Es común escuchar que México, siendo un país rico, tiene millones de pobres, frases del estilo han trascendido durante décadas y parece que no hay manera de que esa realidad cambie.
Los gobiernos de los partidos políticos de siempre, han sido insensibles a este mal que aqueja al pueblo, que de manera cínica viven una realidad alterna en la que no conocen la austeridad y el derroche es una constante.
Los años siguen pasando y el pueblo mexicano está cada vez más hundido en calamidades, pero lejos de ser motivo para obligar a la clase gobernante a distribuir de manera democrática la riqueza, prefiere quedarse apáticamente quieto, viviendo al día.
El nulo poder adquisitivo de los mexicanos se ve cada vez más mermado gracias al agotado modelo económico, que pareciera no funcionar para millones pero es productivo para unos cuantos.
Ciertamente, como comenta Jesús Medina en su artículo, los niños son los más afectados, pues la pobreza extrema se refleja en desnutrición, que se vive sobre todo en las zonas rurales del país, que aunado a la falta de educación nutricional azota terriblemente a los pequeños que gracias a la dinámica laboral de sus padres crecen con comida chatarra frente a un televisor o de una computadora con contenidos también chatarra.
Dice Lewis que las causas de la pobreza deben buscarse en los mismos pobres, quienes, por definición, no aprovechan las oportunidades que la sociedad ofrece. Así, desarrolla el concepto de “cultura de la pobreza” para hacer referencia a un estilo de vida, que se transmite de generación a generación por socialización familiar. Si bien reconoce los esfuerzos de adaptación que realizan los pobres ante su situación, la cual una vez que los niños adquieren esos valores y hábitos, difícilmente pueden salir de la situación de pobreza cuando son adultos; pues la pobreza es resultado de conductas individuales y están relacionadas con dinámicas sociales propias de las sociedades capitalistas. El problema de la pobreza, o el de algunos grupos sociales, descansa en los propios pobres, en sus valores culturales, en su organización familiar y en sus comunidades.
El modelo político-social no teje lazos inclusivos de cara al futuro. El aumento del trabajo infantil, de los niños de la calle, del fracaso escolar, etc., hablan de la ausencia de miradas puestas en los niños como continuadores de la sociedad adulta. La niñez está cada vez más impactada por la desigualdad.
@aguileralespron