No es gratuito que el Centro de Educación Media de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) haya conservado durante décadas el mejor nivel académico del estado, acompañado de una sólida formación humanista. Sin embargo, su autonomía y su calidad educativa, sufren ahora los embates de la Reforma Integral de la Educación Media Superior (Riems), entre cuyos principales objetivos está la desaparición de las humanidades y del pensamiento crítico de los programas de estudios.
Actualmente, este centro está conformado por el plantel central, mejor conocido como “prepa Petróleos”, y por el nuevo plantel oriente, abierto en 2011 con el objetivo de dar cabida a la enorme demanda de aspirantes. La apertura del plantel oriente coincidió con el momento en que la Riems, iniciada unos años antes, comenzó a ser promovida con mayor fuerza por la SEP. Los documentos de dicha reforma apelan al problema del bajo rendimiento de los estudiantes de bachillerato, constatado por evaluaciones e instancias internacionales como la famosa prueba PISA y la OCDE. Lo que se pretende, en términos generales, es homologar a los distintos subsistemas de bachillerato, esto a través del enfoque por competencias, que no se discute en toda su profundidad pedagógica, política y filosófica, sino que se toma como una especie de guía burocrática para que los docentes puedan llenar esquemas y planeaciones. De esta manera, aunque se diga que no se afectan el ideario y los objetivos de cada subsistema, y de que se haga énfasis en que trabajar por competencias quiere decir llevar el conocimiento del aula a la vida cotidiana, en la práctica hay tres frentes principales que la reforma ataca: por un lado hemos visto que elimina la mayor cantidad posible de pensamiento crítico y de identidad histórica; ligado a lo anterior, al homologar lo que hace es homogeneizar, es decir, combatir la diversidad que hace frente al pensamiento único y por lo tanto a la manipulación de las mentes; finalmente, al dar mayor carga de trabajo burocrático a los profesores, se les impide formarse y actualizarse de una manera real y relacionada con su campo de conocimiento. En suma, se automatiza y se uniforma la educación.
Del 2011 hacia acá, en los dos planteles de bachillerato de la UAA, la reforma se ha venido instrumentando, dando lugar a una serie de cambios que tienen que ver sobre todo con el establecimiento de medidas disciplinarias que poco o nada tienen que ver con un proyecto pedagógico acorde a las necesidades actuales de los jóvenes. Ha sido sobre todo en el nuevo plantel donde todo esto se ha implementado de manera más amplia, lo cual es comprensible si se piensa que su apertura fue concebida desde el inicio dentro del sistema de competencias, y que a través de la Riems, la SEP ha condicionado a todas las instituciones: de no aceptarla, éstas no tendrán acceso a las partidas presupuestales. Esto merma, claramente, la autonomía universitaria, que tiene por principio el autogobierno. Bueno sería recordar en este punto que la UNAM ha cuestionado a fondo la reforma, y se ha negado a implementarla en sus bachilleratos. Podría aquí decirse que la UNAM absorbe buena parte del presupuesto para la educación superior, pero también es cierto que las colegiaturas en la UAA ya llegan a los mil pesos mensuales, posicionándola como una de las universidades públicas más caras de México, además de que allí se otorgan poquísimas becas y los créditos educativos deben contar con avales que, obviamente, los chicos que requieren solicitarlos, difícilmente tendrán.
Hay dos cuestiones que en el Centro de Educación Media son ahora especialmente preocupantes. Ambas se gestaron a lo largo de toda la administración pasada, la cual acaba de concluir, y al parecer continuarán y se profundizarán en la administración entrante. La primera es el ya mencionado endurecimiento de las medidas disciplinarias, reflejado en primer término en la reforma de algunos artículos del reglamento del centro -ninguno de ellos tiene realmente que ver con lo académico-, para poder aplicar sanciones más severas a los estudiantes. Esto en la práctica se traduce en un autoritarismo por parte de los que ocupan puestos de mando y por una vigilancia constante, tipo panóptico, hacia los adolescentes e incluso hacia los maestros, a algunos de los cuales se les ha venido intimidando e incluso tratando de retirar las plazas por asumir una postura crítica ante estas políticas.
La segunda cuestión viene lógicamente derivada de la preocupación por el sometimiento de los alumnos: la calidad académica comienza a verse afectada. Ahora no hace falta que los profesores sean especialistas reconocidos en su área, basta que hayan cursado el diplomado de competencias de la SEP, el Profordems, cuyo contenido y desarrollo no es otra cosa que un engaño y una burla pedagógica, o bien cualquier tipo de curso relacionado a llenar cuadros de competencias. Por otro lado, en el 2015, se llevó a cabo, en secreto, una revisión del plan de estudios en el que se eliminaron asignaturas de literatura e historia (se retiró, por ejemplo, la materia de Literatura Hispanoamericana y se incluyó un semestre de Lectura y Redacción, a pesar de que ya existe otra materia de Lengua Española). Según el reglamento, el trabajo de revisión y modificación de los planes y programas se hace en las academias, donde los profesores de cada área se reúnen a debatir tales cambios. En este caso, a los profesores se les notificó cuando esto ya estaba hecho. A pesar de los esfuerzos por llevar el caso al Consejo Universitario, el nuevo plan, de muy dudosa calidad, fue aprobado en unos cuantos meses, tiempo récord considerando que esos procedimientos suelen llevarse más de un año. ¿Dónde quedó pues el obsesivo apego a las reglamentaciones? Otra vez el autoritarismo sale a relucir.
Lo que cabría esperar es que ante este panorama, los profesores universitarios hicieran uso de la capacidad crítica que se supone les corresponde y abrieran un debate público y real en torno a estos acontecimientos, lo mismo que en torno a la transparencia en el uso de los recursos y a la participación de los partidos políticos en las decisiones que se toman en la UAA. El rumbo de la educación superior pública en nuestro estado -incluso su pervivencia como tal- es lo que aquí está en juego. Recordemos que desde su inicio como Escuela de Agricultura en la segunda mitad del siglo XIX, el éxito académico de los alumnos de la prepa, así como su visión crítica y la libertad que la autonomía les permitía, han estado avalados por la enseñanza de humanistas, científicos y otros profesionistas activos no sólo en la docencia sino en la investigación, el arte y la vida pública. Es eso lo que ahora quieren arrebatarnos.
Felicidades por este artículo que nos habla de lo esencial: la baja de la calidad por razones meramente políticas. Los maestros tenrmos la obligación moral de pronunciarnos en contra del rumbo que está tomando nuestra institución.
El articulo muestra los resultados iniciados con nuestro presidente Vicente Fox. Y creo que corresponde al alumno y al padre de familia hacer el analisis y reorientar el rumbo ya que los docentes hacen lo que pueden ante un autoritarismo eminente.