ello, vamos todos.
Los niños necesitan nuestra atención y apoyo más urgente. Más allá de una cuestión de los derechos del niño, es un asunto de elemental carácter ético. De vergüenza e indignación por el presente que les estamos dando a nuestra niñez.
Ante el autismo de Estado, que no atina a interpretar correctamente esta realidad, mucho menos resolverla, como sociedad tenemos que reaccionar. Debemos asumir un rol de mayor responsabilidad, un frente social para exigir mejores oportunidades a los menores de edad, no solo para reducir los efectos devastadores de la pobreza, sino para favorecer entornos que mejoren su calidad de vida a fin de ofrecerles una mejor perspectiva de desarrollo.
En suma, el propósito es crear las condiciones en la que sean actores estratégicos del desarrollo del país.
Tiene que entenderse que la situación de pobreza de los niños, no solo limita su futuro, sino que nos arrastra y condena como sociedad. Tenemos que entender que hay algo más a la conciencia de lo que nuestros materialistas paradigmas nos quieren hacer creer.
Si queremos tener perspectiva como nación, se tiene que romper este ciclo de pobreza intergeneracional. Se tiene corregir esta realidad y asegurar el armónico desarrollo de niñas, niños y adolescentes.
Lo anterior no es alternativa, es una imperiosa necesidad. Bueno eso creo yo.
Estimado Jesús Medina Olivares…
Considero que debemos corretear utopías 2017 para: HACER PROPUESTAS Y EXIGIR CON DERECHO Y RAZÓN, REACTIVAR Y FOMENTAR LA “ECONOMÍA SOLIDARIA=SOCIEDADES COOPERATIVAS DE CONSUMO Y PRODUCCIÓN”…
Así mismo, reformar la legislación electoral para adelgazar “La Obesidad Presupuestaria de Partidos Políticos a solo tres”, conforme al mapa geopolítico Norte, Centro y Sur. Es decir, Centro, Derecha e Izquierda… Mediante el incremento al 5% mínimo de la votación para mantener su registro INE, con ello, el presupuesto que se destina a esos Partidos Morralla, destinarlo al Fomento Cooperativista, entre otras ideas propositivas…
El cooperativismo nunca ha pasado de moda, menos ahora que la economía de mercado ha mostrado su incapacidad para generar empleo y desarrollo. Quizá es exagerado, pero en este momento no hay otro modelo que sea un contrapeso al neoliberalismo ni que sea capaz de redistribuir mejor la riqueza…
Con mis atentos y fraternales saludos. Hasta la Victoria Siempre con crítica y autocrítica.
Compañero Diputado, Senador, Opinólogo y Corredor de Utopías vía face redes.
Congratulaciones.